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Cuando el nombre de tu banco y el de la marca de tus yogures es el mismo

Una imagen de un supermercado.

Marta Garijo

Bancos que se parecen a supermercados y cadenas de distribución que se convierten en bancos. La línea entre los servicios financieros y el consumo es cada vez más delgada. Carrefour prepara en Francia el lanzamiento el próximo 18 de abril de su primer servicio de banca online con el nombre de C-Zam. Lo hace dentro de la actividad de su filial bancaria Carrefour Banque que lleva en funcionamiento desde hace 35 años.

La cadena de supermercados venderá cofres a un precio de cinco euros, con una apariencia similar a las cajas de experiencias pero dentro en vez de tener una escapada a un hotel habrá una tarjeta de débito MasterCard y los datos de una cuenta corriente, que hay que registrar y dar de alta por Internet escaneando un documento de identidad francés.

Entre los objetivos del banco está captar a los millennial, a aquellos que necesiten una segunda cuenta para su día a día o a quienes no tengan nómina. “Estamos lanzando la primera cuenta corriente distribuida en Francia por un minorista, accesible para todos sin limitaciones de ingresos”, aseguró el Consejero Delegado de Carrefour Banque, Julien Jaillon, en una entrevista a Reuters hace unos días.

“Todos los perfiles de clientes pueden estar interesados, desde los jóvenes que abran su primera cuenta corriente a las familias que tienen necesidad de una cuenta corriente complementaria para gestionar los gastos del hogar”, explicó en otra entrevista en un medio especializado galo.

Además de los cinco euros iniciales, Carrefour cobrará un euro mensual de comisión de mantenimiento, en total 12 euros al año. La filial bancaria de la cadena, participada en un 40% por BNP Paribas, permitirá la retirada de efectivo de forma gratuita en los cajeros de la entidad. Lo que no permite la cuenta es sacar a crédito con la tarjeta y dejar la cuenta en números rojos.

La fuerza de la marca

“El nombre de una cadena de supermercados es conocido para una familia, mientras que el de un banco puede generar rechazo”, apunta Manuel Romera, director del sector financiero del IE Business School al preguntarle sobre las ventajas con las que cuentan los supermercados a la hora de ampliar su negocio hacia el lado financiero. En este sentido señala además que la actividad de los supermercados está relacionada con la actividad bancaria porque parte del negocio de la distribución reside en “cobrar pronto y pagar tarde”, apunta al hablar de la relación de las cadenas con los proveedores.

Entre otras de las ventajas para que los bancos entren en este negocio está la rentabilidad que se genera al captar depósitos a un tipo de interés bajo para luego ofrecer crédito al consumo con tipos de interés mucho más altos, apuntan fuentes del sector. Como ejemplo de esto, en el catálogo de productos de Carrefour Banque se ofrece una cuenta de ahorro con una remuneración del 1%, mientras que si se pide un crédito de 15.000 euros para comprar, por ejemplo, un automóvil, el tipo de interés es casi del 5%. 

La tendencia de que cadenas de distribución o de consumo se conviertan en pseudobancos es imparable. Amazon acaba de anunciar que permitirá que sus clientes acumulen efectivo en sus cuentas para expandirse en países donde el acceso bancario es muy relativo (en México solo un 44% de los adultos tiene cuenta en el banco). Incluso Starbucks tiene una aplicación móvil de pago para sus clientes y Facebook también ha lanzado una línea de payments para poder comprar directamente.

¿Y en España?

En España, este tipo de productos todavía no está disponible, aunque con una ficha bancaria de un país europeo y la autorización del Banco de España se podrían prestar. No es necesario tener ficha española para poder operar en España como banco. Por ejemplo, ING opera en España como sucursal del grupo holandés dado de alta en el registro del Banco de España, por lo que la garantía del fondo de depósitos que le respalda en este caso es el holandés.

Por ahora, en el mercado español las empresas de distribución únicamente han lanzado entidades de crédito, las conocidas en el sector como financieras, con las que gestionar las tarjetas de crédito de que disponen u ofrecer financiación para la compra de determinados productos. Este es el caso por ejemplo, de El Corte Inglés, o de la filial española de Carrefour.

La principal diferencia entre estas y los bancos es que no pueden captar depósitos. Y es que mientras que si una entidad de crédito quiebra, esto no generaría un gran problema para los clientes; si un banco quiebra, sí que supone uno grave para quienes tienen depositados en él sus ahorros.

Esta situación podría cambiar porque Orange anunció hace unos meses que se prepara para lanzar un banco en Francia y que su previsión es llegar al mercado español en 2018. Para desarrollar este servicio, la operadora ha entrado en el capital de la entidad Groupame Banque comprando un 65%.

También fue sonada la alianza entre el grupo Dia e ING por la que se puede obtener efectivo en los supermercados en un momento en el que las comisiones en los cajeros han hecho de los expendedores de los billetes algunos de los bienes más preciados.

El desembarco de estos nuevos servicios financieros se produce en un momento en el que el sector bancario tradicional se enfrenta al reto de cómo volver a crecer en márgenes en un entorno de tipos de interés al mínimo. En este contexto, las fintech se perfilaron como las empresas que podían erosionar parte de los beneficios de la banca. Sin embargo, el tamaño reducido de estas, junto con la estrategia de alianza o compra de los bancos, hace que sean las grandes corporaciones tecnológicas o incluso estas grandes cadenas de consumo las que podrían suponer una amenaza para las entidades tradicionales.

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