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Ucrania: en la primera línea de combate de una guerra olvidada

Imagen de archivo de varios soldados ucranianos montando guardia cerca Donetsk

Shaun Walker

Avdiyivka —

Desde lo alto de un edificio de nueve plantas en Avdiyivka, Sergei Veremeyenko y sus hombres pueden ver la capital separatista de Donestk a muy pocas millas. Avdiyivka ha sido el frente de batalla entre los separatistas apoyados por Rusia y las fuerzas ucranias durante los últimos dos años y, recientemente, los combates se han intensificado en la “zona industrial” de las afueras de la ciudad.

Dos años después de estallar, la guerra en el Este de Ucrania rara vez encabeza los titulares, pero cada día hay nuevas víctimas. Estos momentos son los más tensos desde el final de los fuertes enfrentamientos en febrero de 2015. Rusia asegura haber frustrado una “conspiración terrorista” en Crimea a principios de este mes, seguido de una fuerte retórica por parte de su presidente, Vladimir Putin, que han llevado a muchos en Kiev y en el Este a temer que una nueva ofensiva apoyada por Rusia puede ser inminente.

Avdiyivka es uno de los primeros lugares en donde este movimiento sería visible. Trepando por una escalera a lo alto del tejado, Veremeyenko señala lo que él dice que es la posición separatista más cercana, a un kilómetro de distancia. A pocos kilómetros en dirección opuesta están las torres gemelas del aeropuerto de Donetsk, sitiadas por las fuerzas separatistas el pasado mes de enero tras una épica y sangrienta batalla que duró varios meses.

Poco después de que el aeropuerto y otro territorio fueran tomados por los separatistas, apoyados por un contingente de tropas regulares rusas que el Kremlin niega que estén allí, se firmó un acuerdo de paz en Minsk. Los combates a gran escala han parado desde entonces, pero las refriegas continúan en casi todas las bases a diario. Agosto ha sido el peor mes desde hace mucho tiempo.

La misión de observación desarmada de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) registra cientos de explosiones cada día. No se trata de una verdadera guerra pero tampoco es un alto al fuego.

Cada día hay nuevas bajas

Cada día, una o dos personas son asesinadas o resultan heridas en los alrededores de Avdiyivka, según Veremeyenko. El lado separatista también informa de bajas con regularidad. El jueves, cuando The Guardian visitó el bloque de apartamentos que hace las veces de base para el grupo de Veremeyenko, el lugar fue sacudido por fuego de morteros desde las posiciones separatistas según creen. Los hombres de Veremeyenko aseguran que tienen órdenes estrictas de no abrir fuego y solo responder a los ataques. El lado separatista dice lo mismo.

“Notamos una intensificación de la actividad en los últimos días; incluso han dirigido tanques más allá de sus posiciones, por eso podemos verlos”, cuenta Viktor Shotropa que lidera el grupo de Veremeyenko, el cual forma parte del Regimiento de Kiev, inicialmente un batallón voluntario al que después se le dio estatus oficial como parte del Ministerio Interior ucranio.

“Pero principalmente creo que solo están disparando por aburrimiento. Para poder tomar más territorio, necesitarían llevar a cabo una invasión con el apoyo total del ejército ruso”, apunta. Pero las actividades que se han producido en los últimos 15 días ponen a todo el mundo nervioso. A principios de este mes, Rusia dijo que un soldado y un oficial del servicio de seguridad habían muerto durante la detención de una célula terrorista que había planeado ataques en Crimea, la península anexionada por Rusia en febrero de 2014.

Después, la televisión rusa mostró imágenes de un ucraniano magullado y aseguró que estaba trabajando para la inteligencia militar ucraniana. “Evidentemente, no vamos a pasar por alto estas cosas”, aseguró Putin.

El presidente ruso acusó a Kiev de adoptar “tácticas de terror” y dijo que no tenían sentido las negociaciones a cuatro entre Rusia, Ucrania, Alemania y Francia, previstas al margen de la próxima cumbre del G20 en China. Esto hizo que muchos sospechasen que podría estar en camino una nueva ofensiva rusa, posiblemente con el objetivo de abrir un enlace terrestre entre Rusia y Crimea.

Ucrania insistió en que toda la trama fue fabricada por los rusos y que la reacción rusa hizo que el presidente, Petro Poroshenko, pusiera sus tropas en alerta máxima. Ucrania no ha sido inmune a la retórica militarista. La semana pasada, el país celebró los 25 años de independencia con un gran desfile militar en el centro de Kiev. Para los más críticos, el acto difería poco de los espectáculos al estilo soviético de los que Kiev trata de distanciarse.

