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ENTREVISTA Sociólogo y economista

Philipp Staab: “Las tecnológicas no son parte de la solución en la trasformación ecológica, sino del problema”

El sociólogo y economista alemán Philipp Staab.

Aldo Mas

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Pese a ser relativamente joven, el sociólogo y economista Philipp Staab (Núremberg, 1983) ya es considerado uno de los más influyentes intelectuales alemanes. Profesor en la Universidad Humboldt de Berlín, este experto en cuestiones de tecnología y mercado laboral acaba de ver publicado su último libro en inglés, Markets and power in digital capitalism (Ed. Manchester University Press, 2024) o “Mercados y poder en el capitalismo digital”, un volumen aparecido hace un par de años en Alemania.

En esta entrevista con elDiario.es, Staab apunta los problemas que representan los gigantes tecnológicos como Apple, Microsoft, Meta o Amazon. Además de constatar la incapacidad europea de generar empresas equivalentes, Staab da a entender que sólo ahora desde el 'viejo contiene' se está tratando de limitar el poder de estos actores digitales que son, en sí mismos, mercados.

“Estas empresas no son organizaciones que estén actuando en mercados sino que son, mejor dicho, mercados en los que actúan otras empresas”, explica Staab, que mira escéptico a una “nueva forma de capitalismo que no se ha dedicado a privatizar compañías públicas, sino que se ha dedicado a hacer de los mercados algo que son propiedad de alguien”.

Usted lleva años investigando y escribiendo sobre el “capitalismo digital”. Dice que ahora mismo estamos en la segunda mitad de la era del “capitalismo digital”. ¿A qué se refiere?

Lo que quiero decir es que en la primera mitad del capitalismo digital se pusieron las bases de unas infraestructuras digitales que luego han creado sus propias áreas de actividad y que ahora son capaces de tener un impacto en otros sectores. Esto ocurrió en los primeros años de este siglo, en las primeras dos décadas, y así fue que determinadas empresas se han convertido en sinónimo del “internet comercial”. Facebook o Meta, Apple, Microsoft y Amazon, por ejemplo. Con la expresión “segunda mitad de la era del capitalismo digital” aludía a que en esta etapa empieza a haber una respuesta a ese poder. Hay otros actores del sector que están tratando de levantar sus propias redes y su propio poder. Ahora, la verdad, creo que se puede enunciar esto de otra manera.

¿Por qué?

Porque, por ejemplo, miremos el antiguo ímpetu que había en Alemania de levantar lo que se llamó “industria 4.0”. Hace once años, los grandes industriales alemanes, instituciones y actores políticos relevantes quisieron levantar una respuesta capitalista al poder de Google, Amazon y demás. Pero esa tentativa fue un fracaso si de lo que se trataba era de plantear un modelo alternativo de crear una economía digital. Porque Europa lo que ha hecho ha sido ponerse a cooperar con los actores digitales estadounidenses y chinos. 

En realidad, ahora estamos más bien en lo que en el ambiente futbolístico llama en Alemania “la tercera parte del partido”, que es cuando los 'hooligans' de los dos equipos se dan cita para pegarse. O sea, que Europa no se ha embarcado en una digitalización propia de su industria. Lo que está haciendo es tratar de regular los mercados digitales para conectarla con su transformación ecológica.

Defiende usted que grandes empresas como Apple, Meta, Microsoft o Amazon no son en realidad empresas, sino mercados. ¿Es esta una idea que no se ha entendido en Europa y por eso no tenemos un gran actor digital europeo como los de Estados Unidos?

Mi idea es que estas empresas no son organizaciones que estén actuando en mercados sino que son, mejor dicho, mercados en los que actúan otras empresas. Esto se ve muy bien mirando un smartphone, un dispositivo que se usa para acceder a todo tipo de bienes digitales o distribuidora de servicios. Cuando accedes, lo haces a través de una puerta, ya sea el sistema operativo de Google o de Apple. Así, los grandes actores digitales lo que están haciendo es facilitar puertas de entrada a un espacio donde se encuentran oferta y demanda. Y eso es lo que entendemos como un mercado. Esta idea, en realidad, se ha terminado entendiendo en la Unión Europea. 

Pero el problema es que la lógica neoliberal ha estado empujando a favor de la creación de más mercados, con la idea de que esos mercados estén cada vez más libres de regulación. Esto es lo que ha dado lugar a una nueva forma de capitalismo que no se ha dedicado a privatizar compañías públicas, sino que se ha dedicado a hacer de los mercados algo que son propiedad de alguien. Por eso yo llamo a los grandes actores digitales “propietarios de mercados”. 

¿Qué implicaciones tiene que los mercados sean propiedad de esas grandes empresas?

No son pequeños mercados. Estamos hablando de que tres o cuatro empresas están controlando el mercado de Internet. De algún modo, es la consecuencia de una forma de gobierno neoliberal. Esto ha debido ser paradójico para los responsables europeos, que ahora están tratando de intervenir. Si piensa, por ejemplo, en la legislación europea de “mercados digitales”, que es la principal iniciativa para gobernar el sector, la idea que hay detrás es contener el poder que hay ya en esos actores con, además, la lógica neoliberal de fondo. Porque, en realidad, la UE no tiene otro modo de hacer política. Ante cualquier problema, la UE actúa como un diseñador de mercados neoliberal.

¿Qué piensa cuando ve movimientos políticos como los registrados recientemente en Europa y Estados Unidos contra la adquisición de la firma iRobot, la empresa de las famosas 'Roombas', a cargo de Amazon?

Lo que ha pasado con iRobot se inscribe en una dinámica que incluye también, por ejemplo, la reciente multa contra Apple de las autoridades europeas. Esto es, justamente, la UE defendiendo el mercado. La UE no está desposeyendo a Apple, sino que le está poniendo límites. Esta defensa de la UE de los mercados es mejor que lo que teníamos hace quince años, sin duda, pero no es una respuesta de verdad al poder de los actores que poseen los mercados digitales.

