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Muriel Casals: “Ante la ley Wert, la Generalitat no tiene más remedio que desobedecer”

Muriel Casals, presidenta d'Òmnium Cultural /  CARMEN SECANELLA

Jordi Subirana

Barcelona —

Muriel Casals (Avinyó, 1945) es profesora de Economía de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) y presidenta de Òmnium Cultural desde 2010, una entidad que defiende y promueve el uso de la lengua y la cultura catalana y que, en los últimos meses, se ha posicionado claramente a favor de la independencia de Catalunya. Òmnium fue uno de los colectivos que montó, el pasado 29 de junio, el Concierto por la Libertad que se celebró en el Camp Nou y colabora en la organización de la cadena humana a favor de la independencia que se hará el 11 de septiembre por todo el litoral catalán.

¿Cuándo cree que Cataluña será independiente?

Soy optimista. Estoy convencida que alcanzaremos la plena soberanía del país en un periodo relativamente corto.

¿De cuánto tiempo podemos estar hablando?

Creo que menos de una década. Es como un divorcio. Hay un primer paso que es cuando alguien dice que ya no quiere ser más pareja de otra persona. Si una pareja no quiere convivir más, empieza un proceso de negociación para ver en qué condiciones se separan: quien se queda la hipoteca, quien se queda el piso, el régimen de trato con los niños... Eso sí, como que en esta separación hay de por medio cosas queridas se trata de que la negociación se haga de la manera más pacífica posible. Nos tendremos que hacer cargo de una parte de la deuda española, pero también nos tocará una parte de sus activos. Ahora hay un flujo muy importante de dinero de Catalunya hacia España, está el déficit fiscal... Hay quien dice que España lo necesita. Los españoles son una gente tan lista como nosotros. En Catalunya lo sabemos muy bien. Ha venido mucha gente de otros sitios de España que han trabajado como el que más. La riqueza catalana se debe en gran parte a estas personas que han venido de otras regiones de España, que ahora son receptoras de dinero. Por lo tanto, creo que estas comunidades podrán ganarse la vida. Puede que necesiten un periodo de adaptación durante el cual la Generalitat todavía enviará más dinero del que le correspondería... Todo puede durar entre 8 y 10 años.

Desde Òmnium están muy involucrados en todo este proceso. ¿Por qué está tan puesta una entidad cultural en un proyecto político?

Hablar de la independencia de Catalunya es un proyecto político y los protagonistas principales tienen que ser los políticos. Son ellos los que tienen que dar la forma y hacer los pasos pertinentes. Pero lo realmente positivo de este proceso es que sale de la base, sale de la sociedad civil. Nosotros somos una entidad de la sociedad civil que trabaja desde el año 1961 por la lengua y la cultura catalana. Ahora, creemos que para defender la lengua y la cultura del país lo que hace falta es construir un estado para Catalunya.

¿Por qué cree usted que se ha llegado a esta situación después de 300 años de convivencia con España?

La historia de España ha sido una historia muy atribulada. Ha habido largos periodos de falta de libertad y de democracia que se han alternado con periodos cortos de democracia. La visión del catalanismo tradicional era la de colaborar a hacer de España un país democrático, desarrollado y abierto al mundo para encontrar nosotros un lugar como catalanes dentro de España. Estos últimos tres o cuatro años eso ha cambiado. Ha habido un cambio en el catalanismo porque España, a pesar de ser rica, democrática, abierta al mundo y reconocida, no quiere ser plural. El largo periodo de democracia y autonomía actual nos ha hecho ver las limitaciones de la democracia española respecto a la pluralidad cultural y lingüística y de la autonomía catalana.

Habla usted de limitaciones.

Las limitaciones son sobre todo económicas. La Generalitat no puede gestionar sus impuestos. Tiene la responsabilidad del gasto, pero no puede controlar los ingresos. Los impuestos son recaudados por la Hacienda española, que devuelve a Catalunya una parte que es manifiestamente injusta. Estamos de acuerdo en que los territorios más ricos paguen más de lo que reciben, pero la desproporción que hay ahora con Cataluña es enorme. Además, el gasto que se ha hecho con impuestos catalanes en otras regiones no ha sido acertado. Un ejemplo es que España es el país de Europa que tiene más kilómetros de alta velocidad cuando los trenes de cercanías todavía no funcionan bien. Ahora, ha habido un cambio de mentalidad en el catalanismo. Ya no nos proponemos transformar España. Respetamos España tal como es y lo que queremos es establecer una relación diferente con España que pasa por la independencia. No queremos ser un trozo de España sino vecinos. Y, a poder ser, unos buenos vecinos.

