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The Guardian en español

Donald Trump, el gran desmentidor

A Donald Trump se le acumulan los problemas

Lauren Gambino | Tom McCarthy

Entre los extraños y a veces terroríficos múltiples giros de la presidencia de Donald Trump, un patrón se repite: el continuo socavamiento de la autoridad de sus colaboradores clave, principales asesores y responsables de comunicación.

El debilitamiento de la autoridad de su gente sigue una secuencia conocida: un funcionario de Trump (a menudo el atribulado responsable de medios, Sean Spicer) es enviado a dar una respuesta o comunicar un mensaje a los periodistas. Más tarde el presidente se precipita y dice lo contrario.

A continuación, un resumen de algunos de los mensajes contradictorios de su gobierno.

La noticia: Trump proporcionó información secreta a Rusia

Versión oficial: la historia es mentira

Versión de Trump: Quería compartir la información y tenía todo el derecho de hacerlo

El lunes por la noche, el periódico The Washington Post informó que durante una reunión en la Casa Blanca Trump había “revelado información altamente secreta” al ministro de Exteriores y al embajador de Rusia en Washington. Se dijo que el presidente había dado información proporcionada por un aliado de Estados Unidos que no había dado su consentimiento para que se compartiera con Rusia.

La Casa Blanca activó los engranajes y envió a una serie de funcionarios a desmentir el informe. El asesor de Seguridad Nacional, HR McMaster, fue prudente en su rechazo de la información. “En ningún momento se habló de las fuentes de los servicios de inteligencia ni de los métodos, y no se informó sobre operaciones militares que no fueran ya públicas”, dijo.

Pese a la prudencia, McMaster aún insistía en que la historia, “como fue contada, es falsa”. “Yo estaba en la habitación, no ocurrió”.

La número dos en Seguridad Nacional, Dina Powell, también estaba en la reunión. Repitió el desmentido de McMaster. “Esta historia es falsa; el presidente sólo habló de las amenazas comunes que ambos países enfrentan”, dijo el lunes por la noche.

Pero el martes por la mañana, Trump los contradijo directamente. “Como presidente, quería compartir información con Rusia (durante una reunión agendada de forma transparente en la Casa Blanca), algo que tengo todo el derecho de hacer, sobre hechos relativos al terrorismo y a la seguridad en los vuelos”, tuiteó.

La noticia: el despido de James Comey.

Versión oficial: Comey fue despedido por recomendación del fiscal general y del vice fiscal general

Versión de Trump: Yo ya había decidido echarlo; tenía que ver con “este asunto de Rusia”

Donald Trump echó al director del FBI, James Comey, en la tarde del 9 de mayo. La Casa Blanca emitió un comunicado, atribuido a Spicer, extremadamente claro sobre la forma en que el presidente había llegado a esa decisión: “El presidente Trump actuó basándose en las claras recomendaciones tanto del fiscal general Jeff Sessions como del vicefiscal general Rod Rosenstein”.

Después de esconderse entre los arbustos de la Casa Blanca, esa noche Spicer dio la misma explicación al periódico The Washington Post. “Fue todo él”, dijo en referencia a Rosenstein cuando un periodista le repitió la que había sido su respuesta. “Así es. Quiero decir, no puedo, supongo que no debería decir eso, gracias por la ayuda en ese tema... No fue nadie de la Casa Blanca. Fue una decisión del Departamento de Justicia”.

El miércoles por la mañana, los medios habían comenzado a preguntarse si pudo influir en la decisión la investigación de Comey por la posible connivencia entre Rusia y miembros del equipo de Trump. El vicepresidente Mike Pence dio un paso al frente para negarlo. “Eso no tenía que ver con esto”, dijo. “El presidente aceptó la recomendación de su vicefiscal general para sacar a James Comey del cargo”.

Entrevistada por la cadena NBC, la vicesecretaria de prensa de Trump, Sarah Huckabee Sanders, siguió la misma línea. “(Viniendo de) alguien que había hecho una revisión integral, alguien que se merece el respeto y la reputación que se merece el vicefiscal general, (Trump) se lo tomó en serio”, dijo Huckabee Sanders. “Se tomó el consejo en serio. Y tomó una decisión a partir de ahí”.

