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El auge de la islamofobia ya existía

Concentración en Barcelona contra la islamofobia.

Yasmina Baach

Activista de SOS Racismo Madrid —

Todavía conmocionados por el atentado que ha golpeado una de las grandes ciudades de nuestro país –sí, mi país también–, en Twitter comienzan a ser tendencia hashtags como #StopIslam o “MOROS FUERA”. Nos llegan tuits de índole islamófoba y racista. Nos señalan con nombres y fotos relacionándonos con los terroristas, directa o indirectamente. Nos amenazan de muerte con imágenes explícitas que hieren la sensibilidad de cualquier persona, una y otra vez.

Por cada cuenta reportada y eliminada, una nueva es creada para continuar con el acoso y las amenazas. Así, metiéndose a nuestros perfiles personales de Instagram donde compartimos fotos de cualquier día en la piscina, cenando con amigas, invaden nuestra privacidad y las comparten en sus cuentas proponiendo violarte a modo de subasta entre ellos. Si las víctimas de estas difamaciones y delitos de odio en la red solemos ser personas leídas como musulmanas por perfil étnico, no es casualidad, es islamofobia.

Los delitos de odio van más allá del acoso en redes:

Atacan mezquitas de Fuenlabrada, Montblanc, Albaicín, Sevilla y San Martín de la Vega. En una empleando bengalas, en otras aparecen pintadas amenazantes, “moro que reza, machete a la cabeza”, “vais a morir, putos moros”, “muerte al Islam”, y junto a ellas la cabeza cortada de un cerdo.

En el consulado marroquí de Tarragona lanzan sangre a las paredes.

Una vez manifiestas las amenazas en lugares frecuentados por musulmanes, pasan a las agresiones físicas. El perfil de las víctimas se centra en los más vulnerables; niños y mujeres:

Valencia: un coche paró junto a un par de niños de 13 y 14 años que consultaban su móvil, el conductor bajó del vehículo para golpear a uno de ellos mientras gritaba “moro de mierda” y lo amenazó con matarle si lo volvía a ver.

Navarra: dos hombres propinan una brutal paliza a tres menores marroquíes, el más joven de tan solo 13 años. La jueza rebaja la agresión racista a “lesiones sin delito de odio”, así poniendo en libertad a los agresores. Los menores recibieron amenazas e insultos de carácter islamófobo.

Madrid: una mujer musulmana es agredida en Usera por un grupo de chicos. Ha sido ingresada en el servicio de urgencias del Hospital 12 de Octubre debido a las lesiones y el estado de ansiedad que padecía. Fue insultada y atacada por su aspecto de musulmana, según relató a los policías.

Solo cito los casos que se han hecho eco en los medios, pero estoy segura de que hay más. Una de nuestras pequeñas frustraciones como activistas es que no todas las víctimas son capaces de denunciar y enfrentarse a todo el procedimiento de la denuncia. El miedo, una vez más, es el predominante.

El mismo miedo que hace que mi hermana, con velo, evite salir de su casa durante estos días por lo que pueda ocurrir. Y lo que me apena es que su miedo está fundamentado, porque es un blanco fácil para los islamófobos, y queda en el aire la gravedad del asunto.

El estar constantemente alerta por la calle con miedo a ser reconocidos como musulmanes y tener la suerte de encontrarte con la presencia de neonazis, o miradas cargadas de odio y rabia. El ser insultados, los gritos de “vuelve a tu país” como si no formásemos parte de la sociedad, como si España no formara parte de nosotros, ni nosotros de España. Duele que nieguen tu identidad como española, incluso habiendo vivido, crecido, estudiado y trabajado toda tu vida aquí.

Vivir con el doble miedo de ser víctimas directas de Daesh, porque indirectamente ya los somos, y de gente que nos responsabiliza de actos de barbarie en los que nada tenemos que ver, para poder justificar su odio. Un odio que ya estaba ahí, pero que se manifiesta aprovechando estas tragedias, solo se necesita un motivo para justificarse sin salir de lo llamado “políticamente correcto”. Es más molesto que te llamen racista a que haya racismo.

No, no se está desmadrando, no ahora. No nos escandalicemos de algo que lleva años flotando. Lo que ocurre es que los medios de comunicación no se han interesado en darle la repercusión necesaria, y a su debido tiempo, a las, por ejemplo, 573 agresiones de carácter islamófobo registradas el año pasado en España. El auge de la islamofobia se produjo a raíz de las primeras agresiones tras los atentados de París en 2015, den las que personalmente he sido testigo y víctima.

Cuando se silencian agresiones, y éstas quedan impunes, se da vía libre a atacarnos sin consecuencia alguna. Y aquí estamos, observando cómo agreden a niños, cómo nos insultan, amenazan con violarnos y matarnos por la red con total libertad y sin miedo.

No es exageración, es islamofobia, una lacra que afecta peligrosamente a nuestra sociedad. Es importante que reaccionemos en conjunto y denunciemos todo tipo de delitos de odio. No nos callemos ante una agresión racista, hay que apoyar a la víctima y no caer en el discurso de la prensa amarillista, que aprovecha el pánico creado por el terrorismo con noticias sensacionalistas sin ningún tipo de aportación salvo el mal de generar islamofobia.

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