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Agustí Colom: “El día que el centro de Barcelona esté lleno de hoteles habrá perdido todo su atractivo”

Agustí Colom en una azotea del Ayuntamiento de Barcelona / ENRIC CATALÀ

Cristina Palomar / Enric Català (fotos)

Agustí Colom es el nuevo regidor del distrito del Eixample. Lejos de sentirse un extraterrestre que aterriza en otro planeta, Colom se siente como en casa o, como él dice, como el regidor de su pueblo. Conoce de primera mano los problemas del distrito más grande de Barcelona porque vive en uno de sus barrios y del primer tema que habla es, naturalmente, de la falta de equipamientos.

De profesor de teoría económica y exmiembro de la Sindicatura de Cuentas a responsable de ocupación, empresa y turismo, y regidor del Eixample. ¿Cómo lleva hacerse cargo del distrito más grande de Barcelona y, juntamente con el de Ciutat Vella, el más complejo?

Es un cambio buscado. Además, ser regidor del Eixample es una gran satisfacción porque yo vivo en el distrito y es como ser el regidor de mi pueblo. Conozco de primera mano los problemas del distrito: desahucios, pobreza, falta de equipamientos…y eso ayuda.

A nivel de distrito, uno de sus problemas endémicos es la falta de equipamientos. ¿Cuáles son las prioridades de este mandato?

La prioridad más inmediata que nos hemos marcado desde el punto de pista de equipamientos y, en general de todo, es desencallar todos los proyectos que estaban medio parados. Daremos continuidad a los procesos que ya se habían iniciado en el anterior mandato municipal como es el caso del proyecto para convertir el antiguo edificio de la ONCE en dependencias municipales, una escuela de adultos, un centro de normalización lingüística y espacio para entidades. Se tenía que desencallar un contrato de gestión y lo hemos hecho con la idea de cumplir los plazos previstos.

¿Y cuáles son las medidas más urgentes?

Tenemos entre manos el caso de Germanetes, del Instituto de la calle Viladomat y de las obras del Mercado de Sant Antoni, muy atrasadas por los descubrimientos de yacimientos. Hace falta darle un empujón. Hemos afrontado el tema de Transformadors y de la Casa Groga, por ejemplo, y también tenemos en mente buscar una solución para el cine Niza del barrio de Sagrada Familia.

En el caso del cine Niza, los vecinos proponen que el Ayuntamiento compre el terreno. ¿Lo ve como una opción viable?

Esta solución es cuestionable. Tenemos que pensar también en el erario público y hemos de estudiar cuál es la mejor opción. Todavía no nos hemos puesto en este tema, pero quiero destacar que hasta el mes de mayo pasado no había ninguna solución porque no había dialogo. Ahora buscaremos la mejor solución después de atender y estudiar las demandes del barrio. Son situaciones complejas porque han de satisfacer a los vecinos y evitar que tengan un coste elevado para la ciudad.

Antes ha nombrado la sala Transformadors. CiU presentó un polémico proyecto que convertía este equipamiento de jóvenes en un espacio destinado básicamente a servicios para gente mayor. Tendrían que haber empezado las obras para tirar abajo el edificio y, de momento, sigue en pie.

No han comenzado las obras porque nosotros hemos parado la fase del proyecto ejecutivo aprobado por CiU. En nuestro programa electoral habíamos defendido que este espacio fuera para los jóvenes, por eso lo primero que hemos hecho es no licitar el proyecto ejecutivo de Transformadors tal y como estaba hecho. La idea es revisarlo y hacerlo con la participación de los vecinos y de las entidades juveniles del barrio del Fort Pienc.

Ahora está ocupado por un grupo de jóvenes anarquistas.

Lo sabemos. Sin embargo, nosotros dialogaremos con las entidades implicadas que son del barrio. Cuando tengamos diseñado el proyecto funcional definitivo, comenzaremos su ejecución. En paralelo hablaremos con los ocupas para hacerles entender que es un espacio municipal y que las entidades del barrio quieren que sea un equipamiento gestionado por el Ayuntamiento de Barcelona.

La presión turística es un gran reto para la ciudad y también preocupa en el distrito. Tenemos encima de la mesa una moratoria de licencias turísticas y un Consejo de Turismo en marcha. Como responsable municipal en esta área, ¿ve alguna solución a corto plazo?

