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#25S: Estamos rodeados

Javier Gallego

Éste es un aviso urgente a toda la ciudadanía. Ha llegado a mi conocimiento que un grupo de personas se están organizando desde hace tiempo para tomar las estructuras del Estado y socavar el régimen de derechos y libertades que nos hemos dado. De hecho, estos individuos ya han llevado a cabo acciones importantes para menoscabar nuestro modelo de vida, desprestigiar nuestras instituciones y desestabilizar el sistema parlamentario. Y lo peor de todo es que lo han hecho en nombre de la democracia y de los ciudadanos, a los que dicen representar.

En efecto, estos sujetos afirman ser los únicos y verdaderos representantes del pueblo pero desprecian las sensibilidades que no les son afines. Dicen asimismo defender el sistema de voto pero lo traicionan cuando no sirve a sus propósitos. Aseguran proteger el bien común pero actúan solo en beneficio propio. Se han arrogado la legitimidad en exclusiva del sentir de la mayoría lo que les sirve de coartada para cargar contra el interés general y tratar de desmoronarlo. Desgraciadamente, lo están consiguiendo. Han logrado ya que muchos ciudadanos duden de la conveniencia y viabilidad de nuestro Estado. Han devaluado las urnas hasta convertirlas en papeleras. Han pisoteado la legalidad vigente, se han reído de la Justicia, han apaleado la reputación institucional y han atacado nuestro modelo económico. Han alterado la paz social y el orden público. Han violentado las bases de nuestra sociedad y han actuado con violencia. Han golpeado, agredido y magullado. Y han empujado, en fin, a la ciudadanía a tomar las calles.

En definitiva, se trata de lo que la prensa llama “grupo antisistema” y son altamente peligrosos para la continuidad y firmeza de nuestra democracia. Pero por fortuna, están localizados. Su principal lugar de reunión, desde el que planean sus operaciones, se encuentra en la madrileña Carrera de San Jerónimo, en un centro social autogestionado que ha okupado ni más ni menos que el Congreso de los Diputadosokupado, aunque tienen más sedes en otros parlamentos autonómicos distribuidos por todas las demarcaciones del Estado. No es exagerado decir que funcionan como cooperativa autogestionada pues son ellos los que gestionan nuestros dineros como si fueran suyos sin darnos explicación alguna. Desde estos centros han organizado su última acción, programada para el día de hoy, 25 de septiembre. Tomando esta fecha como nombre han planeado su asalto definitivo al sistema democrático bajo un lema que no deja lugar a dudas sobre sus aviesas intenciones: 25 S, Rodea el Congreso.

Así lo han hecho. Han enviado a sus fuerzas de choque para cercar el perímetro del Parlamento y sus alrededores. Mil cuatrocientos agentes de policía han vallado el área y la custodian para aislar a estos insurgentes mientras maquinan los siguientes pasos hacia su objetivo final: tomar el Congreso. No duden de que ésa es su meta. Ése fue el primer lema de su convocatoria que después trataron de ocultar para no llamar la atención sobre sus planes. Pero por las medidas que han adoptado en las últimas legislaturas, es evidente que pretenden okupar definitiva e indefinidamente el órgano máximo de representación de nuestro país para culminar el proceso de desmantelamiento del Estado del Bienestar en el que llevan trabajando estos 4 años y para asegurar sus privilegios y los de todas las esferas del poder para las que trabajan.

La maniobra ha sido minuciosamente preparada y sigue las mismas pautas de sus anteriores acciones. Con la ayuda de sus redes de comunicación y sus medios de propaganda, han vuelto a hacer creer a una parte de la ciudadanía que la legalidad vigente está amenazada por una manifestación popular convocada para el día de hoy en las inmediaciones del Congreso. Paradójicamente, son ellos los que la amenazan cuando dicen protegerla. No es la primera vez que lo hacen. Esta endeble excusa ya les sirvió antaño para catalogar al ciudadano de “enemigo” y al manifestante de “delincuente” y descargar sobre él la violencia policial. Ahora la utilizan para ir aún más lejos. Con la colaboración del Poder Judicial, cómplice de sus tropelías, han detenido preventivamente a ocho personas para evitarles la tentación de manifestarse y a cuatro por anunciar la manifestación de hoy con una pancarta. Pronto se podrá detener preventivamente a cualquiera para acusarle del delito de poder cometer un delito cualquiera en cualquier momento. Pronto no, ya ha ocurrido.

La estrategia del miedo ha funcionado. El ciudadano es un peligro para la democracia. Sus protestas son ilegítimas porque atentan contra la estabilidad del sistema. El Congreso y sus ocupantes son sus únicos valedores y están amenazados por una turba presuntamente descontrolada. Por tanto está justificado un estado de excepción en torno al Parlamento. Está justificado un despliegue policial sin parangón que acordone la Cámara Baja para que sus ocupantes le den el bajonazo final a nuestros derechos y libertades sin que podamos siquiera protestar por ello. Está justificado que tomen medidas excepcionales para preservar su excepcionalidad frente a la masa vulgar, para preservar sus crecientes patrimonios, sus pensiones, sus sueldos intactos o los 20.000 euros que recibe cada uno para viajes y los regalos en teléfonos, conexiones a internet y suscripciones de prensa, como publicó ayer en exclusiva este diario.

Le han dado la vuelta a la realidad como lo hacen cuando llaman “préstamo” al “rescate” y “crisis” a esta “estafa”. Los cargos electos se han transformado en los elegidos. No podemos ir a controlarles como empleados nuestros que son porque se han transformado en jefes y nosotros en sus siervos y lacayos. La cámara de representantes solo se representa a sí misma y al resto de poderes públicos y privados. Los ladrones son amnistiados, las familias desahuciadas y los ciudadanos perseguidos. A los votantes se les niega la posibilidad de ir a controlar lo que se hace con su voto y se les acusa de querer tomar el Parlamento que ya está tomado. Los diputados han tomado el Congreso.

No es la primera vez que ocurre en nuestra democracia tan joven como marchita. Ayer lo recordó una de las dirigentes con mayor poder dentro de la cúpula de este grupo antisistema, María Dolores de Cospedal. Preguntada por el 25S dijo: “La última vez que yo recuerdo que se tomara el Congreso fue en el golpe de Estado del 23-F”. Ésa fue la última vez. Ahora estamos asistiendo a la siguiente aunque ahora el ejército no va al Parlamento sino que sale de él. No han sacado al ejército pero poco les ha faltado: han sacado a un ejército de policías, helicópteros y furgonetas para blindarse mientras atracan la caja. Los ladrones han utilizado a la policía de pantalla para cometer impunemente sus crímenes. ¡Es una estafa! ¡Otra más!

Señores agentes, no se dejen engañar: el Congreso es una tapadera. El acta de diputado, una identidad falsa. Bajo esa fachada, tras esa fachada de los leones, se esconden otras fieras que están devorándonos por los pies. No son representantes del pueblo como dicen ser, representan a los verdaderos leones, los que campan a sus anchas como reyes de la selva en la que han convertido a nuestro país, los que nos están desgarrando las entrañas a zarpazos, las suyas incluidas.

Den la vuelta. Gírense. No nos rodeen a nosotros. Rodeen la Cámara. Ahí dentro están los auténticos promotores del 25S. No es el Parlamento el que está rodeado, es el Congreso el que nos tiene rodeados.

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