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La cultura de la violación

Protesta contra las agresiones sexuales en sanfermines.

Izaro Gorostidi

Profesora del departamento de Ciencia Política de la Universidad del País Vasco —

Hay imágenes que se quedan grabadas en la mente del ser humano de forma inesperada. Al leer las declaraciones de uno de los abogados de los procesados por la violación en grupo de San Fermín (“para que no sea no, lo primero que hay que hacer es decir no”), me he acordado inmediatamente de una foto de la invasión de Irak. Era una mujer iraquí a la que un soldado estadounidense le obligaba a hacerle una felación mientras el resto de sus compañeros del ejército estaban en corro, esperando su turno, supongo. Me pregunto si a ella también le dirían que lo primero que hay que hacer es decir 'no', que si no has dicho 'no' claramente es que lo consientes y además lo disfrutas.

“Ella parecía estar pasándoselo bien” es la frase utilizada en estos casos, como el grupo de chicos que provocaron la muerte de una niña de 15 años en una brutal agresión sexual en grupo que ha escandalizado el Perú el pasado mes de septiembre. En este caso el grupo de chicos asegura que “se les fue de la manos”. Los de San Fermín dicen que están pagando su forma de despedirse: “No sabemos si le sentó mal la forma, que casi no nos despedimos. Pero bueno, ese gesto lo estamos pagando con creces”. El casi no despedirse es salir corriendo después de “follarse a una entre cinco”, robarle el móvil y extraerle la tarjeta de memoria y la batería. Y además grabarlo, que para eso son “la manada” en whatsapp.

Cuatro de los acusados de la violación de San Fermín acaban de ser imputados por otra violación en una localidad de Córdoba el pasado mayo. No sabemos lo que opinan de esta última acusación pero sí sabemos que aseguran que lo que ocurrió en los Sanfermines no fue una violación, que fue algo consentido, aunque el juez en el auto diga “que no se detecta colaboración” por parte de la chica.

Por eso resulta interesante analizar a través de este caso los valores de la cultura de la violación que aún campan a sus anchas en nuestra sociedad. Esa cultura que convierte a una mujer violada y humillada “en el centro” de una orgía consentida entre cinco chicos y una chica, donde “ella participaba al 100%”, según los agresores. El magistrado que lleva el caso ha afirmado tras ver las imágenes que “se animaban y jaleaban entre sí y que, incluso, esperaban su turno” y que la víctima tenía “imposibilidad de oponerse a las pretensiones lúbricas”.

Pero ellos afirman: “Ella fue decidiendo con quién estaba en cada momento, nos poníamos delante y ella agarraba a quien quería”. Donde el juez ve “sometimiento a una apabullante situación de superioridad física y numérica por parte de los agresores”, ellos ven una situación de igualdad donde ella “participaba como una más”. Donde el juez ve “manejo forzado de su cuerpo agarrándola incluso del pelo para obligarla a realizar actos sexuales”, ellos dicen que “ni la agarramos ni la hicimos sentir mal. Todo lo contrario”. Y todo lo contrario es, según el titular del Juzgado de Instrucción número 4 de Pamplona, un trato degradante ya que en la grabación se aprecia “cómo los procesados se reían de la víctima” mientras sufría la agresión, “una vejación adicional”, según el auto.

Para estos hombres una relación consentida se basa en rodear a una chica, meterla en un portal, tirarle al suelo, desnudarle y, como ella explica, sujetarle la boca para que les haga una felación y después penetrarle todos. “Si ella llega a decir que no, hubiéramos parado” afirman los agresores. Que alguien me explique cómo se dice 'no' con un pene en la boca, por favor.

Este caso pone en evidencia una vez más la perversidad de un sistema que obliga a las mujeres no solo a demostrar que has sido violada sino que ha ocurrido sin tu consentimiento. Si estás aterrada, en shock, en pánico y no dices 'no', date por jodida, literalmente hablando. Si no tienes un comportamiento heroico, si por el terror te quedas paralizada en estado de sometimiento pasivo, es que no rechazas la violación. Si no hay marcas en tu cuerpo, no te has resistido. Si no has dicho 'no', lo aceptas. “No hay ni un solo gesto, o negativa, ni cara de rechazo”, afirma uno de los abogados defensores de los procesados en este caso.

Enseñemos a no violar

La cultura de la violación existe. Por eso los cinco procesados planearon llevar burundanga a los sanfermines, la droga que tiene efectos sedantes y que te dejan inconsciente y amnésica, la droga que se utiliza para realizar ataques sexuales. Pero ellos utilizan en su defensa que eran muy simpáticos, ligaban mucho y no tenían necesidad de violar a nadie. No sé si son ligones y simpáticos los miles de hombres que violan a miles de mujeres en el estado español. Desde el año 2009 se han registrado 8.200 agresiones sexuales con penetración, una cada ocho horas, tres mujeres violadas cada día, según datos del Ministerio de Interior. En un lugar donde se calcula que se denuncia una de cada seis violaciones, estos datos demuestran que la cultura de la violación está muy bien instaurada en la sociedad.

Se sigue educando en la prevención, en enseñar a las mujeres cómo defenderse o limitar su libertad, no ir por determinados sitios, no hacer sola determinadas cosas, porque además si te ocurre algo en esas condiciones siempre será tu culpa. Dos chicas solas no pueden andar por ahí de la misma manera que lo pueden hacer dos chicos. Estos solos no, que en el caso del hombre cuando hay más de uno son un grupo.

Según los expertos, como la presidenta de la Federación de Asociaciones de Asistencia a Mujeres Violadas, Tina Alarcón, se está dando en repunte en este tipo de delitos y se observa desde la temprana juventud, cuando los chicos reafirman su masculinidad en grupo y agreden sexualmente a una chica que suele tener el perfil de ser más libre que el resto de sus compañeras, lo cual hace que se crean tener el derecho a hacerlo. La cultura de la mujer objeto habla claro: si eres una cosa pueden hacer contigo lo que quieran.

Tenemos que atrevernos como sociedad a aceptar este problema y educar a los chicos a no violar. Todos los hombres no son violadores, efectivamente, pero los violadores son solo hombres. Estamos haciendo algo mal con nuestras niñas y niños, si seguimos enfocándonos en tratar este problema desde la perspectiva de la víctima y no del agresor. ¿Cuántos padres han explicado a sus hijas como protegerse para no ser violadas? ¿Cuántos padres han enseñado a sus hijos que no es un juego agredir en grupo a una chica? Hay que dejar de centrarnos en enseñar a las chicas cómo protegerse para enseñar a los chicos a no violar y desterrar esta idea de que ellas ya están advertidas, que los hombres violan, así que si ocurre una agresión es porque te lo estabas buscando o les has provocado.

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