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La universidad busca donantes para intentar que miles de estudiantes no se queden fuera de las aulas

Acción teatral de estudiantes que rechazan el apadrinamiento de universitarios porque consideran que legitima el desmantelamiento de la educación pública.

Prado Campos / Ana Carretero

Madrid/Sevilla —

El lugar que el Estado ha dejado de ocupar debe llenarlo la solidaridad, la beneficencia. Ese es el camino que han emprendido muchas universidades españolas, que apelan al mecenazgo de particulares e instituciones para contrarrestar el difícil panorama ante el que se enfrentan. Acuciadas por la merma en sus presupuestos y las deudas que acumulan, con el grifo de las subvenciones en mínimos, las ayudas y becas recortadas y miles de alumnos con serias dificultades para acceder a las aulas o permanecer en ellas, podría decirse que no les queda otra. En España 30.000 universitarios no pudieron pagar sus matrículas el curso pasado y en este 2013-2014; aunque aún no se han cerrado las matriculaciones, las cifras no se esperan más halagüeñas.

El nuevo decreto de becas del ministro José Ignacio Wert –este curso la nota necesaria para acceder a la gratuidad de la matrícula en la universidad continuará en un 5,5, tal y como fija el Real Decreto 1000/2012– y la subida de las tasas de matriculación han puesto a miles de universitarios ante un futuro incierto en el que no saben si podrán seguir pagando sus estudios.

De hecho, José Carrillo, rector de la Universidad Complutense, aseguró hace un par de semanas que en este curso se han matriculado 800.000 créditos menos y que el anterior se habían reducido en 400.000. Es decir, 1,2 millones de créditos menos se han dejado de matricular en los dos cursos desde que entró en vigor la subida de tasas. Similar panorama reflejó Daniel Peña, rector de la Universidad Carlos III. Este curso “por primera vez” ha bajado del 34 al 28% el número de alumnos provenientes de otras comunidades autónomas. Y ante la falta de becas y ayudas de la administración, la filantropía empieza a hacerse un hueco a la fuerza en la universidad pública.

Adelaida de la Calle, rectora de la Universidad de Málaga (UMA) y presidenta de la Confederación de Rectores de Universidades Españolas (CRUE), puso el dedo en la llaga el pasado mes cuando propuso que se “apadrinase a universitarios”. “Igual que se apadrina a un niño, se podría apadrinar a un estudiante pagando una matrícula”, explicó al anunciar que el centro que dirige abriría una cuenta corriente a disposición de particulares y empresas para crear una especie de “bolsa de donaciones” que financiase las tasas del cada vez mayor número de estudiantes que se descuelgan del sistema universitario. La UMA, en poco más de un mes, ya ha reunido algo más de 10.000 euros, según confirman a eldiario.es fuentes del centro, procedentes de donaciones de particulares y organismos.

“Son donaciones que van desde 20 euros hasta el importe total de la matrícula, que puede rondar los 700 euros, pero también las ha habido de 1.000 euros”, explican. Una cifra que seguirá creciendo porque no hay plazo para realizar estas aportaciones de las que se benefician los alumnos que hacen su primera matrícula, con una nota de acceso a la universidad entre 5 y 5,4 puntos y que cumplan con los requisitos de renta establecidos. Pero además, De la Calle anunció ayer, para seguir impulsando este programa, que la UMA reconocerá a los mecenas tanto con beneficios fiscales como con libre acceso a los servicios universitarios.

A pesar de la polémica surgida a raíz de esta propuesta de De la Calle, que entre otras críticas cosechó las del Sindicato de Estudiantes, que tildó a la propuesta de “insulto” y de prácticas relacionadas con la beneficencia, la idea se ha ganado también los aplausos de voces del sector, como Julio Carabaña, catedrático de Sociología de la Universidad Complutense, quien afirmó que estas propuestas hacen “espabilar” a universidades y particulares. El mecenazgo universitario en España está en una fase embrionaria y va dando poco a poco sus primeros pasos. Uno de los primeros impulsores en el apadrinamiento de estudiantes fue la Universidad de Navarra, entidad de carácter privado. Desde 2003 convoca las becas Alumni. Durante el curso 2012-2013, la Agrupación Alumni concedió 267 becas por un total de 2.000.898 euros, lo que representa un importe medio por alumno de 7.494 euros anuales.

Francisco Guillén es uno de los beneficiados de este programa pionero. Es estudiante de 3º del Doble Grado de Derecho y Administración de Empresas. “Soy de Murcia y no hubiera podido estudiar lo que quería sin esta beca”. Según Guillén, “no tenemos un mecenas concreto. Las aportaciones van a un fondo común y debes cumplir unos requisitos académicos altos; estudian la renta familiar y te hacen una entrevista personal para adjudicártela. La cuantía de la ayuda no va en relación a la renta o al expediente, en la entrevista valoran tus ganas y tu capacidad”.