Después del pánico inicial en torno al incidente de Crimea, las cosas se han calmado. “La gente estuvo aterrorizada durante un día o dos pero después se dieron cuenta de que no parecía ser el comienzo de algo mayor”, dijo un oficial ucraniano.

Parece erróneo que este sea el momento de una mayor intensificación rusa: con la unidad europea sobre las sanciones sobre Rusia sin resolver, una ofensiva apoyada por Rusia en estos momentos encendería la ira en los países occidentales sobre el comportamiento de Moscú.

Hasta ahora, Rusia ha utilizado una mezcla de voluntarios dirigidos sin mucha rigidez, asesores militares e inyecciones ocasionales de tropas regulares en momentos clave, al mismo tiempo que niega haber tenido una mayor presencia militar en el Este del país. Pero las mejoras del ejército ucraniano de los dos últimos años, un empujón para conseguir más territorio exigiría probablemente una invasión rusa tan evidente que dañaría para siempre las relaciones con Occidente.

Un mecánico en primera línea de combate

Hay una cierta naturaleza ad hoc de los ucranianos para el esfuerzo militar. Veremeyenko, que no firmó oficialmente con el ejército y que técnicamente se registró como mecánico, lucha en primera línea de fuego.

El grupo opera desde varios apartamentos en un bloque en el que vivían civiles hasta que las luchas comenzaron. En medio de armas y otros equipamientos de guerra, azulejos de cocina decorados con kiwis y melones recuerdan que una vez aquello fue la casa de alguien. El edificio de nueve plantas se terminó de construir hace poco, a principios de 2014; ahora los inquilinos de todas menos una planta han huido ya que casi todos los apartamentos tienen algún tipo de daño. En el patio, una mujer mayor suplica a los soldados que le traigan algunas patatas.

La OSCE ha acusado a ambos bandos de violar en repetidas ocasiones el alto el fuego. Durante una sesión informativa a principios de este mes, Alexander Hug, el jefe adjunto del observatorio de la OSCE, aseguró que la falta de confianza ha entorpecido cualquier tipo de paz duradera porque “sin confianza cada lado teme que el vacío pueda ser llenado por el otro lado”.

También criticó a ambos bandos por prohibir el acceso de observadores. “Necesitamos acceder y, para ser francos, esto no está sucediendo. Los dos bandos evitan el acceso de nuestros monitores a ciertas áreas, plantan minas y otros obstáculos. Los dos bandos amenazan e intimidan a nuestros observadores civiles desarmados”.

El este del país, el que más sufre

Como el potencial de las hostilidades a gran escala se mantiene, es la población del Este de Ucrania la que más está sufriendo. En Mariinka, uno de los pocos puntos en los que los civiles pueden cruzar la frontera, serpentean colas de gente entre las que se incluyen personas mayores y niños pequeños que esperan el permiso para cruzar la frontera improvisada. El jueves por la mañana en el bando ucraniano, se escucharon ráfagas de artillería y el estallido de ametralladoras.

En los puestos de control y en locales asediados, los fatigados soldados ucranianos intentan cruzar líneas sin prestar mucha atención. La guerra se ha convertido en una forma de vida en los dos últimos años, y están mucho más preocupados sobre si podrán o no cruzar a través de la frontera. Una mujer mayor rompió a llorar cuando su pase para cruzar la línea no estaba en el sistema y fue obligada a dar marcha atrás después de muchas horas de espera.

Poco a poco, el control fronterizo de Mariinka ha ido adquiriendo las características de una frontera real, con puestos de control de pasaportes y controles aduaneros. Una de las muchas señales es que la solución del conflicto parece estar más lejos que nunca.

A Moscú le interesa llegar a un acuerdo que viera gran parte de su infraestructura separatista legalizada, dándole el control de facto sobre una parte de Ucrania sin tener que financiarlo. En Kiev, las actitudes se han endurecido contra cualquier compromiso con los “terroristas” del Este. En medio del punto muerto, muchos en Kiev siguen preocupados por la posibilidad de que Rusia opte por una guerra total. “No parece lógico, pero muchas de las cosas que hacen a menudo no lo son”, concluye el oficial ucraniano.

Traducido por Cristina Armunia Berges

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