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La exclusión, un problema que se detecta “sin buscar demasiado”

El informe Foessa pretende alertar de la situación a las instituciones / Foto: Efe.

Garikoitz Montañés

Cáritas ha anunciado esta semana que el 14,8% de la ciudadanía navarra se encuentra en riesgo de pobreza, y un 3,1% en pobreza severa. Son 95.000 y 20.000 personas, respectivamente. Balances como este abren los ojos de la población en cuanto a la extensión de las dificultades en la Comunidad Foral, como a menudo advierten los colectivos sociales. Pero uno de los responsables de este estudio, el profesor del Departamento de Trabajo Social de la UPNA (Universidad Pública de Navarra) Miguel Laparra, insiste: “No hace falta buscar mucho este tipo de casos. No es tan raro ver situaciones de necesidad”.

Pero, ¿qué diferencias hay entre pobreza y exclusión? A menudo se confunden ambos términos, por entenderse la exclusión simplemente como una situación de necesidad económica (pobreza), pero en realidad esa exclusión también se produce en situaciones aparentemente más moderadas, no hace falta estar en la calle para sufrirlas, pero sí cumplir una serie de indicadores (para los datos presentados por Cáritas se siguen 35, aunque no hay que presentarlos todos) como tener unos ingresos bajos, que impidan hacer frente por ejemplo a la presión de una hipoteca, que se deterioren los electrodomésticos y no haya posibilidad de repararlos, que por esta precariedad se sacrifique la compra de medicamentos… Todo ello, sin una red de relaciones que apoye a estas personas, puede fomentar que haya quienes no participen de forma plena en la sociedad. Solo cuando muchos de estos indicadores coinciden, puede hablarse ya de una pobreza severa.

En conjunto, en Navarra, según este avance del informe Foessa (un trabajo que arrancó en 2012, recogió datos en 2013 y se espera que se presente próximamente), se calcula que más del 17% de la población sufre esta exclusión, un 9,8% de forma moderada y un 7,5% la severa. ¿Estos casos son invisibles? ¿La ciudadanía en general es consciente de su extensión? Laparra considera que sí: “Muy posiblemente todos conocemos a una persona afectada por esta situación. No hace falta mucho buscarlas. Basta con, por ejemplo, darse una vuelta por los barrios de trabajadores de la zona norte de Pamplona, donde no es tan raro ver situaciones de necesidad. Como familias donde ninguno de sus miembros está trabajando o dependen de un único salario”.

Estas declaraciones parecen chocar con el aparente estado de bienestar de Navarra. Colectivos como Cruz Roja, no obstante, ya han advertido de que en la comunidad “hay menos pobres, pero sufren más” y, en este sentido, Laparra opina que en sociedades donde hay una mayor riqueza o desarrollo cultural, puede ocurrir que quienes sufren la exclusión tengan una relación más conflictiva con quienes les rodean y se produzca ese aislamiento social.

Más desigualdad en comparación con Europa

Por estas razones, desde Cáritas y la UPNA han insistido en comparar los datos de Navarra no tanto con otras comunidades autónomas, una referencia en cualquier caso obligada, como con otras regiones europeas con la misma riqueza. Por ejemplo, con determinadas zonas de Italia (Trento), Rumanía (Bucarest), Suecia o Noruega. Y ahí es donde se ve que “en indicadores de exclusión estamos peor”. Ese resultado es acorde a un país, España, donde el nivel de desigualdad es mayor que el de otras naciones del Viejo Continente y donde el modelo de integración se basa más “en el mercado de trabajo que en las políticas sociales”. De ahí que, si falla el primero, “vayamos a la pata coja. Sobre todo porque nos ha fallado la pierna buena”.

De ahí que el objetivo de los balances anunciados por Cáritas y Foessa sea “sacar a la luz estos datos para que sirvan de referencia en la toma de decisiones. Tenemos que construir un desarrollo más equilibrado, una cobertura mejor. No podemos volver a lo mismo”.

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