¿Y qué hace falta para ser buenos vecinos?

Primero se tiene que decidir que queremos ser vecinos, y eso pasa por hacer una consulta para ver si la gran mayoría de catalanes quiere una relación diferente con España, una relación de tú a tú. Este estado de tensión en que vivimos ahora los catalanes no puede continuar. Se tiene que resolver. Y el primer paso es hacer el referéndum.

¿Usted cree que la consulta se hará el próximo año?

Se tiene que hacer. No hay alternativa.

Dice que no hay alternativa. ¿Unas elecciones plebiscitarias no valdrían?

Es el sucedáneo. Lo deseable es que se haga el referéndum bajo la legalidad española. Es posible. Sólo hace falta que el gobierno español lo autorice.

Pero es evidente que no autorizará la consulta.

Si no la autoriza habrá que ver si se puede hacer dentro de la cobertura legal catalana. Pero sería otro foco de enfrentamiento. Tampoco la reconocerán. Como decía usted otra posibilidad son unas elecciones en que los partidos que se presenten tengan un punto en su programa con la declaración de independencia. Si estos partidos obtienen una gran mayoría, el Parlament estará absolutamente legitimado para hacer una declaración de independencia.

¿Usted, sin embargo, prefiere que se haga la consulta?

Tiene mucha más fuerza, sobre todo de cara al exterior.

¿La Unión Europea puede decir alguna cosa en todo este proceso?

Europa, si hay un dilema entre Catalunya y España, y el socio europeo es España, no dirá nada contra uno de sus miembros. Europa lo que puede hacer es indirectamente insinuar al gobierno español que escuche. Que el primer ministro británico [David Cameron] hiciera una declaración en la que recomendaba al Presidente español [Mariano Rajoy] que escuchara a Catalunya… es muy fuerte. Me parece que lo que le estaba diciendo es que lo correcto es que los catalanes puedan hacer el referéndum. Los primeros ministros británicos no hablan porque sí... Éste ya es un indicio que todo este proceso se mira desde Europa con interés y con cierta simpatía. Pero no tenemos que esperar que nos vengan a dar la mano. Somos nosotros los que tenemos que dar el paso.

Dentro de Unió Democràtica de Catalunya, hay algunas voces, como las de Duran i Lleida, contrarias a la independencia. ¿Estas discrepancias pueden frenar el proceso?

Pero es Duran i Lleida más que Unió. Veo a muchas personas cualificadas de Unió plenamente implicadas en el proceso.

¿Pero Duran i Lleida tiene mucho de peso en Unió, es el presidente?

Duran i Lleida tiene muy de peso, pero él mismo, a menudo, autocorrige las declaraciones que hace. Él está por el derecho a decidir. Es un demócrata.

¿También hay mucha división en el PSC respecto a la independencia?

Un proceso de avance nacional catalán necesita de todo el mundo. Y partidos centrales, como el PSC, son necesarios en este proceso. Creo que en este momento la dirección del PSC no se da cuenta de que si quiere continuar siendo un partido central en la política catalana se tiene que mover porque el centro se ha movido. La centralidad de la política catalana se ha desplazado hacia la soberanía. Convergència lo ha entendido y ha hecho el paso. Al PSC, en cambio, le cuesta. Por suerte, dentro del PSC, hay personas a quien pesa más la fidelidad a Catalunya que la fidelidad del partido hermano que es el PSOE. Tengo grandes esperanzas con el movimiento que hay dentro del PSC respecto al proceso soberanista porque es el movimiento de sus electores.

¿El proceso hacia la independencia sería más sencillo sin una mayoría absoluta del PP, con un gobierno del PSOE, por ejemplo?

Me temo que no hay grandes diferencias. Los dos grandes partidos españoles han hecho una cosa que es peligrosa y que ahora los tiene atrapados y es que han excitado a sus bases con un sentimiento contrario a hacer concesiones a Catalunya. Eso hace que el político español que haga propuestas amables hacia Catalunya sea mal visto por una parte importante de sus votantes. Temo que eso pasa de una manera muy descarada y brutal en el PP y de una manera no tan descarada y brutal en el PSOE.

¿Este proceso hacia la independencia tiene que ir acompañado de un cambio de modelo político, económico y social como proponen algunas plataformas y colectivos?

Es la oportunidad. Pero creo que eso se tiene que discutir y se decidirá democráticamente cuándo votaremos a unos o a otros partidos en el momento que presenten sus programas. A veces parece que todos tenemos vocaciones constituyentes. El constituyente será el Parlament de Catalunya y lo que tenemos que hacer los ciudadanos es tener la máxima información posible para saber a quién votamos.

