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Juan Luis Uria, el hombre más deseado en Podemos Euskadi

El parlamentario Juan Luis Uria, micrófono en mano, junto a Lander Martínez, en la presentación del equipo técnico de la Asamblea Ciudadana.

Aitor Guenaga

En Podemos siempre pasan cosas. En su organización en Cataluña, en el Comité de Garantías y en muchos otros territorios donde las crisis, larvadas o en el ágora pública, han sido el pan de cada día de una militancia que se ha hecho mayor políticamente en un partido-maquinaria electoral. Euskadi no se salva de los pequeños o grandes tsunamis que cada cierto tiempo sacuden internamente a la organización hasta poner al límite las cuadernas de la formación que lidera un Pablo Iglesias reforzado tras Vistalegre II. Tres procesos de primarias en tres años parece un récord a nivel nacional no superado por ninguna otra franquicia morada en todo el territorio.

Pero la crisis anunciada por la actual secretaria general, Nagua Alba, y máxima dirigente hasta el 15 de diciembre, día en que se proclamarán los resultados de las primarias -a celebrar entre el 8 y el 14 de diciembre- dista de ser un rompe y rasga como el que protagonizó el anterior líder de la organización, Roberto Uriarte. Esa, al menos, es la tesis de la actual dirección, que cree ver y, además, pretende convencer a todo el que le escuche, de que en este mandato de Alba se ha conseguido un “partido más habitable”, tanto para los que siempre han estado con la actual dirección -los Eduardo Maura, Lander Martínez, Sergio Campo...-, como para los que antes luchaban supuestamente a la contra -o tenían una forma de ver el partido diferente- y ahora reman en la misma dirección. Y ahí ha tomado una relevancia singular el grupo parlamentario, en el que se encuentra Juan Luis Uria, un viejo rockero de las luchas en Euskadi y uno de los críticos con la actual dirección. Al menos, hasta hace bien poco estaba encuadrado en el grupo de críticos junto a Uriarte.

La actual dirección se siente reforzada y, en un golpe táctico de libro basado en la vieja premisa de que “en política, quien da primero, da dos veces”, se ha adelantado a los acontecimientos larvados que iban tomando forma en las últimas semanas entre los que exigían una Asamblea Política y la renovación de la dirección y del discurso político del partido en el País Vasco.

El ideólogo de Podemos en Euskadi, Eduardo Maura, y responsable también de la Secretaría Política, ha asegurado, en una entrevista en este periódico, que “la decisión de Nagua Alba no trataba de coger por sorpresa a nadie, en el sentido de hacer una guerra relámpago y de lanzar un hachazo definitivo a los críticos”.

Se crea o no en su fuero interno esa aseveración el propio Maura, lo cierto es que es justo lo que ha pasado. La “sorpresa”, a estas alturas, no la niega nadie. La “guerra relámpago” es posible que ya esté en marcha. Y el “hachazo definitivo a los críticos” es ahora mismo una hipótesis de trabajo que la realidad deberá confirmar en los próximos días y semanas. Porque los acontecimientos -algunos este mismo mes- se van a ir sucediendo. Y no todos controlados.

Juan Luis Uria (Sestao, 1952) médico y experto en políticas públicas relacionadas con la salud, ha estado estos días entre galenos. Cosas de la edad, nada grave. Pero 'Jota', como le conoce todo el mundo, ha tenido tiempo en las últimas semanas para pergeñar y sumarse a esa iniciativa de los más de 170 militantes y cuadros vizcaínos del partido que habían exigido precisamente ya la celebración de una asamblea ciudadana para abrir una “discusión abierta y veraz”. Y también para, anunciada la Asamblea por Nagua Alba, firmar un artículo muy crítico con la actual dirección junto al grupo de Roberto Uriarte y los senadores díscolos y díscolas. Un artículo en el que Uria defendía que “no basta en nuestra opinión el cambio del modelo organizativo, sino también el de la estrategia política. Es muy importante crear una dirección integradora y plural, pero lo es igualmente que esa dirección no sea una mera componenda entre corrientes, sino que tenga un proyecto político nítido que ofrecer” a la sociedad vasca.

Para cerrar este círculo -que algunos consideran imposible-, Uria se ha presentado esta semana de la mano de la actual dirección y ha puesto voz, junto a Lander Martínez, secretario de Organización, y casi toda la 'oficialidad', al comité técnico de 15 personas (ocho mujeres y siete hombres) que pilotará la Asamblea Ciudadana. Uria no está en la lista, en la que sí esta otra persona que forma parte de la dirección actual y, en una etapa pasada, cercana a los críticos como es Ana Viñals. En esa intervención, Uria dejó un recado a la organización, a los periodistas, a la militancia y a quien quisiera escucharle: “Nos estamos dispuestos a tener procesos de fractura interna”. ¿Un “médico para sanar la política” -como señala su biografía en la web de Podemos- y también para curar la organización?

Todo es posible en Podemos Euskadi y en el proceso que ahora se abre. ¿Realmente la actual dirección asienta este proceso sobre una mayoría de dos tercios de la organización -Alba ganó hace dos años con un 36%-? ¿Dará la batalla interna Roberto Uriarte (los críticos de Kaliangora obtuvieron en esas primarias un 32%)? ¿Quién o quiénes amasarán el capital político de esos más de 170 militantes y cuadros críticos de Bizkaia? ¿Qué harán y con quién pactarán los anticapitalistas (24%)? ¿Los acuerdos que ya se están gestando en Gipuzkoa podrán traslardarse a Bizkaia? Y lo más importante ¿Conservan intactos esos porcentajes las familias que viven, conviven, aman y pelean en Podemos Euskadi?

Dicen algunos dirigentes de la formación morada en Euskadi que el problema lo tenemos los que miramos y escrutamos al partido que surgió de la Primavera del 15-M con las lentes viejas de la política del siglo XX. Y tal vez tengan razón. Pero en todos estos años de vida morada, muchos de sus actos han hecho envejecer mal a un partido que ha puesto tan alto el listón de lo correcto que a veces ni ellos mismos lo han podido cumplir, enfangados y lastrados por los viejos comportamientos que ellos mismos denostan y, a veces, practican con fruición.

Veremos.

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