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25S, 26S, 29S Están rodeados

Javier Gallego

Hace una semana les advertía en este diario de que la clase dirigente que nos atosiga y maltrata nos tenía rodeados. Justo una semana después de las manifestaciones que han circundado el Congreso de los Diputados seguimos igual pero algo ha cambiado. Ahora también ellos están rodeados. Más aún, se sienten rodeados.

Los tres días de concentraciones del 25, 26 y 29 de septiembre y los días y semanas previos de preparación, han conseguido que el Gobierno y los diputados que nos rodean el pescuezo con una soga, sientan que la cuerda también se puede cerrar en torno a sus gargantas. Cuanto más se abría el cerco de la policía para alejar a los manifestantes de los congresistas, más se cerraba la distancia entre ellos. Cuanto más trataba de alejarse la clase política de las protestas, más cerca estaban los manifestantes de pisarles los talones a los políticos que huyen y que ahora sienten el aliento de la calle en sus almidonados cuellos.

No ha hecho falta saltar las vallas. El 25S Rodea el Congreso las había sobrepasado como un frisbee incluso antes de celebrarse las manifestaciones. Estaba dentro semanas antes. Por eso trataron de echarlo deteniendo a los organizadores. Por eso trataron de intimidarlo registrando los autobuses que llegaban a Madrid con manifestantes. Por eso le echaron los leones vestidos de antidisturbios, porque el 25S ya había llegado simbólicamente hasta los leones del Parlamento. Pero los leones policiales les han salido rana. Los zarpazos violentos han hecho rugir a los manifestantes con más fuerza. Antes del 25S, se había saltado la valla. Después del 25S, se ha plantado en la puerta del Congreso. Allí el 25S se ha encarnado en los leones, en Daoíz y Velarde, como los llama el pueblo en recuerdo de los dos héroes que se levantaron contra los franceses el 2 de mayo de 1808. El 25S está ahora en las escaleras sujetando una pelota bajo la zarpa. Ahora la pelota la tienen también los ciudadanos. No está solo en el tejado del Congreso que se hunde.

El 25S ha conseguido meternos de nuevo en el juego, en el debate, en el hemiciclo, aunque el Gobierno utilizase su mayoría absoluta para abortar un debate sobre la cuestión el 26 de septiembre. Hay abortos con los que sí están de acuerdo, mire usted por dónde. De nada sirve, al contrario. Cuanto más lo niegan, más se afirma. En lugar de escuchar, de debatir, de hablar, rugen como antidisturbios. Rugen los leones dentro del Parlamento. Rugen, luego cabalgamos.

Los indignados tenían que cabalgar hacia algún sitio. En los últimos tiempos, las manifestaciones se habían convertido en algo más inocuo para el poder que una cabalgata. Los manifestantes daban vueltas al manifestódromo. No les inquietaban. Para ellos es como si ocurrieran en montañas lejanas y desiertos remotos. Por eso era necesario cabalgar a su encuentro, estrechar el cerco. Y por primera vez en mucho tiempo, parece que una manifestación les ha puesto contra las cuerdas. Contra el cordón policial más concretamente. El 25S les ha llevado al rincón. Eso explica que hayan reaccionado con tanta violencia. Se sienten acorralados y empiezan a repartir puñetazos sin control.

Pero por más que repartan, este round lo han ganado los manifestantes a los puntos. Algunos, se han llevado los puntos en la cabeza, me temo. Otros se han llevado maltrato policial, insultos, vejaciones y denuncias judiciales desproporcionadas de ataque a la integridad de la Nación que hasta la Audiencia Nacional ha rechazado juzgar. Aunque el Gobierno quiere controlar hasta el Poder Judicial, parece que aún quedan jueces que saben que la integridad de la Nación y la de sus habitantes no ha sido atacada precisamente por unos manifestantes. Tampoco ha sido agredida por los supuestos 265 kilos de piedras que le fueron lanzados a los antidisturbios según la Delegación del Gobierno que sólo ha aportado como prueba una ridícula foto en la que se adjunta como arma hasta un peluche. Si es verdad que se lanzaron todas esas piedras, lo que no entiendo es cómo la policía no acabó sepultada. Hubo piedras, sí, y manifestantes violentos, también, pero hay muchas más pruebas, evidencias, vídeos, fotografías de la violencia policial exagerada contra los manifestantes y de intimidación a los que trataban de informar. No se dan cuenta de que los golpes informativos ya no los pueden parar.

Pero a pesar de los golpes recibidos por los manifestantes, los encajados por la otra parte han sido mucho mayores. No hay más que ver lo desencajados que están. No han encajado bien el golpe y responden con golpes fallidos que dan muestras de su nerviosismo. Responden con golpes fáciles como comparar el 25S con el Golpe de Estado del 23F como hizo Cospedal, o con el nazismo, como hizo ayer el secretario de Estado de Cultura, Sr. Lasalle, en una columna en El País tan erudita como insultante que es una demostración más de que nuestros dirigentes sólo ponen el pie en la calle cuando bajan del coche oficial. El 25S no hubo ningún intento de Golpe de Estado pero sí hubo muchos golpes del Estado. No es lo mismo.

Golpistas, los policías, que repartieron pelotazos incluso en estaciones de tren y quisieron hacerlo hasta en los bares. En los bares se reparten otros pelotazos, señores. Para premiar tan encomiable actuación, hoy el Gobierno va a condecorar a los mandos de la operación. Hasta los sindicatos policiales denuncian que las medallitas son una forma de comprar a los superiores con subidas de sueldo. No ganan en el ring así que amañan el combate y compran a los mamporreros.ring Desgraciadamente en España, las fuerzas del orden público son seguridad privada de las instituciones. Al otro lado de la frontera de Portugal, hace décadas que están al servicio del pueblo y por eso los portugueses acaban de echar abajo los recortes del Gobierno porque han tenido al Ejército de su parte, que se ha negado a reprimir a los manifestantes. Cuando el poder pierde su brazo ejecutor, pierde su poder.

A todo esto, el presidente ha visto la pelea desde la barrera fumándose un puro como si estuviera tan tranquilo pero los aros de humo le salen cada vez más pequeños. Y con la boca pequeña alaba a la mayoría silenciosa que no salió a la calle a protestar. Está tan sonado que no recuerda todas las manifestaciones que él alentó cuando era jefe de la Oposición. Se siente tan solo que necesita creer que el silencio es suyo. Rajoy hace tiempo que no da un golpe a derechas, valga la paradoja.

Se siente rodeado. Se sienten rodeados. Lo están. Pero también nosotros. Quizá necesitamos alianzas en el otro lado para romper el cerco. Interlocutores que se acerquen a la valla y rompan la distancia que nos separa. No lo veo cercano. No veo cercano que la policía rompa ese cordón que también les rodea a ellos. Por ahora me temo que la única solución que queda es seguir rodeando para sentirnos menos rodeados. No dejarles salir del rincón para aprobar unos presupuestos a finales de octubre que son un golpe bajo. Seguir rodeándoles hasta que salgan y se entreguen. Se aceptan propuestas.

Solo uno de los dos saldrá del cerco.

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