Barcelona es un polo de atracción turística indiscutible y lo que ha pasado es que hasta ahora se ha hecho dejadez de su gobierno. Todas las ciudades que se han encontrado en la misma situación del turismo de masas han ido tomando decisiones para gobernarlo, para ordenarlo. Nosotros también lo hemos hecho. El turismo tienen un gran impacto sobre el territorio y este impacto es muy desigual, concentrado sobre todo en Ciutat Vella y una parte del Eixample. Una de las formas de intentar redistribuir este desequilibrio es tener un cálculo de las cargas en alojamientos que soportan los barrios y determinar de forma objetiva cuáles están saturados y cuáles tienen todavía una cierta capacidad. Queremos distribuir los nuevos alojamientos turísticos en función de este criterio. Eso es lo que pretendemos hacer con la moratoria y para hacer este cálculo necesitamos no tener la presión de las licencias. El periodo es de un año, pero tenemos el compromiso de hacerlo lo más rápido posible porque en abril del año que viene vence la moratoria parcial que pesaba sobre la Vila de Gràcia y calculamos que en estas fechas ya tendremos el plan especial. También queremos hacer un proceso de debate porque hace falta una cierta corresponsabilidad de los vecinos y de los operadores económicos, por eso crearemos un ente de participación para discutir el plan.

¿Cuándo empezarán los trabajos del Consell de Turisme?

A partir de septiembre elaboraremos el reglamento y creo que para mediados del trimestre que viene ya estará listo. La propuesta de reglamento que haremos nosotros apuesta por tener una representación equilibrada de interlocutores y contemplamos cuatro grandes grupos: los profesionales y agentes económicos, el movimiento vecinal y ecologista, representantes de movimientos culturales y sociales, y, finalmente, un grupo de expertos. El Consell de Turisme de la ciudad tendrá dos funciones principales: situar el debate y las decisiones vinculadas en el Plan Especial de Alojamientos Turísticos, y de forma paralela e inmediata la actualización del Plan Estratégico de Turismo 2010-2015 porque nos ayudará a acertar en el diagnóstico. Además de todo esto, también queremos crear un Observatorio del Turismo de Barcelona que nos permita conocer la realidad y que nos ayude en la parte de gestión y organización. Necesitamos tener capacidad de gobernar el turismo y necesitamos herramientas propias y este observatorio nos ayudará mucho.

Se habla del modelo veneciano como ejemplo de lo que no tendría que ser Barcelona. ¿Hay en este momento alguna ciudad que haya sido capaz de gestionar de forma eficaz el turismo masivo?

Tenemos algunos ejemplos. Londres tomó medidas en temas de movilidad, por ejemplo, y París también las está estudiando. Más que ver cómo queremos ser, que ya lo sabemos porque queremos una ciudad confortable para los vecinos y amable para los turistas, lo que hemos de hacer es buscar soluciones para minimizar los efectos negativos actuales que el turismo de masas tiene sobre la ciudad. El turismo es una fuente de ingresos muy importante para Barcelona y si no se siente bien tratado, acaba huyendo. Ahora se están poniendo algunas propuestas sobre la mesa para responder al turismo de masas: tasas turísticas, suspensiones temporales de licencias, regulación de flujos, redistribución de las visitas a lo largo del año, descentralización de la oferta de alojamientos... Se han de estudiar. L’Hospitalet de Llobregat ha ofrecido sus alojamientos, por ejemplo.

Pero no se puede obligar a un turista que quiere visitar Barcelona a alojarse en L’Hospitalet de Llobregat.

Está tan lejos L’Hospitalet como Pedralbes o Nou Barris del centro de Barcelona. Lo que determina la elección de un alojamiento es tener una parada de metro o de autobús al lado. Hay muchos turistas que buscan la singularidad y huyen de las visitas típicas. Por eso hemos de ser capaces de crear espacios atractivos en la ciudad dónde la gente se quiera perder y Barcelona tiene atractivos de sobras para ofrecer esta posibilidad. Ahora tenemos un grupo importante de turistas que nos visitan un día y que se alojan en la Costa Dorada o en la Costa Brava. Hay gente que prefiere dormir fuera de Barcelona y eso lo tenemos que aprovechar. Quien quiere hacer una inversión de un hotel en el centro de la ciudad, evidentemente lo justificará diciendo que el turista busca el centro, pero el tema es que el día que el centro de Barcelona esté lleno de hoteles habrá perdido todo su atractivo porque nadie va a una zona que esté sólo llena de hoteles. Tenemos que evitar que el turismo muera de éxito y seguiremos buscando soluciones.

La moratoria ha sido muy criticada y se les ha echado en cara la falta de diálogo y la poca idoneidad de la medida. ¿Perderemos ocupación y proyección internacional, como dice la oposición?

