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Josef Albers, el hombre que susurraba a los colores

Joseph Albers, six squares
Madrid —

Para Joseph Albers, lo importante era el color. “Es como cocinar -decía- poner más o menos sal lo cambia todo de golpe”. Le importaba más que la forma -igual que la comida nos importa más que el plato- pero siempre desde la limpieza de formas que caracterizó lo mejor de su escuela.

El motto de la Bauhaus era la unión de arte y tecnología; su manifesto, que no hay diferencia esencial entre el artista y el artesano. El de Albers era sacar el “máximo efecto a través del mínimo de medios”, no era una cuestión estética sino un principio moral. También es el hilo que enhebra su primera retrospectiva en España, inaugurada hoy en la Fundación March por su amigo Nicholas Fox Weber, historiador y director de la Josef and Anni Albers Foundation.

La exposición Josef Albers: Medios mínimos, efectos máximos está compuesta por un centenar de obras y otras y otras piezas de mobiliario de la Bauhaus, objetos, fotografías y diverso material gráfico y documental. Es una gran muestra; el artista alemán era pintor, filósofo, profesor, fotógrafo y diseñador de muebles. Como recordaba Fox Weber, su decidida “voluntad de simplicidad” no debe ser confundida con el minimalismo sino con “una economía de la forma” y un uso casi espiritual del color. “Josef Albers decía que el arte puede ayudar a ir más allá, a ver más, y este es el objetivo de la exposición”.

La muestra recoge sus experimentos con el color y sus inmumerables matices con cuadrados llenos de cuadrados, con líneas rectas o figuras geométricas, donde la abstracción “se afana en lo espiritual intensamente”. También explora el proceso de trabajo artístico y la labor pedagógica del creador, así como su relación y trabajo en los dos movimientos, la Bauhaus y Black Mountain College.

De Wesfalia a Nueva York, pero siempre en la vanguardia

Hijo de un padre “artesano, honrado, competente, pintor, fontanero, electricista y carpintero”, Albers nació en Bottrop (Wesfalia) y murió en Connecticut EE.UU, un país al que emigro en 1943. Es el año en que los nazis “ganaron” las elecciones, para después intervenir y finalmente cerrar la escuela de Bellas Artes más influyente del s. XX. Albers había sido profesor de la Bauhaus entodas sus sedes: Weimar, Dessau y Berlín.

En Estados Unidos trabajó en la facultad de Black Mountain College, otra de las grandes escuelas de vanguardia y experimentación del siglo pasado. Por allí pasaron otros artistas como John Cage, Merce Cunningham o De Kooning. Josef Albers acabó su carrera docente como director del departamento de Diseño de la Universidad de Yale, donde se jubiló en 1958.

La muestra también recoge sus primeros dibujos figurativos, donde ya se ven sus figuras mínimas y “ahorradas”. La selección de pintura recoge las principales series en las que trabajó el maestro: Variant/Adobe, Constellations (Constelaciones estructurales) y la célebre Homage to the Square (Homenaje al cuadrado).

Acompaña a la muestra con un amplio catálogo con una selección de 57 textos de Albers, 26 de ellos inéditos y 53 traducidos por primera vez al castellano, según Manuel Fontán, director de exposiciones de la Fundación Juan March.

“Joséf Albers: proceso y grabado (1916-1976) es el título de la muestra que, comisariada por Brenda Danulowitz se podrá ver en el Museu de la Fundación Juan March, desde el dos de abril, y en Cuenca, en el Museo de Arte Abstracto, desde el 8 de julio.

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