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Sale de la cárcel Nestora Salgado, la miliciana que se enfrentó a los cárteles mexicanos

La miliciana Nestora Salgado, en la rueda de prensa que dio a su salida de la cárcel

The Guardian

David Agren —

Una mujer de Seattle que dirigió una milicia de respuesta a la actividad criminal en su ciudad de origen en México salió este viernes de la cárcel, tras la retirada de los cargos de secuestro que pesaban sobre ella.

Rodeada de gritos de seguidores y flanqueada por miembros de la milicia que lideraba antes de su encarcelamiento, Nestora Salgado dio sus primeros pasos en libertad en Ciudad de México. Salió con la promesa de volver a patrullar en la localidad en la que nació, en el sur del estado de Guerrero, donde se hizo famosa por enfrentarse a bandas criminales y cárteles de la droga acusados de actuar en connivencia con policías y políticos.

“He pagado por crímenes que no he cometido y por nada más que defender a mi pueblo”, dijo Salgado, de 44 años, en una rueda de prensa abarrotada. “La gente me pregunta si tengo miedo, y yo digo: 'Sí, lo tengo, pero quiero morir luchando'”.

Su caso adquirió relevancia mundial cuando los habitantes de varios estados violentos de México tomaron las armas y contraatacaron a los cárteles de la droga, que además de llevar mercancías ilegales a Estados Unidos a través de México están cada vez más implicados en crímenes contra las personas corrientes, como el secuestro y la extorsión. Las milicias –conocidas popularmente como “policía comunitaria”– provocan inquietud en el Gobierno mexicano, pero Salgado afirmó que esos grupos en Guerrero “tienen una estructura y unas normas internas y están formadas por miembros de la comunidad”. Añadió que son “necesarios porque la gente tiene que poder defenderse”.

Salgado, que fue madre adolescente, se trasladó a la zona de Seattle cuando tenía unos 20 años y se dedicó a trabajos no cualificados para enviar dinero a casa. Adquirió la ciudadanía estadounidense antes de volver a su localidad, Olinalá, un pueblo montañoso a unos 275 kilómetros al sur de Ciudad de México. Ahí, en 2012, después del asesinato de un taxista por no pagar a extorsionadores, se metió en las policías comunitarias.

Policía comunitaria permitida por ley

Sus críticos la han acusado de abusar de su autoridad, algo que ella niega. Fue arrestada por los militares en agosto de 2013 tras secuestrar, según las autoridades, a tres chicas adolescentes. Las jóvenes fueron detenidas por la policía comunitaria por traficar supuestamente con drogas en nombre de sus novios narcotraficantes.

El grupo de trabajo de la ONU sobre detenciones arbitrarias determinó que la detención de Salgado era arbitraria y que la formación de fuerzas de policía comunitaria está permitida en la legislación del estado. Estas milicias se organizaron por primera vez en Guerrero hace 20 años, para combatir crímenes como las agresiones sexuales y los robos y para promover la práctica de justicia reparadora que es habitual en las comunidades indígenas.

Los partidarios del modelo afirman que tuvo resultados, aunque los grupos se han separado y algunos no siempre han actuado de forma adecuada. “Esta persecución del Gobierno llega porque quiere evitar que la gente se organice”, afirma el padre Mario Campos, sacerdote católico que formó la primera organización de este tipo, la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias, a la que pertenecía Salgado. “Donde hay seguridad comunitaria, hay mucha más tranquilidad”.

La seguridad en Guerrero, que incluye el ostento de Acapulco y la miseria de localidades indígenas marginales en zonas montañosas inaccesibles, ha empeorado desde el arresto de Salgado. Ha habido crímenes tan notorios como el secuestro y supuesto asesinato de 43 estudiantes en septiembre de 2014.

La situación es suficientemente grave para que el religioso más importante del estado, el arzobispo Carlos Garfias Merlos de Acapulco, pidiera negociaciones con el crimen organizado. Suplicó a los cárteles que declarasen una tregua para esta Semana Santa, en la que muchos mexicanos se van de vacaciones a Acapulco. El gobernador del estado, Héctor Astudillo, incluso ha planteado organizar una cosecha legal de adormidera –la planta del opio–, en un intento de debilitar el control que tienen los criminales sobre pueblos indígenas empobrecidos.

Traducido por: Jaime Sevilla

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