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Naomi Klein carga de nuevo contra la ideología neoliberal

La periodista y ensayista canadiense Naomi Klein

Marta Peirano

Si No Logo (2000), el libro insignia del movimiento antiglobalización, hablaba del abuso de las multinacionales sobre los países en desarrollo y su efecto sobre la economía y la cultura local, el libro de Naomi Klein es la historia de otra invasión, la de la economía neoliberal en el mundo, a través de una filosofía de poder. Se llama La doctrina del shock.

“Sólo una crisis, real o percibida, da lugar a un cambio verdadero -observa Milton Friedman, padre de la escuela de Chicago y superhéroe de la teoría neoliberal- cuando esa crisis tiene lugar, las acciones que se llevan a cabo dependen de las ideas que flotan en el ambiente. Nuestra función es desarrollar esas ideas y mantenerlas vivas hasta que lo políticamente imposible se vuelve políticamente inevitable”.

“En ese momento -explica Klein- se abre una ventana de oportunidad en la que las normas de una sociedad democrática desaparecen”. La guerra contra el terror es una guerra contra las libertades civiles de todos los norteamericanos, disfrazada de proteccionismo paternal.

La necesidad de la crisis

En su libro, la economista canadiense compara la fórmula de Friedman, aplicada a lo largo del mundo desde Chile a California, con las técnicas de interrogación de la CIA en los años 50. Es una analogía difícil pero conceptualmente eficaz. “Cuando la sociedad resiste a la primera ola del shock, la invasión, los cambios legislativos y la pérdida de derechos civiles -continúa- llega la segunda ola: la picana, la pistola, las bombas”. Es el caso de Irak.

Para Klein, la revelación llegó en Irak -donde cubría la invasión para Harper's Bazaar- y fue tomando forma durante los años posteriores. La escritora notó que “los mismos que impusieron la terapia neoliberal en Rusia después de la debacle económica llegaron a Bagdad a impartir sus enseñanzas a los ministros iraquíes”. Mientras los otros medios contaban las bajas, ella se interesaba por los recién llegados y sus tácticas insidiosas de recuperación.

Además, el nombre de la operación era exáctamente ese, la terapia de choque. Klein se dió cuenta de que el proceso de reconstrucción que imponían las fuerzas norteamericanas tenía poco que ver con el que necesitaban los civiles: en lugar de reconstruir el país, los recién llegados acababan de destruirlo para poner sus franquicias sobre las ruinas. La conexión con los métodos de tortura llegó más tarde.

Madrid no entró en shock

“Los manuales de la CIA explican de manera exhaustiva cómo crear un estado tal que devuelve al individuo a un estado infantil deshaciendo la lógica de sí mismo, desintegrándole para volver a componerlo en sus propios términos. Y de pronto me dí cuenta de que era lo mismo que estaban haciendo en Irak: si se puede rehacer una personalidad -argumenta Klein- también se puede rehacer un país”.

Sin embargo, Klein no cree -como Friedman- que ese proceso es en verdad inevitable. La doctrina del shock no es sólo un recuento del proceso que describe sino, sobre todo, un manual de resistencia contra el mismo. “Identificar los signos, evitar la sorpresa, esa es la única forma”. Como ejemplo, Klein cita Madrid.

“Los madrileños no estaban en estado de shock, probablemente por su experiencia en ataques terroristas y supieron reaccionar. Es un ejemplo que siempre cito en mis conferencias y que siempre asombra a todo el mundo”.

Esta entrevista tuvo lugar el 25 de octubre de 2007 y fue publicada originalmente en el diario ADN, hoy desaparecido.

Esta entrevista tuvo lugar el 25 de octubre de 2007 y fue publicada originalmente en el diario ADN, hoy desaparecido.en el diario ADN

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