Coronando un cerro y dominando un paisaje estratégico: la fortaleza medieval de Guadalajara que data del siglo IX
Situado en el noreste de Guadalajara, el Castillo de Riba de Santiuste pertenece a la pedanía de Sigüenza, en Castilla-La Mancha. Construido sobre una elevación rocosa a 1.042 metros de altitud junto al valle del río Salado, su ubicación estratégica permitía controlar el paso entre territorios y servía como punto defensivo en época medieval.
Su origen se remonta al siglo IX, durante el dominio andalusí, aunque fue ampliado y modificado tras la conquista cristiana en el siglo XI. A lo largo de los siglos, el castillo fue escenario de conflictos militares, disputas políticas y transformaciones arquitectónicas. En el siglo XV llegó a ser tomado por tropas del Reino de Aragón y posteriormente recuperado por el obispado de Sigüenza que lo usó como fortaleza episcopal.
Hoy en día, el castillo no está abierto al público, pero puede visitarse su entorno. Aunque su interior fue reformado en el siglo XX por propietarios particulares, su estructura exterior conserva elementos defensivos originales que permiten apreciar su función histórica y su relevancia patrimonial en la región. Si eres un amante de la historia medieval, los paisajes imponentes y los rincones con identidad propia, no puedes dejar pasar una visita al Castillo de Riba de Santiuste.
Historia del Castillo de Riba de Santiuste
Situado en la pedanía de Sigüenza, el Castillo de Riba de Santiuste tiene su origen en época andalusí cuando formaba parte del sistema de fortalezas fronterizas que controlaban las rutas y accesos entre los reinos cristianos del norte y los territorios musulmanes del sur. Por su ubicación en lo alto de un cerro rocoso, su función principal era de vigilancia y defensa del entorno, especialmente del valle del río Salado.
En el año 917, durante una de las campañas militares de la Reconquista, las tropas del rey leonés Ordoño II obtuvieron una victoria contundente sobre los musulmanes en la batalla de San Esteban de Gormaz. Tras la conquista cristiana de Toledo en 1085 por Alfonso VI, el castillo pasó definitivamente a manos del reino de León-Castilla. Unos años después, en 1124, su nieto Alfonso VII lo donó, junto con la villa y sus posesiones, a Bernardo de Agén, primer obispo de la restaurada diócesis de Sigüenza. Este vínculo con el obispo se mantuvo durante siglos, siendo confirmado posteriormente por otros monarcas como Alfonso VIII en 1189 y Alfonso X en 1276.
Durante el siglo XV, el castillo fue objeto de disputa territorial y cayó en manos de tropas aragonesas y navarras. En 1452 fue recuperado por el obispo Juan de Luján con apoyo militar del deán Diego López de Madrid. Esta reconquista consolidó de nuevo el control eclesiástico sobre la fortaleza. Al morir el obispo, en 1476, Diego López fue elegido por el cabildo como nuevo titular de la diócesis.
A lo largo de la historia, el castillo desempeñó un papel tanto militar como simbólico, vinculado estrechamente a los intereses del obispado de Sigüenza en una época en que el poder religioso también conllevaba influencia territorial y defensiva. Aunque su uso militar fue disminuyendo con el tiempo, el Castillo de Riba de Santiuste quedó como testimonio de los conflictos fronterizos que marcaron la Edad Media en esta zona de Castilla.
Estructura y elementos defensivos del castillo
El Castillo de Riba de Santiuste está construido sobre un cerro rocoso a 1.042 metros de altitud, dándole una posición privilegiada para vigilar los alrededores. Su forma alargada se adapta al terreno, y está rodeado por muros altos con almenas y varios torreones que refuerzan su defensa. La entrada principal se encuentra en el lado norte mediante un camino custodiado por murallas.
En el interior hay tres zonas separadas, pensadas para funcionar de forma independiente si era necesario. También cuenta con dos aljibes para el abastecimiento de agua y varias estancias distribuidas en dos pisos. Las habitaciones son de pequeñas dimensiones y reflejan un uso principalmente funcional y defensivo.
En el extremo sur, el castillo tiene un patio cerrado por muros almenados que bajan en pendiente desde una torre hasta formar un espacio con dos cubos en las esquinas. Esta parte servía como barrera defensiva adicional. Al norte, otra sección termina en un torreón de planta pentagonal, diseñado para mejorar la defensa y la vigilancia.
El entorno histórico, natural y cultural de Sigüenza
El Castillo de Riba de Santiuste no solo destaca por su historia y arquitectura, sino también por su relación con el rico entorno cultural de Sigüenza, municipio al que pertenece. Desde las alturas, fortalezas como esta han sido testigo del paso de civilizaciones que han dejado huella en cada rincón de la ciudad.
Entre sus visitas imprescindibles está la Catedral de Sigüenza, uno de los mejores ejemplos del estilo cisterciense y gótico primitivo de Castilla. En su interior destacan capillas como la de los Arces o San Pedro, junto con los bellos rosetones y la célebre estatua del Doncel. Otros lugares de interés son la iglesia de San Vicente, la de Santiago y los restos de las antiguas murallas que se integran en la trama urbana. Sigüenza también conserva importantes ejemplos de arquitectura renacentista y barroca, visibles en la Plaza Mayor, el Barrio Humanista, la Casa Plateresca o el Palacio episcopal. Conventos, ermitas y palacetes enriquecen este conjunto donde cada fachada o rincón invita a detenerse.
La naturaleza es otro valor destacado de la comarca. El Parque Natural del Río Dulce, junto al entorno protegido del Río Salado y los Saladares ofrecen espacios únicos para el senderismo y la observación de fauna y flora. Además, la gastronomía local completa la experiencia con platos tradicionales de la zona como el cordero asado, las migas con chorizo, la sopa castellana o los postres típicos como las yemas del Doncel que reflejan la tradición culinaria de la región.
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