En 2017 la Unión Europea aprobó por primera vez que una parte de su presupuesto se destinara al desarrollo de la industria militar. Hasta ese momento el armamento era un tema vetado en las discusiones de una comunidad política nacida con el principal objetivo de evitar nuevas guerras en el continente. Eso cambió durante el mandato del luxemburgués Jean-Claude Juncker al frente de la Comisión Europea, cuando se lanzó el Fondo Europeo de la Defensa para “ayudar a los Estados miembros a utilizar el dinero de los contribuyentes de manera más eficiente”. Tres años y más de una docena de estudios preliminares después, los primeros 16 proyectos de nueva tecnología militar han sido aprobados para ser el primer armamento marca UE de la historia.
Un vehículo terrestre no tripulado, algoritmos para manejar enjambres de drones, misiles de alta precisión o sistemas de refuerzo de la ciberseguridad recibirán un total de 205 millones de euros a través del Programa Europeo de Desarrollo Industrial en materia de Defensa (PEDID). No obstante, esta línea financiación es tan solo un “piloto” para testar el terreno, explica la UE. El Fondo Europeo de la Defensa está presupuestado en 9.000 millones de euros para el período 2021-2027. Como referencia, la UE planea invertir en total 9.200 millones de euros en el mismo período en el programa Europa Digital, cuyo objetivo es desarrollar la supercomputación, la inteligencia artificial, la ciberseguridad civil o las competencias digitales avanzadas.
España, séptimo exportador mundial de armas, participa en 13 de los 16 proyectos a través de varias empresas e instituciones de investigación. Para acceder a estos fondos las empresas debían presentar propuestas conjuntas con otras compañías europeas, aunque el PEDID no financia todos íntegramente. Algunos de ellos deberán encontrar financiación adicional. “Estos costes pueden cubrirlos o las propias compañías o los países de la Unión. La normativa de la UE no dicta quién debe hacerse caso de esos costes”, ha explicado una portavoz a elDiario.es.
“Las pymes (un total de 83) representan el 37% de las entidades que reciben financiación”, añade Bruselas. No obstante, la gran ganadora en de esta ronda de financiación ha sido la multinacional Indra, que lidera tres de ellos y participa en otros dos, con un montante total de 147 millones de euros.
Estas son las características de algunos de esos 16 proyectos:
El iMUGS (Vehículo Terrestre Modular integrado No Tripulado, por sus siglas en inglés) ha sido uno de los proyectos que ha recibido mayor financiación del PEDID, con 30,6 millones de euros. Los restantes dos millones de euros hasta llegar hasta los 32,6 fijados para le techo del programa serán aportados por los nueve países de las 14 empresas participantes, entre los que se encuentra España a través de la compañía GMV Aeroespace and Defence. La base del vehículo será el THeMIS fabricado por la compañía estonia Milrem Robotics, que coordinará la investigación del iMUGS. El THeMIS, uno de los primeros vehículos de su clase, ya se ha desplegado en algunas misiones militares de la UE, como la que se desarrolla en Mali desde 2013.
El THeMIS se compone de una base sobre la que pueden instalarse módulos para múltiples usos: “Apoyo a las tropas desmontadas sirviendo de plataforma de transporte, estación de armas a distancia, unidad de detección y eliminación de artefactos explosivos improvisados y mucho más”, asegura la empresa. La UE espera que el iMUGS copie la “arquitectura modular y escalable” del THeMIS y sea capaz de desarrollar “una amplia gama de misiones”, tanto tripuladas como no tripuladas. Cinco de las empresas participantes en el proyecto se ocuparán de dotar al vehículo de la capacidad de tomar decisiones para llevar a cabo su misión de forma autónoma. La española GMV Aeroespace and Defence trabajará en el diseño de su sistema de control, con el objetivo de desarrollar una plataforma que permita gobernar a la vez otro tipo de vehículos no tripulados, como drones. El plazo de ejecución del proyecto son 30 meses para llevar a cabo el estudio, diseñar un prototipo y probarlo.
En septiembre de 2019 la principal instalación petrolífera de Arabia Saudí fue atacada con una decena de drones provenientes, supuestamente, de Yemen, que atravesaron todo el país y causaron graves daños en la refinería. Un año antes una base rusa en Siria fue atacada por 13 de estas aeronaves no tripuladas. Las ofensivas mediante enjambres de drones ya son parte del presente de la guerra aérea, pero el futuro próximo pasa por decenas o cientos de estos aparatos coordinándose mediante algoritmos para llevar a cabo su misión con mínima interacción humana. EEUU y China compiten por la preminencia tecnológica a la hora de dotar a esta mente colmena de la capacidad de controlar un mayor número de drones. Uno de los 16 proyectos militares seleccionados por la UE para avanzar en este campo es DRONEDGE-E, financiado con unos dos millones de euros.
