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Hijo de Cela ahonda en la contradictoria relación de su padre con exiliados

Hijo de Cela ahonda en la contradictoria relación de su padre con exiliados

EFE

Guadalajara (México) —

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¿Por qué Camilo José Cela, pese a haberse alistado en el ejército de Franco, abrió las puertas de su revista a intelectuales de izquierda en el exilio?; esta pregunta vertebró una mesa de diálogo encabezada por el hijo del autor que ahondó en las aparentes contradicciones de su padre.

La tragedia de la Guerra Civil (1936-1939), que dividió a España en dos, no permitió que el autor nacido en Galicia (1916-2002) rompiera sus lazos con aquellas personas que “habían sido sus amigos íntimos en los momentos anteriores”, afirmó Camilo José Cela Conde, en el marco de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara.

La explicación a la relación del premio Nobel de Literatura 1989 con los intelectuales del exilio se remonta a la época en la que estaba matriculado en la facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, pero se saltaba las clases y acudía en su lugar a las de la facultad de Letras.

Allí conoció, entre otras personalidades, a Miguel Hernández y a María Zambrano, y a aquellos pensadores y escritores que más adelante tendrían que salir del país por la victoria de las tropas franquistas.

“Papeles de Son Armadans” (1956-1979), la revista impulsada por Cela desde Mallorca, fue el albergue en plena dictadura no solo de textos de “notorios republicanos del arte y pensamiento”, sino también de poemas y ensayos en catalán y gallego, lenguas reprimidas por Francisco Franco.

Cela Conde narró que durante su infancia vio cómo por su casa pasaban constantemente lo que él veía en esos momentos como “señores raros”, y que en realidad eran republicanos “absolutamente contrarios al franquismo”.

Con el paso del tiempo, el hijo del escritor también llegó a preguntarse por qué los intelectuales exiliados querían publicar en una revista editada en mitad del régimen franquista.

La respuesta la obtuvo en una carta de Max Aub, quien le comentó que otras publicaciones no les abrían las puertas y que en “Papeles de Son Armadans” podían “hablar de lo que quisieran”.

En efecto, fueron pocos los textos de la revista que sufrieron la censura, un hecho que Cela Conde atribuye a que el delegado del Ministerio de Información y Turismo -responsable del control a los escritos- se centraba más en las atribuciones correspondientes al turismo, por ser una de las actividades económicas principales de Mallorca.

Por otra parte, Cela Conde recordó que su propio padre, que por lógica “tenía que ser un patrimonio para el régimen de Franco” en un panorama cultural desértico, tampoco escapó del censor.

Esto porque las suyas eran “unas novelas tremendas” para el régimen, que exhibían “las miserias, la pérdida de libertad, de confianza e incluso de esperanza en quienes se habían quedado en España”.

Durante la mesa de debate también hubo tiempo de profundizar sobre la obra literaria de Cela, ya que Jaime Labastida, director de la Academia Mexicana de la Lengua, charló sobre las dos principales obras de Cela: “La familia de Pascual Duarte” (1942) y “La colmena” (1951).

Con la primera analizó el carácter del personaje principal, Pascual Duarte, y afirmó que Cela “entendió perfectamente” el interior de su criatura, consumido por una “fuerza interior” que le impulsa “sin remedio a cometer asesinatos”.

De “La colmena”, publicada en Buenos Aires y que sufrió una doble censura en España y Argentina, dijo que es “un retrato de la vida vulgar y triste, con escasas oportunidades, esperanzas, sin ilusiones, de la España franquista”, aseveró Labastida.

La FIL se desarrollará hasta el próximo 4 de diciembre en la capital del occidental estado de Jalisco con la participación de 650 autores provenientes de 44 países.

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