Siete planes de última hora para pasar una Semana Santa rural

Calles de Valldemosa, Sierra de Tramontana, Mallorca

Roberto Ruiz

11 de abril de 2019 15:13 h

Hay que aprovechar los días libres para darse un capricho viajero, en eso seguro que estamos todos de acuerdo. Conforme se acerca Semana Santa los destinos empiezan a revolotear por nuestra cabeza y buscamos darle forma a nuestra próxima escapada. Que si playa, que si montaña, que si alguna capital europea… Pero pasan los días y los alojamientos vuelan, los precios suben y las opciones se acaban.

Si buscas pero no encuentras, te proponemos siete destinos rurales para que disfrutes de una Semana Santa en la naturaleza antes de que te pille el toro por completo. Siete entornos para encontrar la tranquilidad, respirar aire puro, vivir sin prisas, hacer senderismo, alojarte en alguna casa rural, visitar algún pueblo con encanto y comer cosas ricas, de las de toda la vida.

Sierra de Grazalema, Cádiz

El pueblo de Grazalema se encuentra en la gaditana Sierra que lleva su propio nombre y pertenece a la red de los pueblos más bonitos de España, lo que ya es una buena señal. Un pueblo de casas blancas en medio de la montaña, con un casco central declarado Conjunto Histórico y muchas cosas que contar.

Pequeño, repleto de rincones tranquilos y rodeado de montañas verdes. Los amantes del senderismo tendrán aquí un buen repertorio de senderos en los que estirar las piernas y una visita obligatoria en el pinsapar de Grazalema, lo que le dio a esta zona el honor de ser declarado Reserva de la Biosfera y Parque Natural.

El Cañón del Sil, Lugo y Ourense

El Cañón del Sil se encuentra en plena Ribeira Sacra gallega, una profunda garganta de roca por la que el río Sil ha ido marcando su camino creando una ruta sinuosa en un paisaje espectacular. Se abre paso entre las provincias de Lugo y Ourense y en algunas zonas las paredes rocosas llegan a alcanzar los 500 metros de altura. En sus empinadas laderas se cultivan unas de las vides de mayor difícil acceso del mundo, y ya los propios romanos se dedicaron aquí a esta ardua labor.

Aquí podrás hacer rutas de senderismo, navegar por el río Sil, visitar algún monasterio entre la vegetación, conocer de primera mano los vinos de la región a través de las degustaciones y visitas guiadas que ofrecen varias bodegas… En definitiva, planes idóneos para desconectar de todo.

Parque Natural Somiedo, Asturias

Si vas buscando naturaleza… este es tu lugar. Es Parque Natural y Reserva de la Biosfera, y no por casualidad. Aquí encontrarás montañas, bosques, lagos y pueblecitos con mucho encanto rural, además de una fauna que reúne especies animales que incluyen urogallos, ciervos, lobos y osos. Aquí, además del Ecomuseo de Somiedo, el Centro de Interpretación del Parque o el Centro de Interpretación del Oso te serán de gran ayuda para ser verdaderamente consciente de su valor natural.

En total Somiedo cuenta con 39 pueblos y aldeas, todas rodeadas de verde, y numerosas rutas para perderte en medio de la naturaleza. En el Parque Natural Somiedo el frescor y el aire puro están garantizados.

Parque Nacional Ordesa y Monte Perdido, Huesca

Es tal su valor natural que forma parte de tres figuras protegidas por la UNESCO: la Reserva de la Biosfera Ordesa – Viñamala, el Sitio Patrimonio Mundial de la Unesco Pirineos-Monte Perdido y el Geoparque Mundial de la UNESCO Sobrarbe-Pirineos. Aquí geología y naturaleza van de la mano para crear un paraje singular y variado, perfecto para pasar unos días totalmente ajeno al resto del mundo.

En el Parque Nacional Ordesa y Monte Perdido tienes senderos para aburrir y de todos los niveles, y es un paraíso para los amantes de la bicicleta de montaña. Su superficie recorre los municipios de Torla, Broto, Fanlo, Tella-Sin, Puértolas y Bielsa, y tampoco te deberías perder Aínsa, en Sobrarbe, considerado uno de los pueblos más bonitos de España.

Sierra Norte de Gredos, Ávila

Gredos tiene la fortuna, y la desgracia, de encontrarse a unas dos horas en coche de Madrid, por lo que el número de visitantes en épocas festivas suele ser muy elevado, pero no por ello deberías dejar de conocer uno de los parajes naturales más bellos de España.

Puedes empezar por visitar el Centro de Interpretación del parque regional de la Sierra de Gredos, en Hoyos del Espino, para recibir toda la información que puedas necesitar. Verás que hay numerosas empresas de turismo activo y de visitas guiadas, y en primavera es el momento de disfrutar de los piropos en flor, que lo llenan todo de amarillo.

Es un buen lugar para el avistamiento de aves y para los amantes de la astronomía gracias a sus cielos. Tienes rutas y senderos para perderte todo lo que quieras, siempre bajo la antena mirada del Almanzor, que con sus 2.592 metros es el pico de mayor altura.

Sierra de Albarracín, Teruel

Siempre nos asalta la duda ¿Es Albarracín el pueblo más bonito de España? Si no lo es, al menos no hay duda de que sí se encuentra entre los más pintorescos del país. Casas de piedra, calles estrechas y mucho encanto medieval para un pueblo que nos transporta a otra época a través de su muralla. Cerca de allí, si buscas naturaleza, tienes una cita con el Paisaje Protegido de los Pinares de Rodeno, donde encontrarás rutas, paisajes e incluso pinturas rupestres con una buena muestra de arte prehistórico.

Además de Albarracín, no dejes de visitar (y de tener en cuenta para encontrar alojamiento) los pueblos de Orihuela del Tremedal, Jabaloyas, Gea de Albarracín, Terriente o Ródenas.

Sierra de Tramontana, Mallorca

Mallorca se merece una visita para descubrir su lado más rural. Que el turismo alemán e inglés ha tomado la isla es una realidad, pero si sabes dónde buscar aún encontrarás pueblos con encanto, como en la Sierra de Tramontana, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2011. Una cordillera larga y estrecha pintada con casas de piedra, cultivos en terrazas, acantilados y calas escondidas.

Pueblos como Valldemosa, Deià, Sóller o Fornalutx nos llevarán a combinar paisajes de mar y montaña, pequeños, coquetos y llenos de encanto, donde además te podrás pegar algún que otro homenaje gastronómico digno de recordar.

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