La Universidad de Deusto, también privada, ofrece este mismo programa de becas Alumni. Son fondos que sufragan antiguos alumnos, explican desde el centro, para ayudar a alumnos con necesidades económicas. “Se hace una donación por el importe que quieran, que va a un fondo con el que se pagan matrículas, pero no se dona a un estudiante concreto”, matizan. Además, en la propia universidad cuentan con un fondo de 9 millones de euros para los próximos cuatro años para becar a estudiantes de grado y posgrado en función de las notas y su situación económica. Desde 2009 y con las becas de ayuda económica, excelencia académica y de colaboración, para las que han tenido un presupuesto de 8 millones de euros, la universidad ha otorgado más de 4.100 becas. El curso 2011-2012, agregan, uno de cada siete alumnos disfrutaron de una beca.

La pública, a la caza de fondos propios y externos

La pública, a la caza de fondos propios y externosSi la universidad privada llevaba algunos años creando programas de becas para los alumnos con una peor situación económica, en la universidad pública comenzaron a aparecer el curso pasado. La crisis, los recortes de las becas, la subida del precio de las matrículas, el alto paro juvenil, que hace que más jóvenes vuelvan a las aulas, y la situación de paro que viven muchas familias es el nuevo y generalizado escenario al que tienen que hacer frente. De este modo, las ayudas llegan o combinan dos cauces. Por un lado, implementando y destinando fondos de los propios presupuestos universitarios a programas de becas y ayudas y, por otro, y al hilo de la propuesta de Adelaida de la Calle, buscando mecenas privados y particulares que ayuden a los jóvenes en su formación.

Los rectores de las universidades Complutense y Politécnica de Madrid ya han anunciado que van a crear planes de captación de capital privado para ayudar a los alumnos que no pueden pagar las matrículas. Aunque es un plan que aún está en estudio, han confirmado a eldiario.es desde ambas universidades que su propósito es firme. Eso sí, dejaron bien claro que la tarea de que ningún alumno se quede sin estudiar es competencia de la Administración Pública e instaron a la consejera de Educación, Lucía Figar, y al presidente de la región, Ignacio González, a cumplir el compromiso que adquirieron públicamente en este sentido.

En esta búsqueda de mecenas, la Universidad de León saltó a los medios de comunicación hace unos días por recibir 70.000 euros para pagar los estudios de los jóvenes con problemas económicos procedentes de un organismo privado. Desde la propia universidad confirman que este dinero ya se ha hecho efectivo para sufragar matrículas de estudiantes de este curso y también de universitarios que arrastraban alguna deuda del pasado. “Les ha venido muy bien”, confirman. Ahora están en el proceso de otorgar las ayudas pero, recuerdan, este caso ha sido algo puntual. El centro cuenta, eso sí, con un departamento de becas que ofrece hasta 900 euros de ayuda para los estudiantes con escasez de recursos, con un presupuesto de 15.000 euros.

Otros casos similares son el de la cofradía sevillana de El Cerro, que también ha anunciado recientemente que becará a sus hermanos universitarios que carezcan de recursos, o los cerca de 10.000 euros que ha recibido la Universidad Politécnica de Valencia de un ciudadano altruista de Alcoy. Con este dinero se van a pagar los importes pendientes de las matrículas del curso de un grupo de alumnos con buen rendimiento académico que “habían perdido la beca y, por motivos económicos, no podían continuar sus estudios”, informaron en agosto desde la propia universidad. Pero no fue esta la única iniciativa, ya que la Delegación central de Alumnos también decidió derivar 25.000 euros de su presupuesto a la universidad para aumentar la partida de becas de alumnos con circunstancias económicas sobrevenidas. Y la UPV también cuenta con unas becas de comedor consistentes en tickets para canjear por menús del día.

La Universidad Autónoma de Barcelona, además de sus programas de becas y el programa Ítaca en colaboración con el Banco Santander, que este curso tiene previsto otorgar 20 becas-salario por importe de 500 euros mensuales durante 10 meses para alumnos con buenos expedientes y una situación económica con dificultades, impulsó el curso pasado el programa Finestreta. Consiste en becas para alumnos con una situación sobrevenida que ha hecho empeorar la economía de la familia y que no dispongan de otro tipo de ayudas.programa Finestreta Los beneficiarios deben aprobar el 50% de los créditos matriculados para beneficiarse de esta ayuda, que se presenta en forma de beca en colaboración con la UAB y ayudas para los créditos de nueva matrícula, salvo recargos asociados a la morosidad económica de la matrícula o vinculadas a una estancia en práctica, entre otras. El curso pasado la Autónoma de Barcelona concedió 163 becas Finestreta a través de tres convocatorias en enero, marzo y julio, y el programa cuenta en este 2013 con un presupuesto de 300.000 euros.