Hasta ahí, todo bien. Salvo que el jueves, el mismo Trump dio una explicación totalmente diferente a la de sus tres colegas y la propia Casa Blanca. “Yo iba a echar a Comey. Fue mi decisión. Iba a echar a Comey. Por cierto, ningún momento es bueno para hacer eso. Lo iba a echar aunque no hubiera habido recomendación”, dijo durante una entrevista con el periodista de la NBC Lester Holt.

“Y, de hecho, cuando decidí hacerlo, me dije a mí mismo, me dije: 'Sabes, esta cosa de Trump y Rusia es una historia inventada, una excusa de los demócratas por haber perdido una elección que deberían haber ganado”.

La noticia: cómo tratar con Corea del Norte

Versión oficial: suave, suave

Versión de Trump: podría haber un conflicto importante, importante

El 25 de abril Corea del Norte celebraba el 85 aniversario de la fundación de su ejército. Existía la preocupación de que el país pudiera hacer más pruebas con misiles y Estados Unidos había enviado a la región una flota de barcos de guerra.

Los acontecimientos provocaron un frenesí de entrevistas con funcionarios del ejército estadounidense acerca de la política estadounidense con Corea del Norte. Al principio, el mensaje parecía diseñado para calmar los miedos de los que temían un conflicto entre los dos países.

El 26 de abril, el almirante Harry Harris, comandante a cargo del Pacífico, dijo que el despliegue del escudo antimisiles estadounidense Thaad en Corea del Sur era una forma de hacer “entrar en razón” al líder de Corea del Norte, no de “ponerlo de rodillas”.

El mismo día, la Casa Blanca informó al Senado sobre la política con Corea del Norte. Según la cadena CNN, se “aprendió poco” durante esa reunión y la Administración Trump no sugirió ninguna nueva dirección.

Pero dos días después, durante una entrevista con la agencia de noticias Reuters, Trump salió con su propia posible nueva dirección. “Hay una posibilidad de que podamos terminar teniendo un conflicto importante importante con Corea del Norte, completamente”, dijo.

La noticia: más armas nucleares (o no)

Versión oficial: no habrá más armas nucleares

Versión de Trump: necesitamos más armas nucleares. DVersión de Trump:ejen que haya una carrera armamentista

El 22 de diciembre, el entonces presidente electo se olvidó del New Start, un tratado firmado por Estados Unidos y Rusia para reducir su arsenal nuclear, y de las décadas de esfuerzos conjuntos de los partidos republicano y demócrata para limitar el número de armas nucleares, y escribió esto en Twitter:

“Hasta que el mundo entre en razón sobre las armas nucleares, los Estados Unidos deben expandir su potencial nuclear y reforzarlo fuertemente”.

El tuit parecía una respuesta al presidente ruso, Vladimir Putin, que un día antes había hablado en Rusia de “reforzar el potencial militar de las fuerzas estratégicas nucleares”. Sea lo que sea lo que inspiró el comentario de Trump, se extendió el temor de que el presidente electo, nada famoso por su prudencia, podría estar poniendo a Estados Unidos en el camino de una guerra nuclear.

El entonces asesor de comunicaciones de Trump, Jason Miller, salió a escena para aplacar esas preocupaciones y tratar de desmontar la idea de que Estados Unidos estaba engrosando su arsenal. “El presidente electo Trump se refería a la amenaza de la proliferación nuclear y a la necesidad critica de evitarlo”, dijo.

Crisis sorteada. Hasta el 24 de diciembre, cuando Trump contradijo a Miller. “Dejen que haya una carrera de armas. Les superaremos en cada instancia y vamos a durar más que todos ellos”, dijo al presentador del programa Morning Joe, Mika Brzezinksi.

A menudo, el mensaje de la Administración Trump es confuso, desordenado y contradictorio pero del patrón una regla se desprende clara como el agua: si los asesores de Trump dicen una cosa, su jefe probablemente va a decir la contraria.

Traducido por Francisco de Zárate

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