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Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

La Syriza española

Javier Lezaola

El PSOE siempre ha sido el partido hermano del Pasok, y el PCPE es el partido hermano del KKE. Pero... ¿quién es la Syriza española? Esta no es una cuestión sencilla, y para intentar responderla es necesario remontarse un cuarto de siglo.

Año 1989. Julio Anguita, entonces secretario general del PCE, es elegido coordinador general de Izquierda Unida, coalición -fundada tres años antes- que integra al propio PCE y a otras organizaciones de izquierdas y cuenta con siete diputados (de 350) en el Congreso. La IU del político cordobés denuncia y combate sin ambages la política económica neoliberal de reconversiones, privatizaciones, reformas laborales… del Gobierno de un PSOE tan entregado como el PP a la UE de los mercados. IU insiste en que el PSOE se dice de izquierdas, pero hace políticas de derechas, por lo que la unidad de la izquierda, entendida como confluencia con el partido socialista, es imposible mientras éste siga sumiso a la oligarquía económica y financiera y desarrollando el programa del FMI para España.

Anguita suele resumirlo con tres palabras en una: programa, programa, programa. E insiste en las teorías de las dos orillas –PP y PSOE, que comparten política económica neoliberal, están juntos en una de las orillas de un supuesto río, e IU está sola en la de enfrente– y el sorpasso –IU debe trabajar para sustituir al PSOE como fuerza hegemónica de la izquierda. Pero la IU del político cordobés también denuncia y reclama responsabilidades por los casos de corrupción de los gobiernos de Felipe González, y lo hace junto al resto de la oposición –incluido el PP–, lo que provoca que la prensa afín al felipismo le atribuya sin descanso una supuesta pinza con la derecha del PP contra la izquierda del PSOE. Una supuesta pinza que hace mucho daño a Anguita, tanto dentro como fuera del PCE y de IU. Aun así, la Izquierda Unida del político cordobés asciende a 17 diputados en 1989, 18 en 1993 y 21 en 1996, el techo electoral de la coalición desde su fundación hasta el día de hoy.

Año 2000. Anguita va a repetir como candidato de IU en las generales, pero poco antes sufre un infarto que se lo impide, y es relevado por Francisco Frutos, quien dos años antes lo había sustituido ya como secretario general del PCE. Con el político cordobés fuera de juego, la IU de Frutos decide olvidarse de las dos orillas, del sorpasso y del programa, programa, programa de la IU de Anguita, y concurre a las elecciones tras formalizar un pacto de izquierdas con el PSOE de Joaquín Almunia. El resultado electoral es desastroso: la IU de Frutos desciende de 21 a ocho diputados, pero eso no es lo peor. Lo peor es que ese pacto echa por tierra el trabajo de medio y largo plazo de Anguita –aunque también el de corto, a la vista de los resultados electorales– y lastra el futuro de IU, tanto electoralmente como, sobre todo, como alternativa ideológica y política a un partido socialista que sigue entregado a la UE de los mercados.

Con sólo ocho diputados, IU apuesta por más tibieza, y ese mismo año elige como coordinador general a Gaspar Llamazares. Militante del PCE –como Anguita y Frutos–, el político asturiano coquetea con el PSOE dentro y fuera del Congreso y profundiza en la idea de que, pese a las diferencias, el PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero es de los nuestros, un partido de izquierdas. Los resultados de la IU de Llamazares son aún más desastrosos que los de la de Frutos: tres diputados en 2004 y uno solo –el propio Llamazares– en 2008. Y lo peor de todo es que las dos orillas y el sorpasso ya no son más que un viejo recuerdo perdido en el tiempo.

Año 2008. Estalla la crisis económica e IU elige como coordinador general al también militante del PCE Cayo Lara, un hombre contemporizador a quien le toca gestionar la pesada herencia que le dejan Frutos y Llamazares.

Año 2011. Al grito de no nos representan, el movimiento 15M, producto de la crisis y de la gestión neoliberal de ésta, identifica a PP y PSOE como las patas derecha e izquierda, respectivamente, de un bipartidismo sumiso a la oligarquía económica y financiera. Populares y socialistas, que en tiempos de crisis se diferencian menos que nunca, reforman juntos el artículo 135 de la Constitución… y la IU de Cayo Lara obtiene ocho diputados en las elecciones generales, frente a los 186 del PP (mayoría absoluta) y los 110 de un PSOE seriamente tocado.

