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Más de 360 personas han muerto de cólera en Yemen, un país hundido por la guerra y el hambre

Una enfermera de MSF controla la presión arterial de una mujer con cólera en el centro de tratamiento de cólera de MSF en Khamer.

Icíar Gutiérrez

Acaba de comenzar el Ramadán, el mes de ayuno de los musulmanes, y las familias tratan de recuperar la normalidad arrebatada por dos años de guerra en Yemen. Es el momento de reunirse con los seres queridos para compartir los alimentos, una costumbre ahora en el punto de mira por la probabilidad de contagio del cólera, que ha resurgido con una rapidez “sin precedentes” en el país.

“Estamos atentos a cómo las dinámicas del Ramadán pueden afectar a la transmisión de la enfermedad”, comenta desde Yemen Roger Gutiérrez, coordinador de la intervención de Médicos Sin Fronteras en Abs, al noroeste del país, en una conversación telefónica con eldiario.es. “Es una bacteria que se contagia fácilmente si se ingiere agua o comida contaminadas, o también a través del contacto si no se toman medidas como lavarse las manos”, explica.

Las autoridades yemeníes declararon el estado de emergencia a mediados de mayo. El cólera, una diarrea acuosa de fácil tratamiento, se ha cobrado la vida de al menos 361 personas, según Naciones Unidas.

“Entre la diarrea y los vómitos, una persona puede llegar a perder 20 litros de agua al día. Uno de cada dos pacientes en estado grave mueren deshidratados si no son tratados con rapidez”, alerta Gutiérrez. Desde finales de marzo, se han detectado más de 35.000 casos en 19 de las 22 gobernaciones yemeníes.

Hospitales “colapsados” por la guerra

Un sistema de salud “muy debilitado” por el conflicto explica, a juicio de la organización humanitaria, el origen y la rápida propagación de este brote. “A la destrucción de las instalaciones médicas se le une el bloqueo naval [de Arabia Saudí] y la inseguridad a la hora de distribuir los suministros médicos por puentes y carreteras”, precisa Gutiérrez.

“El sistema era muy bueno, pero la guerra, además, ha devastado la economía y ha dejado en bancarrota el Ministerio de Salud del país, que ahora es el más pobre de Oriente Medio”, añade.

Como resultado, según denuncia MSF, varios centros de salud “han dejado de funcionar” por la falta de presupuesto desde septiembre de 2016. El personal sanitario yemení, asegura la ONG, “lleva meses” sin cobrar su salario. “Algunos han optado por cobrar a los enfermos por los medicamentos, otros se han buscado otro trabajo, pero muchos siguen en sus puestos sin cobrar nada. Es admirable e injusto a la vez”, opina el coordinador de MSF.

También como consecuencia de los combates y los bombardeos, la población recorre centenares de kilómetros en búsqueda de asistencia sanitaria y los hospitales están “absolutamente colapsados”. Es el caso del centro de Abs, en la gobernación de Hajjah –cerca de la frontera con Arabia Saudí–, un hospital con capacidad para atender a una zona rural adonde llegan numerosos enfermos “después de viajar durante horas”.

“Hemos tenido que buscar otros espacios como una escuela cercana o una tienda de campaña. En Abs recibimos unos 100 casos diarios de cólera, sobre todo niños y mujeres, contagiadas debido al rol tradicional de cuidados. Ya hemos tratado a un total de 2005 personas”, apunta Gutiérrez.

La mayoría, señala, son moderados y pueden tratarse con sales diluidas en agua limpia y descanso. Además del cólera, en esta zona han reaparecido otras enfermedades como la tos ferina o la malaria, según puntualiza el representante de la ONG.

El hambre, un agravante en los contagios de cólera

El bloqueo y la guerra han convertido a Yemen en la mayor emergencia alimentaria del mundo. Más de 17 millones de personas pasan hambre en el país y más de dos millones han abandonado sus hogares, según Naciones Unidas.

“Es una hambruna sin precedentes”, recalca Gutiérrez, quien explica que el hambre “no es una causa directa en enfermedades con el cólera, pero sí es un agravante, porque debilita el organismo”. Además, dice, la escasez de alimentos también provoca que las personas se desplacen y se concentren en zonas con estructuras sanitarias que funcionan por encima de su capacidad.

Por otro lado, la pobreza se materializa en la falta de unas condiciones higiénicas adecuadas, el acceso insuficiente al agua potable y una mayor desinformación, lo que aumenta el riesgo de contagio de la bacteria. En los próximos días, comenzará la estación de lluvias y los pozos que abastecen a las comunidades “pueden contaminarse y agravar la situación”, advierte el coordinador de MSF.

El conflicto que enfrenta a las fuerzas leales al presidente Abd Rabu Mandsur Hadi, con el respaldo de la coalición liderada por Arabia Saudí, y los rebeldes huzíes, ha dejado al menos 10.000 civiles muertos desde marzo de 2015, según la ONU.

Médicos Sin Fronteras reclama un mayor apoyo al Ministerio de Salud yemení, a los profesionales sanitarios locales y a las organizaciones internacionales que operan en el país, así como que se facilite la importación y la distribución de los suministros médicos. “La sensación general es de cansancio y hartazgo, pero las personas intentan seguir con su día a día. Solo quieren entornos seguros, poder ir al médico. La paz”, concluye Gutiérrez.

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