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El FMI quiere que solo las empresas con muchos afiliados sindicales queden cubiertas por los pactos laborales

El FMI quiere acabar con la eficacia general de la negociación colectiva en España.

Belén Carreño

Aunque a estas alturas de la crisis parezca complicado, el Fondo Monetario Internacional ha apretado de nuevo la clavija de sus demandas sobre liberalización del mercado de trabajo en España. Después de aplaudir los efectos de la reforma laboral, que siempre ha considerado que se podía perfeccionar, el FMI toma como caballo de batalla la reforma de la negociación colectiva.

La última reforma laboral del Partido Popular ya introdujo fuertes reformas, como la posibilidad de descolgarse de los convenios o el final de la ultraactividad (esto es, que los convenios que no se renuevan caducan y desaparecen), pero el organismo con sede Washington tiene una nueva propuesta en este sentido: que solo las empresas con altas tasas de afiliación sindical estén cubiertas por estos acuerdos laborales.

El FMI plantea en su informe sobre la situación española, el llamado Artículo IV, que la cobertura de los acuerdos de negociación colectiva solo afecte a “sectores donde los sindicatos y las patronales que firman el acuerdo representen a una mayoría de los trabajadores o que se aumente el número de trabajadores que deben tener las empresas cubiertas por los convenios (para liberar a las pymes)”.

En párrafos anteriores, y en un sesgado gráfico, los autores del informe lamentan la “baja representatividad de la negociación colectiva en España”, donde “los sindicatos solo representan a una parte de los trabajadores -típicamente aquellos que tienen trabajo (sic), pero donde los acuerdos de negociación colectiva cubren a casi todos los trabajadores”. También plantea que se hagan descuelgues como los que se hicieron a principios de los noventa en Alemania en algunos sectores.

Con esta propuesta, el organismo plantea acabar con uno de los principios de la representación sindical en España, en el que se optó por un modelo de “eficacia general” en el que se priorizan los derechos de los trabajadores sobre la necesidad de afiliación y que viene recogido en el Estatuto de los Trabajadores. Esto provoca que la cobertura de la negociación colectiva sea también una de las más elevadas de la UE (más del 80% de los trabajadores están resguardados), una cifra que equipara a España con los países nórdicos y centroeuropeos. Precisamente, el hecho de que en España la negociación colectiva sea de eficacia general desincentiva la afiliación a los sindicatos, ya que aunque no se pague la cuota se está cubierto igualmente, siendo más garantista en las pymes.

Para representar esta contrariedad, el FMI representa en un gráfico las tasas de afiliación sindical y de cobertura colectiva de un selecto puñado de países: Estados Unidos, Reino Unido, Irlanda, Alemania, España e Italia. Huelga recordar que los tres primeros países anglosajones tienen una menor tradición sindical, y los otros dos casos citados, Italia y Alemania, tienen unas tasas de cobertura muy elevadas, aunque una proporción algo superior de afiliados, al menos según el gráfico elegido por el FMI.

España es también uno de los seis países europeos con el porcentaje más bajo de empresas que financian la actividad sindical y con menos medios para formar a los representantes de los trabajadores, según muestran varios indicadores de la OCDE y la Comisión Europea.

El FMI quiere poner patas arriba el modelo de sindicalismo que existe en España y obligar a los trabajadores a pagar una cuota o a militar en un sindicato para estar cubiertos por los derechos que se negocien. Hasta el momento, los sindicatos tienen que cumplir un mínimo de representación de los trabajadores para poder negociar en su nombre. La propuesta del FMI abocaría a las empresas más pequeñas, precisamente aquellas en las que los trabajadores pueden tener un mayor temor a sindicarse o a mostrar sus filiaciones políticas, a quedar fuera de los derechos que negocien las más grandes. Esto tendría muchas consecuencias en grandes convenios como los de la distribución o las oficinas.

El FMI defiende que con esta medida se flexibilizaría la negociación de los salarios, uno de los pilares de la recuperación, en su opinión, siempre y cuando sigan en la senda de la “moderación”. También cree que se vencería así las resistencias a terminar con los contratos temporales. La dualidad del mercado de trabajo es una de las preocupaciones recurrentes del organismo. Según algunos estudios, los mercados con una alta dualidad laboral son menos sensibles a los cambios en los salarios.

Con todo, la medida más directa que el FMI propone para acabar con esta dualidad es subir la “protección a los temporales”, esto es, subir la indemnización por despido para acercarla a la de los indefinidos.

En el resto de paquetes de medidas para mejorar el empleo, el FMI propone reducciones a las cotizaciones sociales para los empleados menos cualificados y mejorar la formación activa. Estas insistencias a seguir ajustando salarios chocan con el reconomiento que hace el FMI del ajuste que ya se ha hecho. El organismo dice que el cambio tan espectacular que ha hecho España para dar la vuelta a la balanza por cuenta corriente (la que mide si se exporta más que lo que se importa) solo es comparable a la que llevó a cabo Corea del Sur en la época de la industrialización. Eso sí, Seúl lo hizo por la vía de devaluar su moneda y España lo ha conseguido por la vía de devaluar los salarios.

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