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Sobre este blog

UNRWA es la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina en Oriente Medio. Desde 1949 trabajamos para proporcionar asistencia, protección y defensa a más de 5 millones de refugiados y refugiadas de Palestina, que representan más de la quinta parte de los refugiados del mundo y que actualmente viven en campamentos de refugiados en Jordania, Líbano, Siria y el territorio Palestino ocupado (la franja de Gaza y Cisjordania), a la espera de una solución pacífica y duradera a su difícil situación.

Atrapada en Gaza y luchando contra la COVID: “Tuve que luchar sola”

Gaza
Centro de salud de UNRWA en Gaza

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En Gaza, se enfrentan a 14 años, atrapados, aislados. Sometidos a un bloqueo que no les permite entrar ni salir. Con un sistema sanitario colapsado desde hace mucho, Gaza hace frente a una antigua batalla que viene a recrudecerse en el peor momento: la salud mental, de nuevo, queda relegada a un segundo plano. Del total de pacientes que necesitan atención psicológica en Gaza, sólo el 15% de los pacientes la acaban recibiendo; en una ciudad en la que la población convive con el bloqueo y asedio israelí, y con altos niveles de pobreza y paro.  

“La cuarentena fue un momento difícil. Estaba deprimida y me puse en los peores escenarios. Tenía miedo de perder mi vida e infectar a mi marido o provocar la muerte de alguien”, dijo Nihal. 

La propagación del virus y su impacto económico han agregado una nueva y pesada carga sobre los hombros de la población gazatí que, durante más de 14 años, ha estado sufriendo un bloqueo que viola sus derechos básicos. Además del impacto económico y social del coronavirus, la pandemia también ha dado lugar a secuelas psicológicas que raramente son tratadas. El estrés, el miedo y la incertidumbre, que la gente lleva experimentando desde hace años, han aumentado por el reciente encierro y la imposibilidad de mantener las distancias sociales. En Gaza, una de las ciudades más pobladas de Oriente Próximo, por cada metro cuadrado contamos hasta cuatro personas, según la Oficina Central de Estadísticas de Palestina.  

Nihal Ashour, de 34 años, abogada, madre de dos niños y refugiada de Palestina en Isdud, vive en el enclave costero. Contrajo el virus mientras asistía a la ceremonia de graduación de su hermana, antes de que se detectaran los casos fuera de los centros formales de cuarentena de la ciudad. “Dos días después de la ceremonia, recibí una llamada telefónica de uno de mis amigos con los que estuve ese día diciendo que el resultado de su PCR era positivo”. 

Nada más recibir la noticia, se encerró en su habitación por temor a infectar a sus dos hijos. Dos días después de la auto cuarentena, Nihal empezó a experimentar pérdida del olfato y el gusto. Al quinto día, comenzó a sentir fiebre alta y dificultad para respirar. “Estaba sola en la habitación. Tuve que luchar sola. A veces, me obligaba a levantarme y tomar mis medicinas”. El esposo de Nihal siguió todos los procedimientos de cuarentena domiciliaria y solía ​​llevarle comida y bebida en platos y vasos de plástico. La única forma de Nihal de ponerse en contacto con su marido y sus hijos, que ocupaban la habitación contigua de la casa, era mediante video llamadas. 

El estrés y la depresión dejaron paso al consuelo cuando leyó Vidas robadas: veinte años en una cárcel del desierto de Malika Oufkir. “Le pedí a mi madre que me trajera algunas novelas en las que pudiera inspirarme”. Toda su familia y amigos se volcaron en proporcionarle apoyo para que superara el virus, al menos anímicamente. 

Sanitarios y sanitarias, víctimas en primera línea 

Ahmad estaba aterrorizado cuando recibió un mensaje que decía que su PCR dio positivo, especialmente porque se estaba preparando para regresar a casa después de semanas de trabajo en el hospital. En dos días recibió decenas de llamadas y mensajes de apoyo de familiares y amigos que hicieron lo posible por animarle. 

Ahmad Qassim es un enfermero de 25 años de un barrio del sur de Gaza conocido como el barrio saudí, que UNRWA construyó para albergar a refugiados y refugiadas de Palestina cuyas casas fueron demolidas por la ocupación israelí. Trabaja en cuidados intensivos, donde los pacientes dependen completamente del personal médico y de enfermería. El Ministerio de Salud designó al hospital donde trabaja como centro referente en epidemiología durante la crisis. “Inmediatamente después del resultado de la prueba, el personal del Ministerio de Salud me llevó a la zona de cuarentena en el hospital. Los días de la cuarentena fueron demasiado largos y deprimentes, pero solo las voces y las llamadas de la gente fueron mi consuelo ”. 

Las largas horas de trabajo, la falta de equipos de protección y el temor a contraer infecciones generaron altos niveles de estrés y desazón entre los sanitarios, que siguen trabajado sin descanso. 

En Palestina, no hay estadísticas claras sobre cómo el coronavirus, o el bloqueo y la ocupación, afectan psicológicamente a la población y la realidad es que tan solo el 2% del presupuesto del Ministerio de Salud se destina a programas de salud mental. Entre los 10.500 psicólogos que trabajan para el Ministerio de Salud, solo 32 viven en la franja de Gaza. Y únicamente el 15% de las personas que necesitan terapia psicológica la reciben. UNRWA también ofrece servicios de ayuda psicosocial a la población refugiada pero los recortes a la financiación de la Agencia han reducido el impacto de estos servicios tan necesarios para la población de Gaza.  

En muchas ocasiones la solidaridad y empatía de la ciudadanía intentan compensar esta falta de recursos y personal especializado en salud mental, sin embargo, la situación psicosocial a la que el bloqueo, la ocupación, y ahora la pandemia, someten a la población palestina es compleja y requiere de un programa de intervención articulado y  de profesionales especializados. 

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UNRWA es la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina en Oriente Medio. Desde 1949 trabajamos para proporcionar asistencia, protección y defensa a más de 5 millones de refugiados y refugiadas de Palestina, que representan más de la quinta parte de los refugiados del mundo y que actualmente viven en campamentos de refugiados en Jordania, Líbano, Siria y el territorio Palestino ocupado (la franja de Gaza y Cisjordania), a la espera de una solución pacífica y duradera a su difícil situación.

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