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¿Cómo es posible que el 66% de la tierra de Reino Unido pertenezca aún al 0,3% de la población que desciende de los normandos?

La opacidad del registro de tierras alimenta el poder de los grandes propietarios

Héctor Farrés

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El reparto de tierras tras la conquista normanda de 1066 marcó un cambio trascendental en la organización social y económica de Inglaterra. La entrada de Guillermo el Conquistador supuso la implantación del sistema feudal, que convirtió a la Corona en propietaria de todo el suelo y lo distribuyó entre nobles que habían demostrado lealtad en el campo de batalla.

Aquella redistribución inicial consolidó un modelo de concentración que, con el paso de los siglos, mantuvo en manos de una minoría el control del territorio. El peso de esa decisión medieval se percibe todavía hoy en la distribución de la propiedad en Reino Unido, tal y como documenta la investigación de Kevin Cahill en su libro Who Owns Britain.

Las grandes fincas británicas siguen en manos de los descendientes de soldados normandos

El periodista rastreó la genealogía de los actuales dueños de las grandes fincas británicas y constató que una parte considerable desciende de aquellos soldados normandos recompensados hace casi 1.000 años. Cahill apuntó que alrededor del 0,3% de la población británica posee el 66% de la superficie, lo que equivale a unas 160.000 familias que siguen vinculadas a los mismos linajes

En su análisis subraya que este legado no se explica únicamente por el peso de la herencia, sino también por un marco legal y administrativo que ha protegido a esa aristocracia a lo largo de los siglos.

El reparto inicial no quedó en un hecho aislado del medievo, sino que fue consolidado mediante instituciones y normativas posteriores. El propio Cahill explicó que las leyes creadas a partir del siglo XII blindaron los patrimonios y evitaron su disgregación, lo que otorgó estabilidad a las grandes dinastías.

Las leyes medievales blindaron patrimonios y fortalecieron a la aristocracia durante siglos

En ese marco también adquirieron protagonismo entidades como la Iglesia de Inglaterra y la Corona, que figuran entre los principales propietarios del país. El autor señaló que esta herencia histórica sigue condicionando cuestiones tan actuales como el acceso a la vivienda, la conservación ambiental y la desigualdad social.

A esa concentración se suma otro elemento que complica la transparencia. La existencia de un registro de tierras incompleto impide conocer con exactitud quién es el titular de amplias superficies. Cahill remarcó que el Land Registry británico no cubre todavía la totalidad del territorio, un vacío que favorece el mantenimiento de la opacidad. Esa falta de información refuerza la posición de grandes propietarios y dificulta los intentos de apertura en favor del interés público.

Los datos de Oxfam muestran que la desigualdad patrimonial alcanza niveles extremos

La desigualdad que evidencian esas cifras conecta directamente con los análisis contemporáneos sobre el reparto de la riqueza en Reino Unido. Oxfam publicó en 2023 un informe que atribuye al 1% de los británicos el control del 70% de los activos nacionales.

Ese mismo estudio calcula que, desde 2020, ese grupo acumuló 21 billones de libras en nuevas fortunas, mientras que el 99% restante apenas pudo duplicar esa cifra en conjunto. El director de Oxfam GB, Danny Sriskandarajah, señaló en ese contexto que “la realidad económica actual es una afrenta a los valores humanos básicos”.

Los efectos de esa desigualdad van más allá de la economía y alcanzan aspectos como la salud, la educación o la estabilidad política. Según el informe, las familias con menos recursos encuentran más obstáculos para acceder a servicios sanitarios y educativos, lo que perpetúa la posición social de origen. La organización advirtió además de que el incremento de la brecha reduce la confianza colectiva y alimenta tensiones que pueden desembocar en conflictos.

La resistencia a la reforma fiscal mantiene intacto el mapa del poder económico

El debate sobre el impuesto de sucesiones ocupa un lugar primordial en esta cuestión. Gran parte de las fincas agrícolas, bosques privados y activos empresariales gozan de exenciones que facilitan la transmisión generacional sin apenas tributar.

Esa dinámica convierte la herencia en una herramienta de continuidad patrimonial que preserva el modelo instaurado por Guillermo el Conquistador. Lo que en su día fue una concesión real en el campo de batalla se mantiene, casi un milenio después, como una realidad visible en los extensos dominios rurales y las mansiones históricas que salpican la geografía británica.

Los intentos de reforma del sistema fiscal se han topado con una resistencia continuada. Las medidas actuales, lejos de equilibrar, sostienen un modelo que perpetúa los privilegios. La consecuencia inmediata es un país donde la cartografía del poder económico se mantiene prácticamente intacta desde el siglo XI.

Y todo indica que la sombra de aquel reparto feudal sigue marcando los límites de quién puede acceder a la tierra y quién solo puede mirarla desde fuera de la verja.

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