No. Si tú quieres hacer una moratoria que sea eficaz, has de tomar la decisión en silencio y se ha de hacer de un día para otro. Si hubiésemos anunciado que en una semana suspenderíamos las licencias, habríamos tenido un alud de peticiones. Si lo anuncias previamente es que no quieres que sea factible. La gente que lo tenía que saber ya lo sabía, por tanto nadie nos puede acusar de falta de diálogo ni de tics autoritarios. Yo he hablado con los principales operadores turísticos para explicarles la medida y todos la entienden e, incluso, hay algunos que la defienden. Hemos de intentar gobernar el turismo y para poderlo hacer hay que tener un espacio de tranquilidad donde hacer este debate, y esto es lo que busca la moratoria. Siempre que hay un cambio de gobierno se genera una cierta expectativa, pero nuestro talante es de diálogo porque queremos hacer una ciudad dinámica y equitativa para todo el mundo.

Uno de los muchos proyectos que se han quedado en el tintero por la moratoria es el de la transformación de la Torre Agbar en un hotel.

De momento no se ha quedado en el tintero porque no había presentado ninguna licencia de obras y no sabemos cuándo lo iba a hacer. Quizás de aquí a dos días o de aquí a tres años. De todas las licencias suspendidas por la moratoria, en la primavera que viene nos encontraremos que muchas no se verán afectadas, sobre todo las que están en zonas poco concurridas. Viendo dónde está el proyecto de alojamiento turístico se podrá intuir fácilmente si estará afectado o no.

¿Y qué pasará con las licencias afectadas?

Haremos un análisis. Igual es sólo un problema de ubicación o de redimensión del proyecto. Ya veremos.

Uno de los barrios del Eixample más afectados por la masificación turística es el de Sagrada Familia. Una de las principales quejas de la Asociación de Vecinos y de otras entidades ha sido la falta de diálogo con el anterior regidor. ¿Es consciente de las expectativas que ha generado su llegada al distrito?

Lo primero que he hecho como regidor ha sido reunirme con todas las asociaciones vecinales para conocer de primera mano sus demandas. Con la de Sagrada Familia, uno de los temas que se planteó fue el Plan de Acción del barrio que estaba paralizado. Por eso lo hemos reactivado y una de las propuestas que hemos desencallado es el nuevo circuito de los buses turísticos que se comenzará a aplicar en los próximos días. También estamos estudiando liberar aceras para que haya más espacio para los peatones.

¿Así que también ve factible esta propuesta vecinal?

Sí. Por eso el trozo de la calle Marina más cercana a la Sagrada Familia será peatonal los fines de semana. Será un estudio piloto que nos ayudará a pensar en futuras medidas y actuaciones a medio y largo plazo.

¿Apuesta por mantener la figura del agente cívico a pesar de las críticas?

De momento, sí. Creo que el problema del barrio es que el volumen de turistas es tal que desborda a todo el mundo. Entiendo a los vecinos cuando critican la falta de resultados del trabajo de los agentes cívicos, pero es que la situación está tan desbordada que una persona sola no puede hacer nada frente a miles de turistas. Por eso, reforzaremos este servicio. Hemos de ir introduciendo mejoras para hacer menos insoportable la vida de los vecinos del barrio durante estos meses de verano. Sin embargo, el tema de fondo es la reordenación del espacio de Sagrada Familia. Es un problema de ciudad, no sólo de distrito.

Uno de los lemas de la campaña de Ada Colau fue “echemos a los lobbies de la ciudad”. El templo de la Sagrada Familia ha mantenido siempre una relación privilegiada con todos los gobiernos de Barcelona y hay quién dice que las obras no tienen licencia. ¿Se atreverá usted con la Sagrada Familia?lobbies

Tiene una licencia de obras del año 1901. El templo ha pedido siempre permiso cuando ha tenido que hacer una ocupación del espacio público. Es cierto que no tiene una licencia de obras adaptada a los tiempos modernos, pero no está cometiendo ninguna actuación impune, quizás singular. Ahora bien, no estamos aquí para que nadie disfrute de privilegios. Por tanto, no trataremos a la Sagrada Familia como a un interlocutor privilegiado respecto al resto de entidades. Todavía no me he reunido con la dirección del templo y espero que la relación sea fluida y amable. Cuando hablo de reordenar el espacio alrededor de la Sagrada Familia, esto se ha de hacer desde el liderazgo del Ayuntamiento, no de la Junta del templo. Por eso, igual que a los vecinos les pedimos que tengan la capacidad de encajar la situación y a los operadores económicos que garanticen la convivencia, al templo también le tendremos que pedir que ponga más de su parte. Igual que tiene unas ganancias económicas a partir de las visitas, tendríamos que estudiar de qué manera tendría que dar parte de este retorno a la ciudad, sobre todo a su entorno más próximo porque es dónde genera más problemas. Se tendrá que estudiar cómo colabora para minimizar los efectos negativos que su actividad tiene en su entorno más próximo.

Le veo optimista.

Evidentemente.

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