En la Universidad de Cádiz existen dos iniciativas con semejanzas a la fórmula del mecenazgo o patrocinio privado, aunque no son exactamente lo mismo. CEMABASA, la empresa que gestiona el cemento mancomunado de la Bahía de Cádiz, convoca ayudas para estudiantes de la UCA cuyos progenitores hayan fallecido desde hace cinco años. Según la UCA, unos 121 universitarios ya se han beneficiado de estas ayudas. El presupuesto total de éstas fue de 8.400 euros el curso pasado, en el que se concedieron 16 becas, cuya cuantía oscila entre los 300 y los 600 euros. También en este centro, Renfe convoca unos premios anuales al mérito académico de los alumnos a través de los cuales se financia el transporte de los premiados durante el curso.

Sin incluir casos concretos como estos, la diferencia entre la propuesta de la presidenta de la CRUE y los programas ya existentes radica en dos cuestiones: en primer lugar, el dinero irá a parar a los estudiantes que se hayan quedado fuera de las otras ofertas de becas y, en segundo lugar, es una medida pionera en una universidad pública. Es decir, no son ayudas a la excelencia académica u otras fórmulas ya comunes en el sistema universitario español, como los patrocinios privados a cátedras, estudios posdoctorales o ayudas a la inserción laboral a través de prácticas.

Para Pedro Farias, vicerrector de Comunicación de la UMA, “el programa de mecenazgo es un proyecto incluido dentro de la Ayudas al Estudio que pretende canalizar las aportaciones individuales destinadas a estudiantes sin recursos económicos. Pueden acogerse a él los estudiantes que se matriculen por primera vez en estudios oficiales de Grado en la Universidad de Málaga”. Farias añade: “Ya se han puesto en contacto con nosotros tanto particulares como empresas, interesados todos ellos en participar en este programa. Hay diversas fórmulas de reconocimiento a los colaboradores. Tanto de naturaleza fiscal como social”.

La Universidad de Granada ha puesto en marcha su particular plan de mecenazgo, patrocinio y donación para fomentar canales de financiación privada que unan los beneficios fiscales al desarrollo de objetivos concretos, como becas, proyectos de investigación, equipamientos docentes, así como proyectos culturales y deportivos, entre otros, aunque por ahora ha descartado la fórmula del apadrinamiento al que hizo referencia Adelaida de la Calle.

En Huelva, el rector de la Universidad, Francisco Ruiz, ya ha anunciado que durante este curso académico desarrollarán el Programa Matrícula. Desde esta universidad afirman que ya se están estudiando los requisitos, las bases de la convocatoria y cómo captar fondos, aunque todavía está en fases muy preliminares; “en los próximos días” se publicará más información para el alumnado. Según Carmen Santín, vicerrectora de estudiantes, “esta iniciativa fue una propuesta de los propios estudiantes. La ciudad de Huelva ha cambiado mucho gracias a la presencia de la universidad y nos consta que es una institución muy querida por sus habitantes. Lo que queremos proponer es un micromecenazgo”. Santín abunda en la idea: “No queremos hacer un llamamiento tanto a las grandes empresas, que también, sino a la colaboración cotidiana de los vecinos, los pequeños empresarios. A lo mejor no se paga una matrícula entera, sino por asignaturas”.

Más común fuera de España

Más común fuera de EspañaMientras que en España se empiezan a ver tímidamente estos casos de mecenazgo, en Europa es una práctica bastante más común. De media, en la UE un 4% de los presupuestos de las universidades corresponden a la filantropía, también llamada fundraising, según datos de 2011 de la Asociación Europea de Universidades. En Reino Unido, la fórmula está más extendida: representa el 20% de los fondos.

Caso aparte es el de las universidades estadounidenses. Las universidades privadas gozan de mejor reputación que la públicas y la filantropía allí está a la orden del día y es asumida como un modelo normal de financiación. Grandes millonarios como Bill Gates donan enormes cantidades de dinero a las universidades para financiar estudios, becas de excelencia o programas de investigación. Uno de los últimos casos más sonados, aunque la lista es extensa y contiene donativos de vértigo, fue el de Michael Bloomberg. El alcalde de Nueva York estudió en la Universidad Johns Hopkins (Baltimore) y la última donación que hizo en enero a su antigua universidad ha sido de 350 millones de dólares para becas, contratar profesores y potenciar la investigación en salud. Desde que se graduó en 1964 ya ha donado más de 1.100 millones de dólares y se ha convertido en el filántropo que más dinero ha dado a una universidad.

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