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Rajoy desafía a la oposición a que presente otra moción de censura si quiere echarlo de Moncloa

Mariano Rajoy durante su comparecencia en el Congreso sobre la Gürtel

José Precedo

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, aprovechó el inicio de la sesión parlamentaria -en la que el reloj no corre para él- y trató de impartir una clase de pragmatismo político a los diputados de la oposición en un Pleno que, en su opinión, nunca debió celebrarse.

La presidenta de la Cámara, Ana Pastor, guardó un minuto de silencio por las víctimas de Barcelona que Rajoy decidió enlazar con la primera parte de su discurso haciendo ver que no venía a cuento estar discutiendo apenas diez días después de los atentados de Cataluña sobre si él tenía que asumir responsabilidades políticas por el caso Gürtel. Por haber mentido sobre la financiación irregular del PP. O por no haberse enterado durante todos los años que ejerció altas responsabilidades, primero como director de campañas hasta llegar a presidente del partido.

En el capítulo anterior, sentado a la misma altura que los jueces en el edificio de la Audiencia Nacional en San Fernando de Henares, el presidente del PP había dicho al tribunal el 26 de julio que jamás tuvo noticias de adjudicaciones irregulares de su Gobierno o de instituciones de su partido; que, pese a dirigir campañas, ni sabía de dónde procedía el dinero ni conocía al hombre que montaba los mítines, Francisco Correa, cuyo apellido bautizó el mayor escándalo de corrupción de la historia reciente de España.

Sobre aquella declaración, que el presidente hizo como testigo el mes pasado en el primero de los juicios que aborda la financiación ilegal del PP y la adjudicación de contratos a cambio de mordidas, iba la comparecencia extraordinaria en el Congreso.

Y, sin embargo, Rajoy se mostró extrañado y hasta molesto por la convocatoria: “La excusa que aducen es mi supuesta negativa a asumir responsabilidades políticas. Tienen derecho a pedir la comparecencia. No voy a entrar en las cuestiones que animan el celo inquisitorial de algunas de sus señorías”.

Según la tesis que desgranó, el presidente de un partido al que distintos jueces, fiscales e informes de la Policía y la Guardia Civil relacionan con una contabilidad en negro que lleva dos décadas, con todos los tesoreros implicados, no tiene obligación alguna de explicarse en el Congreso.

En primer lugar, defendió que la Cámara está para fiscalizar al Gobierno y no a los partidos políticos. Y sobre todo, Rajoy considera que sobre esa trama corrupta que es Gürtel ya ha dicho todo lo que tenía que decir. Incluso citó el número de veces que ha tenido que responder por el asunto él o algún miembro de su Gabinete: 52, entre sesiones de investidura, de control al Gobierno, plenos y comisiones varias.

La oposición le insistió en que cincuenta y tantas preguntas después, la incógnita fundamental sigue sin despejarse. Lo dijo el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias: ¿cuál de las dos cosas es cierta: que conocía los manejos de su partido con la financiación o que durante treinta años de puestos relevantes no se enteró de nada?

La portavoz parlamentaria del PSOE, Margarita Robles, apeló a su condición de jurista para mostrar “perplejidad” ante algunas de las respuestas que el testigo Rajoy dio a los magistrados de la Audiencia Nacional. Y sobre todo le mentó al presidente los informes de Fiscalía, Policía y Guardia Civil que dan por hecha su financiación en B. Mariano Rajoy torció el gesto varias veces cuando escuchó las duras críticas de la oposición e incluso los reproches del líder de Ciudadanos, Albert Rivera, su principal sostén en el Gobierno, que alterna sus graves palabras sobre las cuentas del PP y su apoyo a los presupuestos del Ejecutivo.

El presidente desgranó el decálogo de leyes que impulsó desde su llegada al poder en 2011 para devolver “la rectitud y transparencia” a la vida pública. Y hasta presumió para presumir de haber aumentado un 40% los efectivos de la Fiscalía Anticorrupción. La misma que vivió una grave crisis tras el nombramiento de Manuel Moix, a quien el presidente había defendido desde ese mismo atril cuando se conocieron sus maniobras para frenar algunas investigaciones de dirigentes del PP, hasta que finalmente el elegido por el Gobierno presentó su renuncia tras habérsele descubierto participaciones en una sociedad panameña.

La absolución de las urnas

Rajoy hizo ver durante toda su intervención que la única opción que tiene el Congreso para obligarle a asumir responsabilidades políticas es una moción de censura, visto que él no tiene ninguna intención de dimitir. Y dejó claro que todo lo demás son para él “sumas de minorías” porque las urnas ya lo han absuelto, a él y a su partido: “Pretenden condenar en esta Cámara a mi formación política, sus alianzas les permiten alcanzar los votos, pero su suma de minorías no sirve para cambiar la mayoría de los españoles las últimas tres veces que fueron convocados a las urnas. A la hora de hacer juicios políticos, resulta menos sesgado el juicio de los españoles que el de algunas de sus señorías en sesiones como la de hoy”.

Rajoy enseñó a PSOE, Podemos y al resto de partidos que le reprocharon su actitud en el caso Gürtel cuál es el único camino para desojarlo de La Moncloa: “Los sistemas constitucionales modernos han elegido un solo instrumento, la moción de censura. Así se exigen en España las responsabilidades políticas. Es preciso que la Cámara retire la confianza al presidente y nombre a otro presidente”.

Rajoy pasó a alardear de sus poderes parlamentarios: “Esta Cámara no me ha quitado la confianza. Y mi partido ha obtenido la confianza de los españoles en tres elecciones consecutivas. Es mi obligación y mi responsabilidad y no voy a abdicar de ella”.

Esa presunta seguridad exhibida por Rajoy, quien sabe que le queda muy probablemente una segunda comparencia como testigo en el juicio de la caja B, la secuela de Gürtel, contrasta con su comunicación no verbal durante la sesión. Y con la dureza de los ataques que él mismo, y no sólo el poli malo de su partido, Rafael Hernando, dedicó a la oposición y que pasaron por mentarle las palabras Venezuela e Irán a Podemos, y retrotraerse a los GAL para atacar a la secretaria de Estado de Interior del PSOE que los persiguió, Margarita Robles.

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