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Ruta por los pueblos de la Sierra de Tramontana de Mallorca

Panorámica de Valldemosa, en la Sierra de Tramontana

Roberto Ruiz

Si algo tiene la isla de Mallorca es que es capaz de ofrecer mucho en muy poco espacio. Tenemos pueblos cargados de historia, una vegetación rica y variada, una gastronomía que enamora, altas montañas que se asoman al mar y playas y calas para convencer a los amantes de las aguas cristalinas de color turquesa. Y todo esto en muy pocos kilómetros.

Visto así Mallorca se merece una visita tranquila para disfrutar de todos sus atractivos, aunque si sólo nos podemos permitir una escapada de fin de semana también nos valdrá para hacernos una idea de por qué tendremos que volver con más tiempo.

Que el turismo alemán e inglés ha tomado la isla es una realidad, pero si huimos de las zonas playeras más comunes aún podemos encontrar rincones de auténtico sabor autóctono. La Sierra de la Tramontana es un buen ejemplo de ello, una cordillera larga y estrecha pintada con casas de piedra, cultivos en terrazas, acantilados y calas escondidas. No por casualidad fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2011. Una ruta que sí o sí debe formar parte de nuestra visita a Mallorca para conocer algunos de los pueblos con más encanto de la isla. Esta ruta de suroeste a noreste te llevará por todos ellos.

Valldemosa

Valldemosa es uno de los imprescindibles cuando recorremos la Sierra de Tramontana en Mallorca. Un lugar para perderse por sus estrechas calles de piedra repletas de plantas, macetas y contraventanas de colores.

Todo gira alrededor de la Real Cartuja de Valldemosa, habitada por monjes cartujos de 1399 a 1835, y también por el Rey Sancho. También pasaron por este monasterio nombres como Chopin y George Sand, hoy el visitante puede disfrutar de sus estancias, su claustro e incluso de conciertos de piano privados.

Un consejo: una visita a Valldemosa no se considera completa si no nos sentamos a merendar en la terraza de Can Molinas. No hace falta ni que mires la carta, lo que tienes que pedir es una coca de patata y una horchata de almendra. Nos agradecerás esta recomendación.

Deià

Deià crece sobre las laderas de la montaña y se rodea de cultivos en terrazas frente al mar. Un pueblo que se hizo famoso por haber sido residencia del escritor Robert Graves pero que debe su belleza a su enclave montañoso, a sus calles empedradas y al mimo que sus vecinos ponen en cuidar cada uno de sus rincones.

Poco antes de llegar a Deià se encuentra el mirador de Sa Foradada, posiblemente uno de los mejores lugares para disfrutar de la puesta de sol de toda la isla.

Un consejo: merece la pena bajar hasta la cala de Deià, un pequeño rincón pesquero donde nos podemos zambullir en aguas transparentes y, para hacerlo perfecto, comer en el restaurante Ca’s Patro March, una pequeña terraza al pie del mar donde disfrutar de un excepcional pescado fresco.

Sóller

Sóller es la localidad de mayor importancia de toda la Tramontana, tanto que puede presumir de estar conectada por un bonito trayecto en tren con la ciudad de Palma.

Su época de esplendor, al haber sido puerto comerciante con Francia o Barcelona, dejó un legado arquitectónico modernista que merece la pena conocer. El museo Can Prunera es un buen ejemplo de ello.

Un consejo: además de ver pasar el tranvía de Sóller también merece la pena subirse en él y recorrer sobre raíles el camino que nos lleva hasta el Puerto de Sóller, el traqueteo de la madera nos hará viajar en el tiempo.

Fornalutx

A sólo unos minutos de Sóller se encuentra Fornalutx, pequeño y coqueto. Como recuerdan las placas que encontrarás por sus calles, es considerado uno de los pueblos más bonitos de España. Merece la pena dejarse asombrar por la arquitectura del lugar, sus calles sinuosas y empinadas, y las enormes casas de piedra recuperadas y cuidadas al detalle.

Un consejo: visitar Fornalutx cuando cae la noche hace que sus calles, tenuemente iluminadas, cobren un halo especial.

Santuario de Lluc

En él reside la Vírgen de Lluc, la patrona de Mallorca, y el primer sábado de agosto se celebra la Lluc a Peu, una peregrinación que lleva a más de 50.000 personas desde Palma hasta el Santuario a lo largo de 48 km. Se puede visitar su basílica, su museo e incluso su jardín botánico. El Santuario de Lluc cuenta además con hospedería por si se desea vivir una experiencia aún más auténtica al pernoctar en alguna de sus celdas.

Un consejo: de camino a Lluc no podemos dejar de pasar por Sa Calobra, la carretera más famosa de Mallorca, y subir hasta el Col dels Reis. Curvas y más curvas con espectaculares vistas al mar.

Cabo de Formentor

En el extremo norte de Mallorca la tierra se acaba dando forma al Cabo de Formentor, una pequeña prolongación donde la Sierra de Tramontana termina encontrando el mar. Si llegados a este punto nos apetece arena blanca y agua cristalina tenemos la playa de Formentor, más tranquila y pequeña que la famosa y no muy lejana playa del Muro.

Un consejo: al recorrer el Cabo de Formentor no debemos pasar por alto el mirador Es Colomer, nadie debería irse de Mallorca sin contemplar una de las vistas más bellas de toda la isla.

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