Año 2012. Quien mejor ha comprendido el 15M y lo que éste representa políticamente es Anguita, quien sigue militando tanto en el PCE como en IU, pero pone en marcha el denominado Frente Cívico 'Somos Mayoría', que recupera la letra de la IU de la que el político cordobés fue coordinador general, y la acompaña de una música que conecta con la principal denuncia del 15M: PP y PSOE son dos caras de lo mismo, y no gobiernan para la gente, sino para los mercados. Mientras tanto, IU de Andalucía, tras consultar a sus bases, formaliza un pacto para gobernar la comunidad andaluza junto al PSOE, contra la opinión y pese a las advertencias de referentes políticos y éticos de la coalición tan intachables como Juan Manuel Sánchez Gordillo (alcalde de Marinaleda), Diego Cañamero (portavoz nacional del SAT) o el propio Anguita.

Año 2014. El partido Izquierda Anticapitalista –constituido a partir de una escisión de Izquierda Unida– y un grupo de profesores de Políticas de la Universidad Complutense –quienes han asesorado a gobiernos del socialismo del siglo XXI latinoamericano y algunos de los cuales han estado vinculados a IU– ponen en marcha el movimiento Podemos, que identifica a PP y PSOE como una casta política que gobierna al servicio del FMI –y la Troika en general– y los mercados. Podemos –como el Frente Cívico 'Somos Mayoría'– no habla ya de izquierdas y derechas, sino de dos partidos –uno de derechas y otro supuestamente de izquierdas– que no gobiernan para la mayoría de la población, sino para la oligarquía económica y financiera.

Anguita no oculta su simpatía por el nuevo movimiento –el nuevo movimiento tampoco oculta su simpatía por la trayectoria política de Anguita–, que en cierto modo recupera sus teorías de las dos orillas y el sorpasso. Podemos y su líder –Pablo Iglesias, un joven profesor de Políticas que lo mismo teoriza sobre el marxismo en su programa televisivo La Tuerka que martillea sobre la casta y la gente en las televisiones generalistas– ofrecen a IU conformar una lista conjunta a las elecciones europeas del 25 de mayo, pero ambas formaciones no se ponen de acuerdo sobre la manera de elegir a los candidatos y acaban concurriendo por separado.

El éxito electoral de Podemos –cinco eurodiputados, con apenas cuatro meses de vida; la candidatura de IU obtiene seis– es incontestable, y el movimiento –que, impulsado por una hábil estrategia mediática, comienza a subir como la espuma en las encuestas– decide constituirse como partido y no oculta que ya no tiene ningún interés en confluir con IU. Mientras tanto, Cayo Lara intuye los tiempos que vienen y anuncia que no será el candidato de IU en las generales de 2015, dejando vía libre a Alberto Garzón, un joven diputado –militante del PCE y vinculado al 15M– partidario de buscar espacios de confluencia con Podemos y hacia quien Anguita no escatima elogios. Garzón –quien cuenta con el apoyo más o menos tácito tanto del coordinador general de IU, Cayo Lara, como del secretario general del PCE, José Luis Centella– es el único miembro de la coalición que se presenta a las primarias para ser el candidato de IU en las generales, por lo que su proclamación es automática.

Pero volvamos a Europa: Syriza –en griego, Coalición de la Izquierda Radical–, que fue fundada en 2004 como coalición de diversas organizaciones de izquierdas, forma parte del Partido de la Izquierda Europea junto a IU y otras organizaciones del continente, entre las que no se encuentra Podemos. Pero los eurodiputados de Syriza, IU y Podemos sí están juntos en el Grupo Confederal de la Izquierda Unitaria Europea, donde la sintonía personal y la relación política de Alexis Tsipras, de Syriza, y Pablo Iglesias, de Podemos, son cada día más estrechas.

Año 2015. La derrota de ND y Pasok –las patas derecha e izquierda del bipartidismo griego sometido a la Troika y los mercados– y el triunfo de Tsipras en las elecciones griegas están cantados, y tanto IU como Podemos reivindican su condición de Syriza española. Alberto Garzón –a quien Anguita apoya como su candidato a presidente del Gobierno español– y Pablo Iglesias asisten, por separado, en Atenas al cierre de campaña del partido griego, pero el dedo de Tsipras sólo se posa en uno de ellos: en el mediático secretario general de Podemos, partido que sigue subiendo como la espuma en las encuestas. El hoy primer ministro griego finaliza su mitin abrazado a Pablo Iglesias, y se compromete a hacer frente a la Troika y los mercados junto a él este mismo año, cuando Podemos derrote al bipartidismo de PP y PSOE e Iglesias alcance la presidencia del Gobierno español.

Mientras tanto, un político cordobés degusta el sabor de lo agridulce. Agrio por lo que pudo ser y no fue, y dulce porque de alguna manera las teorías de las dos orillas y el sorpasso, que forjó veinticinco años atrás, pueden estar a punto de materializarse.

Por cierto, si hay quien sigue preguntándose quién es la Syriza española, sepa que la Syriza española –si es que existe– no ha sido más que un mcguffin para conducir esta historia.

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