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Andalucía inaugura el año que lo cambiará todo

Mesa electoral en Málaga, 22 de marzo de 2015. / Efe / Jorge Zapata

Gonzalo Cortizo

Seis millones y medio de andaluces marcarán este domingo la temperatura del nuevo escenario político y abrirán la puerta a una escalada de elecciones donde resulta difícil prever en cuántos jirones quedará distribuido el tradicional reparto del poder. La jornada electoral andaluza dará las primeras pistas de los cambios que llegan y marcará el futuro de un PSOE que se juega su existencia en el resultado de los comicios que se celebran en territorio favorable para los socialistas.

El PSOE ganará las elecciones con mayoría simple, según todas las encuestas. Los últimos sondeos que barajan los principales partidos otorgan a los de Susana Díaz alrededor de 45 escaños, para un Parlamento donde la mayoría se sitúa en los 55 diputados. La presidenta andaluza tendrá la posibilidad de mantenerse en el Gobierno, aunque todo augura un mandato en minoría y sin pactos que convertirá en un calvario cada una de las votaciones que el PSOE lleve a la Cámara.

El PP lleva semanas con la derrota asumida y a su candidato, Moreno Bonilla, siempre le quedará el recuerdo de aquel debate electoral televisado en el que consiguió que su oponente perdiese los nervios a ojos de todos los que quisieron seguir la contienda por TVE. La imagen autoritaria de Díaz, interrumpiendo cada frase de su oponente, no parece que le pase una gran factura en su feudo, pero está por ver si no ha tocado su uniforme de futuro del PSOE de Despeñaperros para arriba.

La presidenta andaluza se juega mucho más que un Gobierno en las urnas. Se juega todo su futuro político dentro de un PSOE que insiste en discutir a cada líder que designa. Díaz quiere gobernar Andalucía para después gobernar el socialismo sin necesidad de disimulos. Motivos para la ambición no le faltan a quien sabe que nadie más en su partido puede, a día de hoy, soñar con unos resultados como los que el PSOE andaluz conseguirá este domingo.

Mientras tanto, el PP tendrá en el sur de España el primer gran batacazo electoral desde que Rajoy es presidente. Las europeas no fueron bien para los de Genova 13, pero no fue nada comparable con el hundimiento que se masca ya para las intenciones políticas del recién llegado Moreno Bonilla. El candidato, impulsado por la vicepresidenta frente al criterio de Cospedal, tiene en su mano una derrota que no tardarán en lanzarse de un despacho a otro los que gobiernan el partido del Gobierno.

Las últimas encuestas manejadas por los principales partidos sitúan al PP entre un 23% y un 25% de los votos, lo que daría a los de Rajoy entre 29 y 31 escaños, a años luz de los 50 que ha ocupado hasta ahora.

La llegada de Podemos y Ciudadanos

Podemos, según las encuestas, será tercera fuerza con un espectacular resultado para Teresa Rodríguez, que se llevará a casa una ganancia que rondará la quincena de escaños. Ciudadanos, a quien la demoscopia sitúa muy por encima de los 10 escaños, enviará desde Andalucía el mensaje de que han venido para quedarse en todo el territorio nacional, sin que se conozca aún cuál puede ser su techo en unas elecciones generales.

La mayor erosión después del PP es para IU, que, según las encuestas, pasará de tercera a quinta fuerza en el Parlamento. La irrupción de los nuevos partidos mantiene a los de Maíllo y Garzón como víctimas propiciatorias del nuevo panorama. Dicho de otro modo, lo que Ciudadanos le impide al PP, Podemos se lo niega a Izquierda Unida.

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