“El proyecto DRONEDGE-E propone transferir un simulador de enjambre 3D existente al mundo real implementado en drones”, describe Bruselas. El objetivo es que este sistema de control autónomo “pueda ser aplicado a sistemas aéreos no tripulados así como a sistemas híbridos” (aquellos que pueden usarse tanto con tripulación como sin ella). La empresa francesa Nexedi coordinará el proyecto en el que participan otras tres empresas de Eslovenia, Bulgaria y Alemania. Tendrán 24 meses para llevar a cabo un estudio de las posibilidades de esta mente colmena para aparatos militares, aunque no se les ha encargado que la prototipen ni la prueben.
El proyecto GEODE es el más caro de toda la partida presupuestaria EDIDP, con 92 millones de euros en total. También es el que involucrará a más empresas (18) y el que requerirá una mayor aportación de los cinco países participantes, entre los que se encuentra España (unos 43 millones de esos 92 millones de euros saldrán directamente de las arcas de Alemania, Francia, Italia y Bélgica, además de las españolas). Su aspiración es prototipar y probar receptores y antenas de uso militar con los que conectarse con el sistema de navegación por satélite Galileo, el GPS europeo de uso civil.
La UE ha pedido crear “estándares soberanos” militares europeos y disminuir la dependencia de los sistemas de navegación extranjeros como el GPS, desarrollado por el Ejército de EEUU. “Se organizarán pruebas operacionales militares sobre el terreno en plataformas navales y terrestres en múltiples Estados miembros”, detalla Bruselas. Indra, GMV Aeroespace and Defence y Tecnobit son las empresas españolas participantes en el proyecto. Coordinadas por la francesa FDC S.a.r.L, la lista de compañías incluye algunas de las principales multinacionales de la industria armamentística europea como la francesa Thales, la italiana Leonardo o la división militar de Airbus.
La empresa francesa MBDA, que presume de ser “el único grupo europeo capaz de diseñar y producir misiles y sistemas de misiles para satisfacer toda la gama de necesidades actuales y futuras”, ha sido elegida para coordinar el proyecto LynkEUs, que desarrollará un sistema de misiles “de alta precisión” disparados desde tierra contra objetivos “más allá de la línea de visión”. El encargado de apuntar y dar detalles del blanco será un dron. “El proyecto consiste en un sistema de misiles terrestres, una torreta para apoyar y guiar el misil utilizando un UAV [Vehículo Aéreo Autónomo, por sus siglas en inglés] para la designación del objetivo, una plataforma terrestre y un UAV que proporcione una ubicación del objetivo ciber-segura”, describe la UE.
El plan de desarrollo incluye probar el sistema con “una campaña de disparo a gran escala”. El proyecto ha sido financiado con 6,6 millones de euros que saldrán casi íntegramente de fondos comunitarios. Se repartirán entre 10 empresas de Francia, Bélgica y Chipre, además de MBDA. El período de ejecución son 24 meses.
OPTISSE es el proyecto de menor financiación del EDIDP y el único que baja del millón de euros de los 16 seleccionados, pero también es el único que coordina una pyme española. Es Satlantis, especializada en el diseño de cámaras de alta resolución para observar la tierra desde el espacio. En junio una de sus ópticas “miniaturizadas” se instaló con éxito en la Estación Espacial Internacional. Según ha explicado la UE, “el proyecto OPTISSE realizará un estudio de viabilidad y un diseño preliminar de tecnologías innovadoras para una observación de la Tierra rentable y de alto rendimiento desde pequeños satélites”. El plazo de ejecución son 12 meses.
Entre los dispositivos a desarrollar se encuentra un “generador de imágenes ópticas multiespectrales y miniaturizadas de muy alta resolución”, “un subsistema satelital de rastreo”, “un subsistema satelital para la transmisión de datos a alta velocidad”, así como los algoritmos de procesamiento de imágenes necesarios para que todo ello funcione. Satlantis, que coordinará en este proyecto a otras cuatro empresas de Francia, Italia, Alemania y Polonia, desarrolla cámaras capaces de vigilar el suelo desde 500 metros de altura y ser montadas en satélites de menos de 100 kilos. Uno de sus proyectos es un satélite de 75 kilos “diseñado para rastrear estructuras no lineales continuas como tuberías, costas o fronteras”
Además de los citados, España participa en otros nueve proyectos: REACT, que desarrollará sistemas de defensa electrónica para cuando las aeronaves europeas actúen en misiones en las que se les deniega el acceso al espacio aéreo (14,8 millones de euros); FITS4TOP, que investigará un sistema de entrenamiento para pilotos de aeronaves de combate con nuevas tecnologías como realidad aumentada (5,2 millones de euros de presupuesto total); DECISMAR, un estudio sobre cómo implementar nuevas tecnologías a la vigilancia marítima (7,8 millones); SEA DEFENCE, sobre nuevas tecnologías aplicadas a la construcción de buques militares (15,8 millones); el sistema geoestratégico de observación de la Tierra con interpretación automática de los datos PEONEER (8,4 millones de euros); el proyecto para crear un puesto de mando con tecnología punta ESC2 (21,9 millones); el sistema anticolisiones para drones y aeronaves no tripuladas EUDAAS (27,8 millones); LOTUS, que investigará cómo hacer a los drones menos detectables por los radares (9,6 millones de euros); y dos programas destinado a mejorar la ciberseguridad como PANDORA (7,6 millones) y ECYSAAP (18,8 millones).
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