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Del Teatro del Barrio a Vistalegre 2: tres años de Podemos

Pablo Iglesias, en la presentación de Podemos en el Teatro del Barrio, el 17 de enero de 2014.

Andrés Gil

Teatro del Barrio. Lavapiés. 17 de enero de 2014. Pablo Iglesias se presenta ante un centenar de personas. Junto a él, muchos de los primeros que participaron en el nacimiento de Podemos y en sus primeros pasos: Miguel Urbán, Jorge Moruno, Teresa Rodríguez, Juan Carlos Monedero, Íñigo Errejón.

Aquel día, Iglesias no presentaba un partido, sino una “iniciativa”, un “método”, el de “que elija la gente” qué candidato prefería para las elecciones europeas del 25 de mayo de 2014. Iglesias interpelaba a “las organizaciones políticas y sociales” que habían combatido las políticas contra la austeridad, “IU, Anova, las CUP, el SAT”, a participar en unas primarias para esa candidatura europea.

“Dijeron en las plazas que sí se puede, y nosotros decimos hoy que podemos”, arrancó Iglesias: “Defender lo que dice la declaración universal de los humanos es revolucionario. El problema no es que el gobierno sea de derechas, sino que están destruyendo los derechos humanos. Doy un paso adelante asumiendo que puedo encabezar una candidatura para las elecciones europeas. Sólo será así bajo tres condiciones: un mínimo apoyo popular de 50.000 personas; apoyarme para buscar un proceso de unidad con las fuerzas políticas y sociales que durante estos años se han enfrentado contra las políticas de austeridad, como IU, como Anova, las CUP, como el SAT, y movimientos sociales, y el método para esa unidad es que elija la gente: que cualquier persona que quiera encabezar un proyecto para traducir la indignación social en poder político”.

Monedero se reivindicó como “la piedra en el estanque, y esperamos que la onda lleguen a la orilla y despierten lo que aún está dormido”; Teresa Rodríguez llamó a “pasar de la resistencia a la ofensiva”; Urbán afirmó: “No vamos a pedir ni un solo euro a la banca que queremos expropiar”. Y Errejón defendió: “Esta iniciativa es atípica, pero también es excepcional el momento en el que vivimos, de bloqueo político. Tiene que ver con la paradoja: cómo es posible que habiendo tanto descontento no hayamos sido capaces de precipitar el cambio político. Esta iniciativa no tiene interés en ser una opción más en el mercado supermercado electoral. Quiere abrir el escenario para el protagonismo ciudadano”.

17 de enero de 2017. Han pasado tres años de aquel día. Podemos ya no es una simple “iniciativa” de “método”, sino un partido que participa en los gobiernos de las principales ciudades españolas y cuenta, con Unidos Podemos y las confluencias, con cinco millones de votos y 67 escaños en el Congreso de los Diputados. Un partido así que, sin embargo, está en cosntrucción y que, en cuatro semanas, en Vistalegre 2 –11 y 12 de febrero–, deberá decidir qué quiere ser de aquí a los próximos años.

En ese qué querer ser, a veces se reduce a la simplificación de posibilista o radical; pragmático o extremista; amable o macarra; más calle o más institución; bloque político y social con aliados –IU– o partido independiente que puede –o no– concurrir con otros a las elecciones. Pablo Iglesias o Íñigo Errejón, que han presentado documentos políticos por separado para el congreso.

Las posiciones políticas se cruzan y entrecruzan, y también tienen que ver con cómo ha de relacionarse Podemos con su entorno –confluencia vs. partido único; Unidos Podemos, las confluencias, los sindicatos, los movimientos sociales, la sociedad civil–; cómo ha de comportarse con el PSOE; cómo ha de expresarse –posmoderno o con memoria; narrativa de izquierdas o no;  suave o impugnador; frío o épico–; cómo interactuar en el palacio institucional, la Cultura de la Transición –CT–, la calle y el régimen mismo –ruptura o reforma/izquierda régimen–; cómo ha de ser la estructura del partido; y cómo se interpreta la transversalidad.

En los próximos días se irán acelerando los contactos para ver si hay transacciones de documentos y listas para Vistalegre 2. Si al final no hay acuerdo, y Errejón presenta su lista propia para la dirección  –Consejo Ciudadano, no para la secretaría general– y se impone a Iglesias, este último ya ha decidido dejar el liderazgo del partido e incluso el escaño.

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