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¿Dónde están los votantes de izquierda?

Josep Lobera

Elección tras elección, durante los últimos dos años, se incluye esta pregunta en los debates postelectorales. ¿Acaso los recortes no tendrían que impulsar un auge de los partidos de izquierda en las distintas elecciones? Aunque cada elección (autonómicas, generales, municipales) responde a su propio contexto, resulta evidente el retroceso del voto de izquierdas respecto a elecciones anteriores a 2010.

¿Dónde están los votantes de izquierda? Más que responder la pregunta, como veremos, hay que desenredarla. Para ello, en primer lugar, conviene recordar cómo se ubican ideológicamente los votantes en España: en torno al 25% se sitúa entre el centroizquierda y la izquierda; el 45% se ubica en el centro; y cerca del 25% lo hace entre el centroderecha y la derecha. Estas proporciones no han cambiado de manera considerable en los últimos años, los votantes siguen estando —más o menos— donde estaban, pero su voto ha cambiado sensiblemente desde 2010. Principalmente, ha cambiado el voto de aquellos que se sitúan ideológicamente en el centro y en el centroizquierda. Esta variación ha marcado las últimas elecciones y lo seguiría haciendo si hoy hubiese elecciones generales.

Basta con echar un vistazo a la distribución de los votantes del PSOE en 2008 y 2011.

Lo que nos lleva a considerar un segundo punto: las elecciones generales se han decidido, hasta ahora, por la distribución de los votantes que ideológicamente se sitúan desde el centro hasta la izquierda. Así, prácticamente con el mismo número de votantes (+3.35 puntos porcentuales sobre el censo), el PP pasó de perder unas elecciones en 2008 a ganarlas por mayoría absoluta en 2011. La distribución actual de sus sufragios sigue haciendo que, con el 32%, la lista popular volviera a ganar hoy unas elecciones —aunque, ciertamente, necesitaría pactar para gobernar—.

Para profundizar en las características del votante de centro es conveniente revisar el trabajo de Torcal, «El significado y el contenido del centro ideológico en España». A pesar de lo que algunos puedan creer, estas posiciones no constituyen un reducto de la no respuesta, la falta de conocimiento o la supuesta falta de significación de los conceptos de izquierda y derecha. Tampoco son electores que se distingan por unos niveles menores de educación, de información política o de interés por la política (más bien al contrario). En general, se muestran como posiciones genuinas de centro, es decir, como un punto intermedio que tiende a contener los perfiles sociales y valorativos del votante medio. Estos votantes han sido tradicionalmente activados por los dos grandes partidos de ámbito estatal y por partidos nacionalistas de ámbito autonómico. Con el aumento de la desafección política, otros partidos —principalmente UPyD— están creciendo en este espacio.

Izquierda Unida y otros partidos de izquierda han aumentado su intención de voto respecto a las pasadas elecciones generales (y, de manera considerable, desde junio de 2010). Sin embargo, los que han dejado de votar al PSOE no han ido en su totalidad (ni siquiera mayoritariamente) a estos partidos. Y, quizás, está aquí el verdadero significado de quienes preguntan “¿dónde están los votantes de izquierdas?”, cuando en realidad se quiere decir “¿dónde han ido a parar los votos que ha perdido el PSOE?”, “¿cómo es que los partidos de izquierdas no aumentan su representación?”. Dos causas: fragmentación del voto entre los partidos de izquierda y pérdida de los votantes de centro.

Y aquí es donde está el nudo de la cuestión: el PSOE perdió a lo largo de 2010 y 2011 su capacidad de aglutinar al amplio espectro de votantes que en 2008 le dieron la mayoría. El PP captó en las últimas elecciones generales 1,2 millones de los votantes que en 2008 optaron por las listas socialistas —casi la mitad de ellos entre 35 y 54 años, y especialmente preocupados por su situación económica—. Por otro lado, el PSOE perdió 800.000 votos que fueron a formaciones más a la izquierda. Además, los resultados de este domingo en Cataluña confirman una tendencia preocupante para la estrategia electoral de la calle Ferraz: el partido socialista parece haber agotado sus graneros electorales. En 2008, dos Comunidades Autónomas aportaron una diferencia de 28 escaños con respecto a las listas populares y que bastaron para contrarrestar los 13 diputados de ventaja que el PP le sacó en el resto de circunscripciones: Cataluña (+17) y Andalucía (+9). Hoy, como hace un año, ese diferencial es favorable al partido popular. Sin Cataluña y Andalucía es difícil imaginar un escenario de victoria socialista, ya sea en solitario o en coalición.

La distancia entre el suelo y el techo electoral del PP ha sido, hasta ahora, muy reducida: poco más de un millón de votos. De las últimas cinco elecciones generales, el PP obtuvo su peor resultado, en número total de votos, en las de marzo de 1996: consiguió entonces unos 9,7 millones que, pese a todo, le bastaron para alzarse con su primera victoria electoral. Su mejor resultado, el pasado noviembre, con aproximadamente 10,8 millones (el 31.6% del voto sobre censo CER), que le dio mayoría absoluta. Esta escasa variabilidad se ha debido a la existencia de una menor competencia electoral en su campo político natural. Solo tiene que competir, prácticamente, por los votantes de centro.

El espacio político en la izquierda es complejo. Los partidos de izquierda no solo compiten por el voto de quienes se identifican con el centro (votos indispensables para poder superar, al menos, el fondo electoral del PP) sino que, además, compiten entre ellos por los votantes de izquierda, con un mayor abanico de opciones. Aglutinar a millones de electores con sensibilidades distintas en un campo político más competitivo requiere de mayores dotes de liderazgo y efectividad. Hasta ahora, solamente el partido socialista había logrado esa capacidad de agrupar posiciones tan diversas en el espacio que hay desde el centro a la izquierda. Pero esa capacidad se ha perdido, en buena medida, por motivos que van desde el alejamiento ideológico hasta la percepción de mala gestión, pasando por la desactivación del voto estratégico. ¿Volverá a agrupar el PSOE esa diversidad de opiniones en torno a sus siglas? ¿Lo hará algún otro partido en el ámbito de la izquierda? A corto plazo, no.

Para ello se requerirían varias condiciones. La primera —que ya está en proceso— es la desafección de una parte importante de los votantes populares con las políticas del gobierno. Es un fenómeno ya perceptible en los estudios de opinión y que, probablemente, irá en aumento. Esto devolvería a la competición política a una parte del electorado de centro y centro-derecha que es susceptible de ser absorbido por el PSOE, UPyD, CiU o PNV. La segunda es la credibilidad, no solo de un proyecto político sino de la capacidad necesaria para llevarlo a cabo. Y, en tercer lugar, un liderazgo capaz de unir —¿ilusionar?— a esas sensibilidades distintas. De momento, ¿dónde están los votantes? Dispersos.

Nota: Difícil encontrar dos definiciones iguales de qué es la izquierda y qué se considera un votante de izquierdas. Así que preguntemos a los ciudadanos y hagamos una media de las opiniones: en una escala ideológica de 11 puntos en la que el 0 se identifica con una posición de extrema izquierda y el 10 con una de extrema derecha, los ciudadanos ubican al PSOE entorno al 4.2 y a IU en el 2.8. También ubican en la izquierda a partidos con representación en ciertas comunidades como BNG, ERC, EH Bildu, Compromís, Equo, CUP, etc.

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