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Jürgen Schmidhuber, el alemán precursor de la inteligencia artificial que vio triunfar su invención en Estados Unidos

Jürgen Schmidhuber, científico alemán precursor de la inteligencia artificial.

Aldo Mas

Berlín —

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La paternidad de un avance tecnológico tan prometedor como la inteligencia artificial no es algo fácil de atribuir. A estas alturas hay un amplísimo número de empresas ofreciendo servicios que usan la inteligencia artificial.

Los casos más famosos, como el modelo de lenguaje ChatGPT, de la firma estadounidense OpenAI, o sus grandes competidores, Bard, de la también estadounidense Google, o Microsoft Bing Chat, de igualmente estadounidense Microsoft, pueden decir que sus 'padres' son creadores del otro lado del Océano Atlántico. Pero es en Europa, sin embargo, donde se produjeron las primeras investigaciones que resultaron en el desarrollo de la inteligencia artificial. Esto es lo que defiende a capa y espada el empresario y académico alemán Jürgen Schmidhuber.

Schmidhuber lleva ya años reivindicado su papel – y el de otros a los que no se suele citar – en la historia del desarrollo de las tecnologías que han dado lugar a la inteligencia artificial. Algo de éxito ha tenido en esa particular misión que se ha dado este científico germano. Hace unos años ya se decía que a Schmidhuber la inteligencia artificial puede que “lo llame 'padre' cuando madure”, según publicó en su momento el diario estadounidense The New York Times.

Este hombre nacido hace 60 años en Múnich, la capital de Baviera, ha trabajado en suelo europeo, facilitando tecnologías hoy presentes en los miles de millones de smartphones y asistentes de voz de los que se sirven ingentes cantidades de seres humanos en todo el mundo. Aunque, a principios de este siglo, fue director de investigaciones y profesor en la Universidad Técnica de Múnich, buena parte de su carrera la ha desarrollado en suelo suizo. Concretamente, en el Instituto Dalle Molle para la Inteligencia Artificial (IDSIA) de Lugano, institución helvética vinculada a la Facultad de Informática de la Università della Svizzera Italiana y el Departamento de Tecnologías Innovadoras de la Universidad de Ciencias Aplicadas del Sur de Suiza. Desde 1995, Schmidhuber es el director científico del Laboratorio de Inteligencia Artificial Suizo del IDSIA.

Data de 1997 el artículo que firmaba Schmidhuber con su entonces estudiante Sepp Hochreiter, hoy profesor en el Instituto para Machine Learning de la Universidad de Linz, en Austria. “Long Short-Term Memory”, se titulaba ese artículo. Publicado en la revista científica Neural Computation, dicho texto contenía la descripción de un método para hacer que sistemas informáticos imitaran el funcionamiento del cerebro humano y redes neuronales. “En la actualidad, ningún artículo de la informática del siglo XX se cita con más frecuencia al año” que el texto de Schmidhuber y Hochreiter, ha recogido el diario helvético Neue Zürcher Zeitung.

Las bases de la inteligencia artificial son europeas

Al método LSTM, siglas por las que se conoce a “Long Short-Term Memory”, se le considera una “revolución” a la hora de hacer “aprender” a las máquinas. Avances como ese permiten a Schmidhuber asegurar con toda confianza a elDiario.es que “los cimientos de la inteligencia artificial se construyeron mayormente en Europa, no en Estados Unidos o China”.

Es más, según señala Schmidhuber en uno de sus artículos sobre “el camino hacia la inteligencia artificial moderna”, el primer pionero de la inteligencia artificial del siglo pasado fue un español: Leonardo Torres y Quevedo.

“En 1914 se convirtió en el primer pionero de la inteligencia artificial del siglo XX al construir el primer jugador de ajedrez”, se lee en dicho texto, que alude a la máquina de Torres y Quevedo llamada “El ajedrecista”. “La máquina seguía considerándose impresionante décadas más tarde, cuando otro pionero de la inteligencia artificial, Norbert Wiener, jugó contra ella en la conferencia sobre inteligencia artificial de París de 1951”, cuenta Schmidhuber.

Tal vez el problema de Schmidhuber – y en su momento de Torres y Quevedo – es que su interés por las 'máquinas pensantes' “se produjo en un tiempo en el que el interés por la inteligencia artificial no era especialmente grande”, han señalado en la publicación económica alemana Business Insider para dar cuenta de por qué nombres como el del pionero español y el del propio científico germano afincado en Lugano han terminado siendo opacados por el relato que pone a productos como ChatGPT, Siri, Alexa o el asistente de Google en la primera línea de la creación de las máquinas inteligentes.

Schmidhuber lo inventó todo”, dice Elon Musk

En el caso de Schmidhuber es fácil encontrar nexos de su trabajo con la Siri de Apple, la Alexa de Amazon, Google Translate, entre otros productos inteligentes, incluido el célebre modelo de lenguaje de OpenAI. El empresario sudafricano Elon Musk, magnate y dueño del fabricante estadounidense de coches eléctricos Tesla y de la red social X – antes Twitter –, ha escrito en uno de sus célebres posts del pasado mes de noviembre: “Schmidhuber lo inventó todo”.

ChatGPT, sin embargo, marca sus distancias con Schmidhuber. Preguntado por elDiario.es sobre el científico alemán, el famoso modelo de OpenAI prácticamente niega ser familia del bávaro. “Jürgen Schmidhuber es una figura prominente en el campo de la inteligencia artificial, especialmente conocido por sus contribuciones al desarrollo de las redes neuronales recurrentes (RNN) y las redes de memoria a corto plazo (LSTM)”, escribe ChatGPT, antes de señalar que “sería una simplificación excesiva referirse a él como el único 'padre' de la inteligencia artificial”. Otros, como la revista económica estadounidense Bloomberg, se ha referido a Schmidhuber como “el padrino del que quiere olvidarse la comunidad de la inteligencia artificial”.

Como científico, el trabajo de Schmidhuber no le ha llevado a ganar grandes cantidades de dinero. Al menos no tanto como aquel otrora grupo de estudiantes de Schmidhuber que fundaron en Londres la firma de inteligencia artificial llamada DeepMind, adquirida en 2014 por Google por unos 500 millones de dólares (unos 450 millones de euros).

Aventuras empresariales, eso sí, Schmidhuber las ha tenido por su cuenta y riesgo. Hoy día también se dedica a dar conferencias. Además, pone su experiencia y conocimiento al servicio de gobiernos para que desarrollen sus estrategias relacionadas con la inteligencia artificial. Y, por si fuera poco, es cofundador y científico en jefe de NNAISENSE, una firma de inteligencia artificial que dice, entre otras cosas, “entregar soluciones basadas en avanzados sistemas neuronales que mejoran cómo están hechos los productos y cómo funcionan”.

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