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The Guardian en español

EN PRIMERA PERSONA

Los hombres transgénero pueden ayudar al movimiento feminista. No nos excluyáis

"Las personas trans tenemos cientos de historias que podrían iluminar un debate polarizado"

Lee Hurley

Periodista de Belfast especializado en fútbol y temas LGTBI —

¿Cómo es pasar 36 años con una identidad femenina para luego hacer la transición hacia una masculina justo cuando las mujeres están organizándose en números cada vez mayores y el mundo finalmente reconoce la brutalidad de un género contra el otro? Desde luego, es extraño, pero quizás no por las razones que te estás imaginando.

Cuando comencé mi transición de género, el movimiento #MeToo no estaba presente y mis primeras experiencias en espacios completamente masculinos me dejaron muy confundido. Yo quería ser aceptado por los hombres como “uno más”, pero no soportaba las cosas que oía cuando no había mujeres presentes. Puede sonar horroroso utilizar esa excusa para decir groserías, pero Donald Trump no se equivocó cuando habló con Access Hollywood sobre las “charlas de vestuarios”, incluso si no solo suceden en los vestuarios. Si no estás dispuesto a unirte a la charla misógina, se suele responder con silencio o, como sucedió con el presentador de televisión Billy Bush, con risitas.

Mi instinto me lleva a desafiar cualquier tipo de -fobia o -ismo, pero cuando me enfrenté a este tipo de misoginia explícita, me quedé congelado, quizás por primera vez en mi vida. Temía que iniciar una confrontación acabaría con los hombres acusándome de “no ser un hombre de verdad” y delatar mi pasado como mujer.

Ahora ya no tengo esos miedos. Gané confianza cuando la transición me permitió “pasar” por un hombre cis y cuando me di cuenta de que mi identidad de género no depende de lo que piensen los demás. Pero cuando estás en un sitio intermedio, justo después de salir del armario pero antes de hacer la transición, puede parecer importantísimo que la gente a tu alrededor te asigne el género “correcto”. Me ha llevado bastante tiempo sentirme cómodo con mi identidad trans, al vivir inmerso en una sociedad tan transfóbica. El movimiento #MeToo me ha ayudado. Yo podría haberme convertido en otro hombre haciendo “mansplaining”, pero no ha sido así. Soy un hombre trans que ha vivido de ambos lados y que puede tener un rol interesante en estas discusiones.

Es hermoso ahora ver tantas mujeres hallando su voz, cuando en el pasado yo –igual que tantas mujeres– sentí que era la única que había sufrido acoso sexual o desigualdades estructurales. Por fin las mujeres están expresando su furia, de forma fuerte y clara. Por supuesto, lo irónico es que ahora yo he quedado “afuera” de ese movimiento. Ahora soy uno de “ellos” y siento la pérdida de la comunidad lésbica de la que yo formaba parte. Es extraño no sentirme bienvenido en espacios en los que antes me sentía a salvo, y a menudo me hace sentir solo.

Es fácil comprender que esto sea así. Como hombre trans, no puedo pretender disfrutar de los privilegios de las mujeres, por pocos que sean, simplemente porque viví con una identidad femenina durante 36 años. Pero todos esos años de experiencias no se evaporan sólo porque haya reducido los estrógenos de mi cuerpo. Esas experiencias moldearon quién soy ahora tanto como lo han hecho las cirugías y la testosterona. O quizás aún más. Del otro lado, a las mujeres trans se les suele negar la inclusión total en el movimiento feminista porque algunas vez se identificaron como hombres, a pesar de cómo experimentan la vida actualmente. Comprendo las dificultades que todo esto representa. Pero las ventajas que uno puede haber tenido en el pasado gracias a su identidad de género no eliminan las dificultades que se pueden tener una vez se ha comenzado la transición. De igual forma, las desventajas que yo tuve como mujer no se pueden borrar de mi experiencia de vida ahora que soy un hombre.

Los hombres trans que hacen su transición adquieren muchos, sino todos, los beneficios que tienen los hombres, pero eso no quita lo que pasaron antes. Si el movimiento feminista pretende que los hombres cis se hagan responsables de sus actos, sin importar cuándo sucedieron, entonces no podemos ignorar lo que han sufrido los hombres trans antes de iniciar su transición.

Las personas trans tienen la posibilidad de brindar una perspectiva única sobre todo este asunto. Nosotros hemos experimentado ambos lados de la moneda del género y podemos hablar claramente sobre las diferentes formas en que tratamos a hombres y mujeres, y a todos los que se encuentran en medio de estos dos extremos del espectro. Por ejemplo, yo sé que mi opinión ahora tiene aparentemente más peso porque soy hombre. Los grupos de adolescentes que antes se me acercaban de forma amenazante cuando caminaba por la calle, ahora ni siquiera registran mi presencia. Por otro lado, los hombres no tienen ningún problema en empujarme para poder acercarse a una mujer atractiva. Las mujeres que antes podían haberme saludado con la cabeza al pasar a mi lado en una calle desierta, ahora cruzan de acera y aceleran el paso.

Las personas trans tenemos cientos de historias que podrían iluminar un “debate” polarizado. El acoso misógino explícito que sufría cuando escribía sobre fútbol con una identidad de mujer dejó de existir en cuanto la gente comenzó a percibirme como un hombre. Sin embargo, mis ideas sobre fútbol siguen siendo las mismas, sólo que ahora no me llaman “zorra estúpida” ni me dicen que “regrese a la cocina”. Además, los hombres dejaron de amenazarme con violarme o matarme. Ser hombre claramente tiene sus ventajas. Las personas trans somos experimentos de género reales, que andan y hablan, y sin embargo parece que son pocos los interesados en los resultados.

No importa cómo me sentí por dentro durante aquellos 36 años. El mundo me veía, socializaba conmigo, me trata y me catalogaba como una mujer, me gustara o no. Sé lo que es vivir en este mundo como una mujer y quiero utilizar mi estatus masculino para ayudar a la causa feminista. Dejad de preguntarnos a los trans sobre nuestros genitales y comenzad a preguntarnos si es cierto que a los hombres se les toma más en serio sólo por el hecho de ser hombres. (Es cierto: los hombres trans aseguran que son tomados más en serio que antes de iniciar la transición y las mujeres trans declaran lo opuesto). Los hombres me escuchan más atentamente cuando hablo. Es como si fuera un agente secreto luchando por el feminismo y socavando al patriarcado desde dentro. Es la propia estructura del patriarcado la que me permite hacerlo.

Si incluimos personas al movimiento #MeToo basándonos en si han sufrido represión sistemática en manos del patriarcado, entonces los hombres trans podemos tener un rol muy útil.

Traducido por Lucía Balducci

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