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Hemos aprendido a abrazar con la mirada y el gesto, y suplirlo con lo digital

Hemos aprendido a abrazar con la mirada y el gesto, y suplirlo con lo digital
Toledo —

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Toledo, 21 ene (EFE).- El abrazo es cercanía, cariño, calidez, alivio, seguridad; es envolver con los brazos y transmitir amor y sentimiento de no estar solo, y durante esta pandemia lo que hemos hecho ha sido intentar compensar todo esto y aprender a abrazar con la mirada o el gesto y suplir el contacto físico perdido por otro digital.

Con motivo del Día Mundial del Abrazo, que surgió en EEUU en 1986, Efe ha hablado con el presidente de Psicología Sin Fronteras, el psicólogo social Guillermo Fouce; con la psicóloga clínica y experta en bienestar psicológico de la empresa Elena Daprá; con la decana del Colegio de Psicólogos de Castilla-La Mancha, María Dolores Gómez, y con la profesora del grado de Psicología en la Universidad Internacional de Cataluña (UIC) en Barcelona Paloma Alonso-Stuyck, para conocer qué beneficios tiene el abrazo y qué hemos perdido por la falta de contacto físico.

Elena Daprá, del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, enumera la larga lista de beneficios que tiene un abrazo: incrementa la confianza, seguridad y autoestima, ayuda a reducir sentimientos de enfado y apatía, aumenta la sensación de felicidad, fortalece el sistema inmunitario, reduce el riesgo de padecer demencia, rejuvenece el cuerpo por la oxigenación de tejidos e, incluso, disminuye la presión arterial, el estrés y la tensión.

También es una forma de comunicación y de estrechar vínculos, con lo cual durante esta pandemia lo que hemos hecho ha sido “alejar vínculos e intentar compensarlo estableciendo esos vínculos de otra forma, como por ejemplo internet”.

Porque el ser humano siempre tiende a cubrir sus necesidades, de modo que “si no tengo un abrazo voy a buscar una manera para intentar suplir ese abrazo”, ha dicho Daprá, que ha asegurado que lo que hemos hecho ha sido lo más lógico y normal, y lo más sano y adaptativo, aunque no quiere decir que realmente lo hayamos compensado.

María Dolores Gómez, por su parte, subraya que el contacto físico es “fundamental para nuestro crecimiento, para nuestra evolución, para nuestro desarrollo afectivo, intelectual, neurológico, para aprender el funcionamiento de las emociones” desde que nacemos.

Las manifestaciones físicas se han visto condicionadas por la pandemia pero durante este tiempo lo estamos supliendo con otros medios, como una videollamada o una llamada telefónica, que nos han proporcionado “compañía, seguridad y sentimiento de no estar solo”. Es decir, “no da todo lo que da una relación directa pero, por lo menos, un sucedáneo de relación”, ha asegurado Gómez.

Fouce, también profesor de la Universidad Complutense de Madrid, afirma que “estar cerca es un poco nuestra emocionalidad, nuestra sociabilidad, nuestra forma de canalizar las emociones” y afirma que estamos sustituyendo los abrazos físicos con abrazos con la mirada.

“Tenemos esa memoria de los abrazos y a veces vale con hacer el gesto de que te estoy abrazando aunque no te abrace. No es exactamente igual pero sí sustituye, en una parte al menos, ese contacto, esa cercanía, ese estoy aquí, estoy contigo”.

Alonso-Stuyck mantiene que el tacto también conlleva beneficios para el sistema inmunológico, y asegura que “esta falta de cercanía no nos ha paralizado y nos hemos dado cuenta de que algo teníamos que hacer”, ya sea empezar tertulias con amigos mediante plataformas o acercanos más a quienes conviven con nosotros: “Tal vez poner una mano en el hombro y ya está, que es decir estoy aquí y te quiero”, señala, porque “el cuerpo tiene su lenguaje y a veces no hacen falta ni las palabras”.

Por otra parte, las personas tienen “mecanismos de adaptación” que deben poner en marcha en situaciones adversas, como la actual, ha señalado Gómez, quien ha explicado que “sobrevivir y superar las adversidades ha sido un hándicap continuo del ser humano” y, de hecho, “los que han tenido capacidad de adaptarse han sobrevivido”.

Sin embargo, en este momento muchas personas necesitan adaptarse psíquicamente, algo que también se puede entrenar; es decir, que el pensamiento psicológico se puede entrenar, igual que el cuerpo, para abordar las situaciones de una manera más positiva.

Uno de los colectivos más vulnerables en la pandemia, también en lo que al contacto físico se refiere, es el de las personas mayores, precisamente porque al final de la vida, cuando se pierde la capacidad intuitiva, discursiva o incluso de movimiento, el lenguaje de los sentidos y las sensaciones “vuelve a cobrar mucha más fuerza”, ha dicho Alonso-Stuyck, mientras que Gómez ha precisado que “la soledad y el aislamiento llevan también al deterioro cognitivo, al deterioro mental en su conjunto y al deterioro físico”.

NO SUMAR AL AISLAMIENTO FÍSICO EL EMOCIONAL Y EL SOCIAL

Guillermo Fouce recalca que “hemos perdido cosas pero hay que intentar no sumar al aislamiento físico, que es necesario por las medidas de salud, el aislamiento emocional o el aislamiento social”, con lo que debemos buscar “sustitutivos”, ya sea llamarse por teléfono o conectar por las nuevas tecnologías.

“Es importante hacerlo y no perder ese contacto”, ha agregado Fouce que considera “clave” mantener “la red de apoyo, el apoyo social” que cada cual pueda tener.

En esta línea, Paloma Alonso-Stuyck ha animado a convertirnos en “tejedores de relaciones” y a buscar ese momento de “tejer cercanía” aun cuando parece que todo nos indica que tenemos que alejarnos: “Nos aliviaría mucho a vivir esta incertidumbre en la que estamos metidos ahora”, ha apuntado.

REIR EXPANDE EL ALMA

La risa “nos expande el alma, aunque sea en la distancia reglamentaria” de estos tiempo, afirma la profesora Alonso-Stuyck.

Cuando nos empeñamos en desdramatizar e introducimos el sentido jocoso de la vida, de las situaciones, las cosas cobran su verdadera dimensión; a veces, en nuestra cabeza se han hecho grandísimas pero sacadas fuera “nos reímos y ya no pesan tanto”, y si lo hacemos con alguien y nos reímos juntos entonces aquello, en lugar de ser un desastre, es una anécdota que recordaremos.

Un abrazo nunca debe ser de menos de siete segundos, precisa Elena Daprá, quien anota otro elemento importante del abrazo: “Cuando lo hacemos, nuestro niño interior, ya seamos mayores o pequeños, se siente cuidado y valorado. Y sentirse valorado es muy importante para el ser humano”.

Por Lidia Yanel

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