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Sobre este blog

UNRWA es la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina en Oriente Medio. Desde 1949 trabajamos para proporcionar asistencia, protección y defensa a más de 5 millones de refugiados y refugiadas de Palestina, que representan más de la quinta parte de los refugiados del mundo y que actualmente viven en campamentos de refugiados en Jordania, Líbano, Siria y el territorio Palestino ocupado (la franja de Gaza y Cisjordania), a la espera de una solución pacífica y duradera a su difícil situación.

Sharaya, la voz de los 74 años del éxodo de la población de Palestina

Cisjordania
Ahmed Sharaya, refugiado de Palestina de 76 años recuerda cómo él y su familia vivió la Nakba

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“No tuvimos opción de quedarnos”. Indefensos y a punta de pistola, así fueron expulsados de sus tierras los palestinos y palestinas tras la guerra Árabe-Israelí de 1948. Entre la población palestina a este éxodo se le conoce como la Nakba, la catástrofe en la que más de 700.000 personas fueron expulsadas de sus hogares y tierras. Esta semana hace 74 años de este horror. Les echaron a la fuerza y bajo el sonido de las balas.   

Con calma y delicadeza Ahmed Sharaya, refugiado de Palestina de 76 años, busca las palabras que expliquen cómo vivió la Nakba. Su voz, entrecortada por el paso de los años, nos traslada a otra época.  

Vive en el campamento de refugiados y refugiadas de Palestina de Balata, al sur de Nablus, Cisjordania, pero su pueblo originario se llama Kafr Aana. Cuando él y su familia fueron expulsados, buscaron refugio en la aldea de Birzeit. Allí dormían bajo los árboles: “Éramos 8 familias desplazadas de Kafr Aana y 5 del pueblo de al-Khairiya. Solíamos atar una manta entre las ramas de los árboles y extender otras en el suelo, de modo que pareciera una tienda de campaña para protegernos de los rayos del sol. Estuvimos así hasta 1950 cuando nos dirigimos a la aldea de al-Lubban al-Gharbi”. 

“En 1951 llegamos a una llanura desértica, sin gente. Mi familia y yo fuimos los primeros en instalar una tienda de campaña. Los automóviles de UNRWA nos llevaron hasta allí, al campamento de Balata. Después, comenzaron a llegar familias de refugiados de todas partes”. UNRWA proveía de tiendas de campaña a las familias que iban llegando. “Las carpas eran para nosotros como un hotel donde se acogía a refugiados y refugiadas. En su sencillez eran un sueño: casa, comida y bebida”. 

El Eid, para la población musulmana, es uno de los días más importante de su fiesta sagrada. Marca el fin del Ramadán y, por tradición, se regala y se estrena. Ahmed vivió el Eid de esa época con mucha tristeza. Se acercaba el día y la pobreza que le rodeaba le hizo darse cuenta que ese día iba a ser muy diferente al del resto de los años. “Lloré mucho. Quería comprar pantalones nuevos y una camisa para estrenar en Eid. Mi madre no tenía suficiente dinero, pero encontró una solución inolvidable”, comenta. El ingenio de una madre es inagotable y la suya consiguió confeccionar un pantalón y una camisa con una de las cortinas de la carpa.  

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20 años después de la Nakba, Sharaya consiguió visitar el pueblo de su infancia, una de las situaciones más complicadas de conseguir después de haber sido expulsado de él a la fuerza. “Mis padres solían describirme mucho nuestra casa. Conservé los detalles de nuestro pueblo a partir de su descripción y de la narración de sus playas, calles y edificios.  Aunque yo era pequeño cuando lo dejamos atrás, volver me hizo recordar mucho. Vi nuestra casa, a 250 metros de la rotonda del pueblo. Recuerdo que me contaban que una casa de dos pisos, con luces blancas, y en su patio, un tractor verde y una cosechadora que usaban mis padres”. 

Sharaya se crio rodeado de naranjos y huertos. “La gente de mi pueblo se sentaban bajo los naranjos en la tierra de mi abuelo y esperaba que llegaran los autobuses para ir a Jaffa. Los árboles les protegían de la sombra del verano y de la lluvia de invierno. Mi abuelo murió deseando volver. En su lecho de muerte me pidió que le leyera el periódico, y me dijo, ‘Ahmed, ¿hay alguna noticia en el periódico que diga la fecha de nuestro regreso a la aldea?’”, comenta apenado.  

La opresión que acompañó al éxodo de la tierra de Palestina solo fue el inicio de un sistema de opresión y ocupación que vulnera los derechos de la población palestina hasta día de hoy.  

“Mi tío y yo visitamos nuestro pueblo nuevamente en 1985. Antes de ser expulsados, mi tío era dueño de un restaurante allí, y cuando salió, se quedó sin nada. Al llegar al pueblo de nuevo, comenzó a llorar sin consuelo. Antes de regresar al campamento, visitó los restos de su casa demolida y recogió algunas losas de su tierra, ramitas de naranjos y barro”. Al volver al campamento, Sharaya sorprendió a su tío decorando la casa con las losas y el barro de su hogar en Kafr Ana. A su muerte, pidió que la tierra y las losas de la casa de su pueblo fueran enterradas junto a él, “para que sentir que, aunque sea en su tumba, ha podido regresar a su hogar”.   

A pesar de las difíciles circunstancias, Sharaya completó sus estudios en las escuelas de UNRWA, en el campamento. “La escuela era una carpa. No teníamos dinero para zapatos, por lo que a menudo íbamos descalzos. Recuerdo que en el invierno estudiábamos mientras el agua se filtraba debajo de nuestros pies y los sumergía”. Más tarde, también completó sus estudios universitarios en el Instituto de Profesores de UNRWA, y trabajó como profesor en el campamento de refugiados y refugiadas de Jenin durante 10 años. Continuó su carrera docente enseñando en las escuelas del campamento de Balata hasta 2002. 

 “Amo el campamento porque es un testigo de nuestro sufrimiento y de nuestro derecho a regresar a Kafr Ana. La gente aquí es amable y me aprecian. Soy un hombre con discapacidad y tanto niños, niñas como adultos siempre que les necesito me ayudan. Somos todos una familia. Y pronto regresaremos a Kafr Anna”. 

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UNRWA es la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina en Oriente Medio. Desde 1949 trabajamos para proporcionar asistencia, protección y defensa a más de 5 millones de refugiados y refugiadas de Palestina, que representan más de la quinta parte de los refugiados del mundo y que actualmente viven en campamentos de refugiados en Jordania, Líbano, Siria y el territorio Palestino ocupado (la franja de Gaza y Cisjordania), a la espera de una solución pacífica y duradera a su difícil situación.

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