Precisamente, ¿para ir a la consulta no se tendría que tener toda esa información? Saber si Catalunya tendrá ejército, si se podrán pagar las pensiones. ¿Puede ser que todo eso no se está explicando bien?

Muchas de estas cuestiones se responden en www.elclauer.cat. Es una web en que 14 entidades diferentes han puesto en común lo que sabemos para resolver estas preguntas. Algunas tienen respuesta clara, otros no. ¿Se pagarán las pensiones? Sí, claro que se pagarán. El problema con las pensiones lo tiene España, que está sacando dinero del fondo de reserva. Ahora, si miras las cotizaciones de la seguridad social que se pagan en Catalunya y las necesidades que hay, es cierto que los últimos años las necesidades son mayores que las cotizaciones, pero el cojín que hemos ido creando permite pagar las pensiones sin ningún problema. Sobre si Catalunya tiene que tener ejército, unos dirán que sí, otros que no.

Usted qué opina. ¿Hace falta que una Catalunya independiente tenga ejército?

Creo que no. Hay una solución a medio camino. Los ejércitos cada vez menos van a la guerra y se dedican sobre todo a tareas y acciones de cooperación. Se podría hacer que una parte de la policía tenga una formación militar.

¿Qué opinión tiene de la ley Wert?

El uso del catalán en las escuelas ha sido un elemento clave y de cohesión social. Ha hecho que los niños hijos de padres extremeños y los niños hijos de padres de Vic o del Eixample sean iguales. Ante la ley Wert, la Generalitat no tiene otro remedio que desobedecer. El Gobierno catalán, en algunos casos, y esta ley es un ejemplo, tiene que escoger entre la fidelidad a la legalidad española o fidelidad a la voluntad del pueblo catalán.

¿Esta ley supone una amenaza real para el catalán?

Sí, que es una amenaza. Por eso, una entidad cultural como Òmnium está en este proceso. Estamos por patriotismo catalán, porque queremos asegurar el futuro de la lengua y la cultura catalana, pero también por patriotismo europeo. No quiero privar a Europa de la riqueza que es la lengua y la cultura catalana. Si se impone el criterio del ministro Wert, Europa será un poco menos variada porque desapareceremos. Europa es mejor porque hay diferencias. El sueco y el danés son lenguas y culturas no muy grandes, pero dan más color al mapa de Europa.

¿Vive un buen momento la cultura catalana?

Vive un buen momento. Eso también facilita las cosas. Cuando digo que defendemos la lengua y la cultura catalana quiere decir que defendemos una lengua y una literatura que produce, no sólo a Mossèn Cinto Verdaguer, Ausiàs March o Ramon Llull, sino también autores actuales como Jaume Cabre y Feliu Formosa. Feliu Formosa tuvo hace pocos años un premio por dar a conocer la cultura alemana en el extranjero. Tradujo del alemán al catalán mucha literatura. Eso es un regalo. Jaume Cabré ha vendido centenares de miles de libros a Alemania. Tenemos unos autores y unos personajes que son queridos internacionalmente y eso nos da fuerza.

¿Dónde cree que falla más la cultura catalana?

Vivimos un buen momento literario, pero los catalanes no compramos y no leemos libros en catalán. Cuando entras en una librería, en las mesas los libros en catalán son una minoría.

¿Es un problema de distribución, de falta de oferta o, directamente, la gente no lee?

Es un pez que se muerde la cola. Si no se pone la oferta de una manera muy atractiva en los escaparates y en las mesas, la gente compra. Y si la gente no compra lo que dice el de la tienda es que no lo pone porque no lo compran. Hay un problema de distribución y de exhibición.

Otro problema es el cine en catalán.

No vamos al cine y lo poco que vamos lo hacemos para ver versiones traducidas, que es algo horroroso. El actor y la actriz de cine actúan con su cuerpo y con sus palabras. En Portugal no se traduce ninguna película y el resultado es que en Portugal se habla mejor el inglés que en Catalunya. En Finlandia son perfectamente políglotas porque ven cine en la lengua original y leen los subtítulos en la lengua del país.

Le hago la última pregunta. El último barómetro del Centre de Estudis de Opinió (CEO) dice que ERC ganaría unas elecciones al Parlament en detrimento de CiU. ¿Qué le parece?

Los resultados no me sorprenden. ERC tiene en estos momentos el lado más simpático de la política. Colabora claramente en el proceso hacia la soberanía pero no paga los costes de gobernar en unos momentos de ahogo económico. Desde Òmnium lo que valoramos se la suma del voto independentista. Si ERC, Convergència, la Candidatura de Unitat Popular (CUP), Iniciativa y una parte del PSC suman, eso es lo importante.

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