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Así es el Señorío de Bertiz, el Parque Natural con más historia de Navarra

El Señorío de Bertiz, en Navarra.

Roberto Ruiz

En el Valle de Bertizarana, en el concejo de Oieregi, el Señorío de Bertiz se convirtió en 1984 en el primer Parque Natural de Navarra. Lo que un día fue el lugar de disfrute de unos pocos, gracias al deseo de sus últimos propietarios hoy es un lugar idílico en el que encontrarse con la naturaleza. Una enorme finca de 2.052 hectáreas, con un gran bosque y un cuidado jardín, que además de acercarnos a más de 120 especies de árboles y arbustos, nos deja unos paisajes de verdadera postal. 

Hay que remontarse hasta finales del siglo XIV para encontrar la primera referencia sobre el Señorío. La finca pasó de generación en generación hasta que el Señorío se vendió a Pedro Andrés de Oteiza, un industrial maderero, que posteriormente lo dejó en manos de su hijo Felipe Oteiza. Pero en 1898, dadas las necesidades económicas de los propietarios, la finca fue adquirida por D. Pedro Ciga y Dña. Dorotea Fernández. El matrimonio responsable del entorno que encontramos actualmente. 

Los Ciga-Fernández, y su sentido de protección de la naturaleza, recuperaron los bosques de Bertiz y pusieron en valor los jardines, reconstruyendo elementos arquitectónicos y ornamentales, poniendo en pie de nuevo el antiguo Palacio, y dotando al jardín de fuentes, estanques, pérgolas, cenadores y miradores. Don Pedro de Ciga falleció en 1949 y legó por testamento hológrafo la finca al Gobierno de Navarra bajo la exigencia de conservarla sin variar sus características. Y así fue. De manera que hoy, además de ser Parque Natural, también es parte de la RED NATURA 2000 de Navarra. 

Un bosque y un jardín listos para disfrutar

El Señorío de Bertiz tiene espacios para todos los gustos, desde largos caminos para los amantes del senderismo hasta tranquilos jardines para los que busquen un poco de relax inmersos en la vegetación. Y las zonas están bien diferenciadas, por lo que los primeros podrán poner rumbo al bosque de Bertiz, y los segundos al Jardín Histórico-Artístico de Bertiz. 

  • De paseo por el bosque de Bertiz

En el bosque de Bertiz, con sus 2.048 hectáreas, tenemos opciones para caminar lo que queramos. Cuenta con diferentes recorridos, de distinta longitud, dificultad y pendiente para que cada cual opte por el que más le interese, y así pueda meterse de lleno en este bosque caducifolio atlántico. Tenemos siete senderos señalizados: el de Aizkolegi (22 km), el de Plazazelai (16 km), el de Erreparatzea (1,5 km), el de Iturburua (6 km), el de Suspiro (9 km), el de Irretarazu (11 km) y el de Plazazelai-Aizkolegi, que une las dos pistas principales del Parque. Gracias a ellos podemos adentrarnos en uno de los hayedos más importantes de Navarra, al que se unen también robles y marojos. Y que es, curiosamente, hogar de las siete especies distintas de pájaros carpinteros que habitan en la península.

  • El Jardín Histórico-Artístico, el mayor tesoro del Parque

Muchos de los que llegan a Bertiz lo hacen atraídos por la belleza y singularidad del Jardín Histórico-Artístico. Con sus más de 100 años de antigüedad forma ya parte de la historia de Navarra, y es un excelente ejemplo de cómo a mediados y finales del siglo XIX la jardinería era una moda en Europa. En aquél momento los jardines franceses eran la referencia, con sus cursos de agua, sus fuentes, sus manantiales, sus lagos y sus pequeñas y coquetas construcciones, mientras que al mismo tiempo los jardines ingleses, ya desde un siglo antes, apostaban por los paisajes. El Jardín Histórico-Artístico de Bertiz combina ambos conceptos, tal y como se empezó a hacer a principios del siglo XX. Un jardín de pequeño tamaño, con ciertas influencias orientales, en el que hay abundancia de grandes árboles con pequeños arbustos y plantas bien cuidadas, sin que falte la presencia del agua. 

Combinando diferentes elementos, en Bertiz se consigue una armoniosa riqueza paisajística entre variados ambientes. En él pasaremos por un bello entramado de caminos y senderos, que nos llevan a rodear árboles de muy diversos tipos, arbustos, setos y macizos florales, que en conjunto componen una nutrida representación de especies autóctonas y exóticas procedentes de diferentes rincones del mundo. Un lugar idílico por el que pasear, entre estanques, pequeños puentes y glorietas, que nos llevan hasta lugares que merece la pena destacar:

  • La pérgola de los colores, un cenador de inspiración romántica con planta dodecagonal. 
  • La capilla, que en 1908 fue transformada a estilo modernista con una marquesina exterior.
  • El mirador, que se apoya sobre el río Baztan con su estilo oriental y su cubierta de escamas cerámicas vidriadas. 
  • La pérgola sobre el lago, con barandilla de hormigón que imita madera, de estilo modernista.
  • Y árboles únicos, como un ciprés de los pantanos, los tejos, el ginkgo, el liquidámbar, el bambú negro, el paseo de los tilos o la enorme secuoya roja. 

Con un especial protagonismo destaca el Palacio de Bertiz, cuya construcción actual data de los siglos XVII y XVIII, de tres plantas y balcones de hierro forjado, que en la actualidad acoge salas de exposiciones, reuniones y congresos. Anexo a él se encuentra el Centro de Interpretación de la Naturaleza, en un edificio denominado Tenientetxea, que ayuda a comprender los valores naturales del Parque, y en la Cochera, donde antes se guardaban los carruajes, hoy encontramos una maqueta del Parque Natural y el audiovisual de Bertiz. El mejor lugar para comprender lo que nos rodea. Eso sí, para entrar en el Jardín Histórico-Artístico es necesario adquirir una entrada, mientras que el bosque es de acceso gratuito.

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