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Multa a periodistas por fotografiar lo que ocurre en la valla de Melilla

Relato de los hechos de la denuncia a los periodistas mientras hacían su trabajo en los alrededores de la valla de Melilla

Gabriela Sánchez

5:30 AM. Salto en la valla de Melilla. Decenas de periodistas tratan de observar qué ocurre en la frontera para sacarlo de la penumbra. Mientras, explican, se enfrentan a “zonas de seguridad” cada vez más alejadas de la alambrada , a “intimidaciones”, a “amenazas con denuncias” constantes. Al menos dos de ellos ya han visto materializada una de ellas: los fotógrafos José Colón y Sergi Cámara han recibido una multa de 150 euros por hacer su trabajo el pasado 18 de junio, cuando cerca de 400 personas intentaban saltar, cuando las fuerzas auxiliares marroquíes apalearon a inmigrantes frente a agentes españoles, cuando estuvieron allí para mostrarlo.

Estos fueron los hechos grabados horas antes de ser multados:

Una de las denuncias, a la que ha tenido acceso eldiario.es, señala que “con motivo de que se estaba produciendo un asalto fronterizo”, al percatarse de la presencia de los periodistas, “indican que se aleje del lugar, para prevenir su integridad física y no entorpecer la labor policial, haciendo caso omiso a las indicaciones de los agentes, negándose a abandonar el lugar, con actitud despectiva defendiendo las indicaciones de los agentes”. Los fotógrafos defienden que los hechos no se desarrollaron como aparece relatado en el escrito.

Según relatan, en aquel momento eran cinco los periodistas que habían encontrado una zona donde sus cámaras lograban captar lo que ocurría en aquel momento en la valla de Melilla. Sergi Cámara, fotoperiodista que lleva años documentando a situación de la frontera, explica a eldiario.es que los agentes aparecieron a las 8 de la mañana, cuando ya habían grabado todo el material. “Nos identificaron, nos dijeron que estábamos en una 'zona de seguridad' y nos pidieron que nos retirásemos. Otras veces es verdad que respondemos más e insistimos en que estamos haciendo nuestro trabajo, pero en esa ocasión nos callamos y nos fuimos. Sabíamos que teníamos un buen material y no queríamos arriesgarnos a perderlo”, señala.

“Estábamos trabajando y no nos permitían acceder al ”área de seguridad“, una zona establecida por la Guardia Civil”. Mencionan una supuesta 'barrera flexible' que delimita dónde sí y dónde no pueden acceder los periodistas“, añade José Colón, periodista freelance que lleva desde enero documentando los saltos fronterizos en la ciudad autónoma. También ha recibido la multa en su casa. ”Siempre es el mismo proceso. Solemos llegar a la valla prácticamente al mismo tiempo que los agentes y aprovechamos el caos del momento para escurrirnos y documentar el salto. Cuando nos ven, nos piden que nos retiremos y suelen identificarnos, pero es la primera multa que me llega desde que estoy en Melilla“.

“Venga, ya tienen la foto. Ya podéis iros”. “No nos compliquéis el trabajo, esto es una zona de seguridad”. “A mí la libertad de prensa me importa una mierda”. Son algunas de las frases escuchadas en más de una ocasión por estos periodistas. Como las palabras que pudimos escuchar en el último vídeo de la ONG Prodein. “Que no puede usted filmar, por favor, ya se lo he dicho. A mí no me diga lo que dice el artículo. Le estoy diciendo lo que hay. Ya se lo he dicho 40 veces, ¿qué es lo que quieren?”, se exalta el agente de la Guardia Civil mientras los informadores tratan de explicar exactamente, eso, lo que quieren: “Lo que queremos es mostrar cómo sus compañeros les están pegando”, responde una periodista frente a la valla de seis metros de altura que separa Melilla de Marruecos.

Los obstáculos y la represión a los periodistas que cubren la información de frontera no son nuevos. Uno de los hechos más destacables fue la retención del fotoperiodista Jesús Blasco de Avellaneda en julio de 2013 tras un salto del perímetro fornterizo. En otros momentos, sin embargo, la actitud de las fuerzas de seguridad cambia y las dificultades impuestas menguan. Los periodistas entrevistados sitúan el punto de inflexión, el día en el que se percataron de que algo había cambiado, tras el intento de salto del pasado 2 de marzo. Las cámaras pudieron grabar y fotografiar sin impedimentos las devoluciones ilegales de cerca de 20 personas que permanecieron durante horas en lo alto de la alambrada.

[Imágenes: Jesús Blasco de Avellaneda. Edición: Alejandro Bustamante]

“A partir de ese momento y de la visita del ministro a Ceuta y Melilla, nos dejaban acercarnos mucho. Las fotos que hicimos en esas semanas dieron la vuelta al mundo. Coincidía con la petición de fondos del Gobierno a la Unión Europea. No sé si eso influiría pero no puedo evitar preguntarme si me están utilizando”, dice Colón desde la ciudad autónoma. Él junto a otros periodistas emitieron en aquel momento un comunicado en el que expresaban su preocupación ante la posibilidad de que le Gobierno emplease su trabajo para sus propios fines, “como dar esa visión de avalancha o asalto que siempre mencionan o que la gente se acostumbre a ver las devoluciones en caliente”, apunta.

Pero la “normalidad” regresó y las “zonas de seguridad” volvieron a extenderse. Según especifican, a partir de la difusión de las imágenes que mostraban las duras agresiones de las fuerzas auxiliares marroquíes frente a agentes de la Guardia Civil -las mismas que fueron grabadas el día en el que los periodistas fueron multados- aumentaron las dificultades a su trabajo. “Parece como si la multa fuera un castigo por la repercusión de aquel vídeo”. Las imágenes motivaron la admisión a trámite de una denuncia interpuesta por Prodein. El auto del juzgado entendía que la zona intermedia entre las dos vallas es España y, por tanto, lo que ocurra dentro de ella es responsabilidad española.

“Se dice que la policía marroquí dio un toque de atención a las autoridades españolas porque les hacen llevar a cabo el trabajo sucio y, luego, son ellos los que salen en las imágenes”, cuenta una periodista que prefiere no especificar su identidad. “Fuentes de la Guardia Civil en la ciudad autónoma reconocen que a los agentes alauíes no les sienta bien la presencia de la prensa pero, matizan, eso no influye en el proceder de las fuerzas de seguridad españolas. Además, indican que siempre han actuado de la misma forma y no ha habido los cambios de los que alertan los informadores.

“Me acabo de comprar otra cámara cuyo objetivo llega a dos kilómetros porque, si siguen por este camino, no podía trabajar. Decimos de broma que, dentro de poco, la ”zona de seguridad“ empezará en nuestra casa” añade desde Melilla entre risas de resignación.

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