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Miradores, la otra cara de Buenos Aires que cautiva a sus turistas de excepción

Miradores, la otra cara de Buenos Aires que cautiva a sus turistas de excepción

EFE

Buenos Aires —

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Los encantos turísticos de Buenos Aires van más allá del Obelisco, la Casa Rosada o el barrio de La Boca, pues a través de sus cúpulas más emblemáticas se teje una ruta de miradores que permite vislumbrar la ciudad desde las alturas en un paseo que ya ha cautivado a más de 5.000 visitantes de excepción.

Este periplo aéreo promovido desde 2010 por el Gobierno de la capital rioplatense, a través de su programa “Miradores de Buenos Aires”, permitió hasta finales de 2015 que turistas y porteños curiosos recorrieran cuatro edificios emblemáticos de la capital argentina desde otra óptica.

La aventura comienza un poco alejada del microcentro, en la Iglesia de Santa Rosa de Lima, reconocida por su imponente cúpula -una de las de mayores dimensiones de la región-; y prosigue en la última planta del edificio del Automóvil Club de Buenos Aires.

A continuación el Hotel Panamericano, ubicado en pleno corazón de la capital argentina, sobre la considerada como avenida más ancha del mundo -la 9 de julio- ofrece una panorámica con la espectacular vista del Obelisco.

Y, para finalizar, “el mejor de los miradores”, el de la Galería Güemes, ubicado en la calle Florida, el centro comercial por excelencia de la ciudad, y famoso por ser el único que permite una vista de 360 grados, explicó a Efe el arquitecto Néstor Zakim, uno de los tres guías encargados de estos tours gratuitos de hora y cuarto de duración.

“Desde la Galería Güemes vemos quizás la mayor confluencia de cúpulas que tiene la ciudad, porque hay una interacción entre las cúpulas con sus distintos estilos”, añadió Zakim.

La capital del río de la Plata se ha caracterizado a lo largo de su corta historia por tener “una gran cantidad de cúpulas”, un elemento distintivo y “jerarquizador” de las esquinas porteñas que otorga cierta envergadura a aquellos edificios que las visten. A día de hoy cuentan incluso con una ley nacional que vela por su preservación.

La galería Güemes es por tanto “un lugar privilegiado” que permite otear desde su parte más alta el estuario del río de la Plata, así como la vecina Colonia del Sacramento uruguaya o las localidades bonaerenses de Lanús y Quilmes.

Pero no todo es una mirada a lo clásico desde esta ciudad que si tuviera que parecerse a otra sería “París”.

En medio de las viejas glorias inspiradas en el arte europeo se halla la nueva oleada de rascacielos que copan Puerto Madero, uno de los barrios más recientes y exclusivos de Buenos Aires.

Y es que la diversidad cultural de Argentina en general y de Buenos Aires en particular “se trasluce también en lo arquitectónico y se ve perfectamente desde las alturas” gracias a los diferentes estilos que conforma el crisol de edificios que componen el skyline porteño para Zakim, donde las grandes olas migratorias del pasado también han dejado su huella y en el que se aprecia un norte dominado por la elite adinerada y un sur que es territorio de las clases más humildes.

Ahora, cinco años después de su puesta en marcha, el cambio de autoridades en la municipalidad de Buenos Aires ha dejado en “stand by” esta iniciativa que ya ha cautivado a “más de 5.000 personas en seis años”.

“Pero además con un detalle importante, y es que los grupos que suben son pequeños y se hacen sólo dos veces por mes”, por lo que la posibilidad de acceso de la gente a esta maravilla visual “es muy estricta”, concretó el guía, lo que los convierte en “visitantes de excepción”.

Tras la experiencia, un sentimiento común: “Emoción”.

“Mucha emoción, mucha gente con lágrimas en los ojos que, viviendo en la ciudad, nunca había podido ver Buenos Aires desde esos lugares”, confiesa el guía, que no puede evitar sentir una enorme “gratificación” al ver el “gran interés” que despierta la ruta.

Ahora, Zakim solo espera que se reactive “más pronto que tarde” el programa ya que, de lo contrario, “se perdería una muestra fundamental del patrimonio porteño”.

Pase lo que pase, la labor de difusión de Miradores de Buenos aires “va a formar parte de la historia turístico-cultural de la ciudad” para siempre, ya que permitió descubrir una metrópolis “con otro carácter”.

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