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Mazzucco se mete en la piel de una soldado del ejército italiano en “Limbo”

Mazzucco se mete en la piel de una soldado del ejército italiano en "Limbo"

EFE

Barcelona —

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Tras años siguiendo la pista del Tintoretto, la escritora italiana Melania G. Mazzucco cambia totalmente de registro en su última novela, “Limbo”, donde se pone en la piel de Manuela Paris, una joven suboficial del ejército italiano, herida en un atentado en una misión en Afganistán.

Durante una rueda de prensa celebrada hoy en Barcelona, ha explicado que, desde muy pequeña, siente fascinación por “este no Occidente, que es Afganistán” -en 1974, cuando era una niña, su lectura favorita fue “Los pueblos de la Tierra”, de Annemarie Schwarzenbach-, y tampoco ha escondido su pasión por la historia militar.

A partir de estos mimbres, construye una novela de guerra, pero también de redención, en la que Manuela, recuperándose de todas sus heridas, externas e internas, contactará con un misterioso hombre, único huésped de un hotel, frente a su casa, que también vive en el limbo de un secreto.

Mazzucco, considerada una de las mejores escritoras de su país, ha querido “contar lo que no ha sido antes contado”, el regreso de una mujer soldado herida en una misión en el extranjero a un país como Italia, con una sociedad muy inmóvil y en la que las mujeres “tienen que ser el doble de buenas que los hombres soldados, para que las valoren”.

A la vez, ha querido retratar en esta obra, que publica Anagrama, a una mujer fuerte y muy motivada que es, a la vez, “víctima y soldado”, procedente de una familia de la pequeña burguesía de provincias, un poco desestructurada, y que de forma voluntaria decide, en la veintena, después de unos años de transgresión, entrar en el ejército.

Aunque no ha viajado nunca a Afganistán, Mazzucco sí se ha entrevistado con soldados allí destinados y se ha documentado a fondo para poder armar este artefacto literario, con una curiosa estructura de capítulos, en la que se alternan los denominados “vida” con los titulados “deberes”.

Ha comentado que lo ha hecho de este modo, porque en la parte de “vida” puede explicar en tercera persona el regreso de Manuela al hogar, aunque no lo siente como tal porque se da cuenta de que su casa ya es el cuartel, mientras que en la de “deberes” narra en primera persona a través de los ojos de la mujer todo lo que ocurre en Afganistán.

“No quería filtros, sino que el lector viviera en ese país y sintiera el frío, el miedo, el calor o el aislamiento de los que allí se encuentran”, ha advertido.

“Y también buscaba, por un motivo psiquiátrico, que el lector viera que todas las personas que han vivido una situación de estrés postraumático deben hacer una especie de deberes para poder superar el luto por la muerte de los compañeros”, ha apuntado.

Sobre la relación que establece con el misterioso personaje masculino del hotel Bellavista, Mazzucco ha indicado que Manuela está bloqueada por el trauma que supuso para ella la pérdida de sus soldados y “paralizada en una especie de limbo, en una especie de muerte: se trata de que vuelva a su propio cuerpo y vuelva a ser amada”.

El hombre, “que en cierta manera ha tenido que vivir su propia muerte, ayudará a Manuela a regenerarse”.

Preguntada sobre si viajará algún día a Afganistán, ha dicho que, mientras haya guerra, lo ve improbable, porque no es ni médico ni enfermera ni cooperante, los únicos que entran ahora en el país, junto con los periodistas.

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