¿Ve usted una relación entre ese caso y el de la empresa china TikTok en Estados Unidos, donde la firma del gigante asiático podría acabar prohibida?

El caso de TikTok representa la salida de Estados Unidos de su papel de gran defensor del libre mercado, algo que ha estado defendiendo a capa y espada desde los años ochenta. Mientras Estados Unidos sale de esta lógica, la Unión Europea se queda como el último bloque aún defiende el libre mercado. Pero esto es, sobre todo, porque el poder hegemónico europeo, de Alemania, sigue necesitando acuerdos de libre comercio internacionales, y particularmente con China, para vender coches. Pero Europa llega tarde en su defensa de los mercados libre y demás. Llega tarde a la fiesta, una que fiesta consiste, para Estados Unidos, en desconectarse de China. De fondo, el problema para Europa es que no se puede ser el único bloque internacional liberal en un mundo que ha dejado de serlo.

¿Cómo ve usted el impacto de la nueva regulación de mercados digitales a nivel europeo?

En Europa se han dado pasitos para que esos mercados sean más liberales, para que esas grandes empresas dejen de ser esos “propietarios de mercados”. Pero son pasos muy pequeños. Y se están olvidando que lo que ha emergido como consecuencia del capitalismo digital es un tipo de economía que ha desarrollado empresas capaces de reinar sobre mercados enteros. Y esto, al mismo tiempo en el que democráticamente hemos decidido que tenga lugar una gran transformación de la economía: la transformación ecológica.

¿Pero no están Apple, Amazon, Microsoft o Google a favor de esa transformación ecológica?

Se podría decir lo mismo de Shell o de empresas así. Estas empresas tecnológicas pueden decir en sus comunicados que están a favor de la transición ecológica. Hay esfuerzos, también, de descarbonización a cargo de estas empresa tecnológicas. Y la huella ecológica de estas empresas tecnológicas es pequeña en comparación con las empresas del sector del automóvil, el inmobiliario y demás. Pero hay que tener en cuenta que las tecnológicas también están implicadas en esos sectores sin que eso se tenga en cuenta. Están contribuyendo a la huella ecológica de esos otros sectores. 

Y, además, son las empresas que más están creciendo en sus emisiones de dióxido de carbono, porque están creciendo tan rápido que no pueden evitarlo. Por el momento, las tecnológicas no son partes de la solución en la trasformación ecológica, sino del problema. En realidad, una transformación ecológica debería intervenir en los mercados de una manera más pronunciada que la actual, que consiste en diseñar los mercados.

La transformación ecológica, a su entender, necesita una mayor regulación en lugar de esos “pasitos” de los que me habla. Pero ya tenemos en el Gobierno alemán, el Ejecutivo de la tercera mayor economía del mundo, la queja de que desde Bruselas llega demasiada reglamentación y burocracia. ¿No esto un freno para lo que usted propone?

Lo que está pasando en Alemania es que el Gobierno actual lo compone una coalición de tres partidos, socialdemócratas, ecologistas y liberales. Y los liberales son neoliberales duros. Y esto está dando lugar a dificultades en la capacidad de gobernar del Ejecutivo. Los partidos de Gobierno han acordado, sí, la puesta en marcha de una transformación verde de la economía. Han dado mucho poder, por ejemplo, al ministerio de Economía, en manos del ecologista Robert Habeck. Pero, al mismo tiempo, los liberales están teniendo un papel disruptivo y están desafiando en muchas áreas del Gobierno, ya sea la política fiscal o apostando por más mercados y menos burocracia. Lo están haciendo también a nivel nacional en Alemania y a nivel europeo. Esa es, de hecho, la única causa que pueden promover hacia su clientela política.

¿No tienen algo de razón en ello?

El problema en Europa es que hemos alcanzado ya un momento cumbre de la burocratización. Hemos creado, sí, muchas burocracias, a nivel local, municipal, regional, estatal y a nivel europeo. Pero está claro que hacen falta regulaciones, pero también hacen falta estructuras que gobiernen con eficiencia esas regulaciones. Las tecnologías digitales son precisamente útiles para esto, no son tecnologías que sirvan para producir, no son máquinas que producen algo material, son tecnologías que ayudan especialmente a la recogida y procesado de la información para poder mejorar procesos. Si no usamos las tecnologías digitales para mejorar procesos y para ponerlas al servicio de la transformación ecológica, la transformación ecológica no va a tener éxito.

¿Ve usted falta de voluntad política a la hora de avanzar así hacia la transformación de la economía europea en una economía 'verde'?

Ahora mismo, en Europa, la izquierda y el centro-izquierda están quedando marginalizados. Pero para esa izquierda y centro-izquierda, la transformación digital y ecológica es básicamente todo su proyecto político. Si este proyecto no tiene éxito, la izquierda y el centro-izquierda estarán acabados. Mire en Alemania, el Gobierno del canciller Scholz dice ser una “coalición de progreso”. Pero por “progreso” hay que entender “transformación digital y ecológica”.

Y si eso falla, el centro y la izquierda política no van a tener nada más que ofrecer. La derecha, de hecho, podría quedar como única opción. Y esa opción ya se ha manifestado en forma de protestas de los agricultores y ganaderos, o en Francia, hace un tiempo, con los chalecos amarillos. Esas protestas ya están manifestando oposición a la regulación que viene de Europa. Pero es que hacen falta regulaciones porque hay que gobernar el suelo, el agua, la tierra y demás. Hay que gobernar estas áreas de forma eficiente porque si no los agricultores van a acabar en manos de la extrema derecha.

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