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“Una cosa es una infracción leve que se puede gestionar de manera dialogada y otra son los delitos”

El concejal de Seguridad del Ayuntamiento de Madrid, Javier Barbero.

Andrés Gil

Manuela Carmena quiere una policía municipal más próxima al ciudadano. Así lo establece el plan director elaborado por el área de Seguridad del Ayuntamiento de Madrid, dirigida por el concejal Javier Barbero. Dentro de ese nuevo modelo, están previstas las mesas de convivencia y seguridad en cada barrio de Madrid. Este martes, se ha reunido la primera, en Lavapiés. Una vez que el sistema se consolide y evalúe en este barrio, se extenderá en el resto.

¿En qué consiste este modelo?

La mesa de convivencia y seguridad, que ahora se inicia en Lavapiés, tiene como tarea corresponsabilizarse en el diagnóstico y las propuestas en la intervención de problemas de seguridad.

Frente a la salud, hay personas que depositan la responsabilidad de la salud en el médico. Y frente a la seguridad, se deposita en la institución policial. Lo que nosotros decimos es que hay corresponsabilidad en el sentido de que la gente del barrio haga propuestas a los técnicos, que en este caso es la policía municipal.

Esto es algo que está aprobado en el plan director de la Policía Municipal, y la mesa de convivencia y seguridad de Lavapiés ha sido aprobada por el pleno de la Junta del distrito Centro por los cuatro partidos.

Lo que no es cierto es que haya un modelo basado en jurados vecinales. Eso es falso. Lo que hay son documentos que hablan de distintas buenas prácticas en Europa y EEUU para documentar a las mesas de lo que se hace en otros sitios. Es sólo un ejemplo.

¿Pero podría llegar a haber jurados vecinales?

Habrá lo que decida la mesa de convivencia y seguridad. Si en vez de llamarlo así lo llamáramos un espacio de deliberación sobre temas de seguridad, tendría otras connotaciones. Por ejemplo: si una discoteca hace mucho ruido, se llama a los distintos intervinientes, al dueño, a los vecinos, y se les sienta a ver qué podemos hacer con ese conflicto. Lo que buscamos es la resolución de conflictos que en la medida de lo posible no lleguen al ámbito judicial. Y si tienen que llegar, que lleguen.

Son, en todo caso, estrategias intermedias, que no van a sustituir al ámbito judicial. Si hablamos de un atraco, no hay mediación posible. Este tipo de herramientas se utilizan para gestión de los conflictos en torno a la convivencia.

Es una de las múltiples ideas que hay en EEUU e Inglaterra, que hablan de justicia comunitaria y restaurativa, que no sustituyen a la justicia ordinaria, pero el infractor, no el delincuente, puede acordar conjuntamente para restaurar el daño hecho.

Por ejemplo, si hay unos chavales que montan mucho lío con los patines y han roto unos cristales de un comercio, la idea es que se sienten con sus padres y el comerciante y sean capaces de llegar a un acuerdo de restitución. A veces pueden ser informales, pero con encuadres comunitarios que ayuden a gestionar los conflictos. Es un grupo de mediadores con estrategias de gestión de conflictos no judiciales. No se habla de delitos, para eso está la justicia ordinaria.

¿Quiénes están representados en la mesa de convivencia y seguridad?

Están representadas las asociaciones, los partidos a través de los vocales vecinos, la policía... Y supone una interlocución para evaluar los distintos problemas y hacer propuestas. En todo esto, una idea clave es la de corresponsabilidad.

¿Qué competencias tiene?

Sobre convivencia y seguridad. Por ejemplo, si hay zonas especialmente sucias y el hecho de estar más sucias y menos cuidadas dan mayor sensación de inseguridad subjetiva. El concepto de seguridad tiene que ver también con iluminación, grupos delincuenciales, espacios de encuentro de la propia comunidad, con el acceso a los transportes públicos. Pero hay una parte que es pelear contra los delitos, donde el trabajo de policía va a ser central, pero también los ciudadanos.

¿Qué decisiones puede tomar?

Por ejemplo, con ese bar que pone la música altísima, las asociaciones pueden hacer una campaña de boicoteo. Las medidas no son necesariamente de tipo represivo y policial. Lo importante es que la comunidad no busque tanto culpables como soluciones.

Una cosa es una infracción leve que se puede gestionar de manera dialogada y otra son los delitos. La mesa se ocupa de todo aquello que tenga que ver con la convivencia y no tanto en la seguridad ciudadana.

Cada vez tenemos que más profundizar en el concepto de seguridad. En el plan de policía director, hemos hecho una definición de seguridad suficientemente amplia: hay muchos niños a los que les genera inseguridad no poder dar la luz por la mañana por tener pobreza energética. O que las calles no estén suficientemente iluminadas.

¿Cuándo se extenderá a otros barrios?

Vamos a ir despacio. Estamos en un proceso de reestructuración de la policía, donde se han hecho nombramientos, y cuando se vaya asentando ese proceso iremos empezando. Y habrá que evaluar este plan piloto de Lavapiés.

¿Puede haber diferentes modelos en cada barrio?

Puede haber resultados distintos en función de cada barrio, pero las metodologías serán comunitarias y participativas. El modelo de policía comunitaria sí está definido, y las mesas de convivencia suponen una de las patas de ese modelo.

¿Por qué arranca en Lavapiés?

En 2010 ya había un estudio sobre dificultades en Lavapiés, un barrio que, por otro lado, tiene una gran red asociativa y que además nos invita a pensar en la gestión de la diversidad. No es que sea especialmente problemático, tiene una riqueza e historia rica para el trabajo comunitario.

Ada Colau contó hace unos meses en unas jornadas cómo ella, antes de ser alcaldesa, volvía a casa por la noche, sin batería en el móvil, y le entró un varón grande amenazante. Colau explicaba que lo que le resolvió el problema es que se acercaron dos chavales con patines y le acompañaron. Esa comunidad de jóvenes no es indiferente frente a los riesgos de las personas. Una comunidad comprometida con la seguridad hace que todos nos sintamos más seguros.

¿Y qué papel desempeñaría el gestor de barrio?

Es otro ejemplo que figuraba en la documentación que aportamos. Lo que hace no es centrarse exclusivamente en seguridad, sino en problemas vecinales, y ayuda a gestionar con los distintos agentes. Lo nombraría la propia mesa o el Ayuntamiento. No hay nada definido al respecto, tan solo experiencias en otros sitios.

¿Este modelo policial supone un rebaja del perfil policial?

Tan importante es el trabajo policial de persecución de delitos y de delincuentes, intrínsecamente policial, como el de policía tutor, que también es intrínsecamente policial y que ayuda a gestionar conflictos. El planteamiento que hacemos también prevé la parte reactiva contra delitos y delincuentes, pero lo que nos piden los ciudadanos en la mayoría de las llamadas que recibe la Policía Municipal es gestión de conflictos, otro 20% tiene que ver con movilidad y un 12%, para seguridad ciudadana. Tanto responde a la identidad de policía perseguir al delincuente como ayudar a gestionar conflictos vecinales, o ayudar a jóvenes en riesgo. Esto es importante, porque solamente asociamos a la policía la intervención reactiva.

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