Del vertedero a obra maestra: recomponen uno a uno miles de restos romanos y logra devolver la vida a un fresco perdido hace 2.000 años
Miles de fragmentos diminutos ocupan mesas enteras, organizados por color y forma, esperando encajar con otros que llevan siglos ocultos bajo tierra. La reconstrucción de frescos antiguos exige una meticulosidad que va mucho más allá de restaurar imágenes: implica identificar trazos de pincel casi imperceptibles, diferencias de pigmento, huellas de correcciones y marcas que los propios artistas dejaron sin intención de que perduraran.
La tarea no se limita a devolver el color a las paredes, sino a rearmar el proceso creativo de quien pintó, interpretando decisiones estéticas, descartes y rectificaciones. En el sur de Londres, esta labor minuciosa ha permitido recomponer una de las mayores colecciones de pintura mural romana halladas en el Reino Unido.
La paciencia del restaurador puede traer de vuelta siglos de historia mural
Las piezas se encontraron en Southwark, a poca distancia del río Támesis, dentro de una fosa en la que fueron arrojadas como desecho tras una demolición en torno al año 200 d. C. El equipo del Museo de Arqueología de Londres (MOLA), que trabajaba por encargo del proyecto urbanístico Liberty, identificó miles de fragmentos de yeso pintado, algunos tan pequeños como la palma de una mano, procedentes de al menos veinte paredes distintas.
Fue entonces cuando el especialista en materiales de construcción Han Li inició el proceso de clasificación. Durante meses analizó a contraluz cada fragmento, detectando formas repetidas, patrones interrumpidos y detalles como gotas que simulaban mármol o líneas preparatorias no pintadas. Según explicó en una entrevista con la BBC, hubo que revisar cada pieza varias veces, ya que “solo se pueden ensamblar unas pocas veces antes de que el yeso empiece a dañarse”. El restaurador aseguró en el comunicado del museo que nunca se había enfrentado a un encargo así: “Fue como armar el rompecabezas más difícil del mundo”.
El resultado fue una serie de frescos reconstruidos con paneles amarillos, franjas verdes, columnas oscuras y motivos ornamentales con liras, grullas y racimos de vegetación. Algunas pinturas muestran flores blancas como margaritas, otras instrumentos musicales o candelabros, y todas pertenecían a una vivienda romana de grandes dimensiones que, según los arqueólogos, pudo haber sido una residencia privada de alto nivel o un establecimiento para viajeros acomodados.
Uno de los elementos que refuerza la singularidad del hallazgo es la presencia de diseños de paneles amarillos, identificados en muy pocos lugares del Reino Unido, como el palacio romano de Fishbourne. Algunas secciones también imitan piedras de alto valor, como el pórfido rojo egipcio o el mármol amarillo africano, lo que sugiere una intención clara de transmitir riqueza y refinamiento.
Entre los fragmentos apareció un descubrimiento inusual: una tabula ansata con la palabra latina FECIT, grabada dentro de un marco decorativo. Aunque falta la parte que revelaría el nombre del autor, se trata de la primera firma artística localizada en pintura mural romana en Gran Bretaña. El hallazgo fue destacado por el equipo de MOLA como una prueba del estatus profesional de los pintores que trabajaban en la zona.
Los especialistas también identificaron restos de graffiti antiguos en varios fragmentos. Uno de ellos contiene el alfabeto griego completo, lo que según el análisis de MOLA, podría haber servido como referencia práctica para alguien que manejaba con soltura la escritura. Otro fragmento muestra una figura femenina con lágrimas grabadas, probablemente dibujada por uno de los artesanos, y en otro más se conservan las guías geométricas para una flor que nunca llegó a pintarse. En palabras del propio Han Li, recogidas por BBC News, estas marcas revelan que “no son solo obras de arte; son evidencia de pensamiento, vacilaciones y correcciones”.
La investigación sigue abierta y el rompecabezas aún no está completo
Las pinturas reconstruidas siguen en fase de estudio, aunque parte del conjunto podría exponerse al público en un futuro próximo. El equipo de MOLA está preparando un informe detallado que permitirá comparar estos frescos con ejemplos similares hallados en otras partes del Imperio romano, como Lyon, Colonia o Xanten, donde se han documentado estilos decorativos muy próximos.
Las excavaciones forman parte de un proyecto más amplio que ha sacado a la luz mosaicos, una necrópolis romana y restos de una inscripción oficial que confirma que el edificio estaba situado dentro del área urbana de Londinium. Según Andrew Henderson-Schwartz, miembro del equipo de MOLA, esta zona funcionaba como un barrio residencial de élite. En sus palabras, recogidas por la BBC, “los romanos estaban invirtiendo en Londres y lo veían como un lugar donde quedarse”.
El trabajo continúa, con nuevas piezas aún pendientes de análisis y una historia visual que se sigue armando pieza a pieza, como un rompecabezas que vuelve a cobrar sentido tras veinte siglos bajo tierra.
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