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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

Los diez mandamientos de los políticos tuiteros

Toni Cantó es experto en meterse en problemas en Twitter.

José Cervera

Contra lo que pueda parecer, internet no es una jungla carente de reglas. Lo que ocurre es que no se aplican las mismas que conocemos del mundo real, sino otras nuevas que además están en pleno proceso de evolución. Como pueden serlo estos diez mandamientos para políticos (y otros personajes conocidos) en la red social Twitter.

1. No intentarás evadirte de Twitter

Casos más sonoros: crí, crí, crí

Pecadores: media clase política, Edurne Uriarte, Tomás Gómez

Cuesta trabajo creerlo, pero un elevado número de políticos aún no está en la red social. O, casi peor, están porque se han dado de alta pero tan sólo tienen una imagen de huevo y un tuit, como Edurne Uriarte. O todavía más lamentable, se abren un perfil para unas elecciones pero no lo llevan personalmente y después de los comicios lo abandonan, como Tomás Gómez. ¿Dónde se ha visto que políticos o tertulianos esquiven los sitios donde hay gente a la que largar discursos? El silencio, y mucho más la carencia de interés, provoca sospechas y resquemores.

2. Cuidarás quién y qué tuitea desde tu cuenta

Casos más sonoros: “¡Obtuve 5390 puntos en Bubble Shooter Adventures! ¿Puedes mejorarlo?”, “¡He conseguido 2.215 puntos en DoodleJump! ¡Superad eso!”

Pecadores: Fátima Báñez, José Antonio Monago, ¿sus vástagos?

El perfil de Twitter es una ventana de comunicación personal, por lo que es mala idea que pueda ser utilizado por terceros. En especial, si esos terceros son niños o aplicaciones desmadradas, o una combinación de ambos. Esto es lo que les ocurrió a la ministra de Trabajo, Fátima Báñez, y al presidente de Extremadura, José Antonio Monago, cuyas cuentas publicaron sus puntuaciones en sendos juegos de los de pasar el rato en el móvil. Ambos achacaron a sus retoños el descuido, aunque el fallo venía de antes: esas apps tenían demasiados permisos.

Twitter, como cualquier otro altavoz susceptible de ser manipulado, debería estar cerrado. En el caso de altos cargos políticos o empresariales, lo suyo sería que el contenido completo del teléfono esté encriptado y que para acceder haga falta una clave de seguridad, so pena de que importantes datos estén a merced de una pérdida del aparato. Como mínimo, que el salvapantallas lleve contraseña, para controlar la entrada. Sí, es más molesto, pero mucho más seguro. Y evita chiquilladas. Y también, usar a los hijos como excusa.

3. Tendrás tolerancia con las cuentas paródicas

Casos más sonados: @nanianorajoy, @ArturMasG, @EspeonzaAguirre

Pecadores: Mariano Rajoy, Artur Mas

Virtuosa: Esperanza Aguirre

Twitter es un laboratorio donde prolifera sin control la maldad en 140 caracteres. Así que es perfectamente normal que en cuanto alguien se hace famoso, a veces incluso antes, aparezcan cuentas que se dedican a parodiarlo. No digamos si el interfecto es un político o famoso, con al menos la otra mitad de la población (la que no le vota, compra sus discos, lo ve en TV o lo aplaude en el estadio) deleitándose en jugar a hacer leña del árbol caído o contribuir a su derrumbe.

Casi nada puede hacerse al respecto. Pero donde un político o famoso puede demostrar bonhomía o meter la pata es en cómo reacciona ante la parodia. La red social del pajarito tiene al respecto una política bastante laxa: sólo elimina la cuenta si hay una queja y si en su entendimiento la cuenta paródica puede confundirse en la mente del público con la original. Basta, pues, con poner la palabra 'parodia' en la biografía para evitarlo. Pero si el interfecto se empeña y es alguien importante..., ya se sabe; las empresas ceden.

Así, la cuenta @nanianorajoy fue eliminada en las vísperas de las elecciones generales, a pesar de que había que ser muy particular para confundirla con una cuenta oficial del hoy presidente del Gobierno. Y lo mismo ocurrió con @ArturMasG. En ambos casos, sus casi-tocayos no irónicos sufrieron la ira de los tuiternautas; si es dogma de fe que internet considera la censura como daño y envía la información alrededor, en Twitter la libertad de expresión tiende a sacralizarse. Haga como Esperanza Aguirre, que no ha atacado a su cuenta paródica @EspeonzaAguirre (que llegó a tener casi el doble de seguidores que la original) y ha ganado así algunos puntos en el tuiterverso. Tener carrete ayuda.

4. Tendrás cuidado con lo que dices

Casos más sonados: 'vuestrash familiash', 'catalanes de mierda'

Pecadores: Toni Cantó, varias veces, María Antonia Trujillo, Elena Valenciano, Diego Valderas, Juan Carlos Gafo

Hablar en Twitter es hablar en público. Y si se dicen cosas que no se deberían decir en público, el resultado es problemas. La legisladora argentina María José Lubertino dio demasiados detalles sobre una entrevista oficial al publicar: “¿Ya están ambas madres allí? ¿Prensa les armó alguna entrevista? ¿Que las adoctrinen, que hablen de MI proyecto”. Y la antigua ministra de Vivienda María Antonia Trujillo no se hizo muy simpática con los movimientos antidesahucio al tuitear: “El que tenga deudas que las pague. Que no se hubiera endeudado”.

Pero si algo lleva mal Twitter son los ataques basados en defectos o características físicas. Por eso no hizo ninguna gracia cuando Elena Valenciano tuiteó que no conocía hombre más feo que el jugador de fútbol francés Franck Ribéry (hoy, Bilal Yusuf Mohammed), desconociendo que su rostro está marcado por un accidente automovilístico que sufrió de niño. O cuando Toni Cantó se burló de la dicción de Mariano Rajoy al publicar “No queríaish comparecencia? Puesh osh la voy a poner el día uno d agoshto, a ver como osh lo montáish con vuestrash familiash”. Si se percibe como una burla personal, provocará reacciones adversas. Y ya, por último, insultar a todo un pueblo al que luego piensas pedirle el voto no es políticamente lo más inteligente; mejor abstenerse de comentarios como el de Juan Carlos Gafo “Catalanes de mierda, no se merecen nada”, que le costó el cargo al número 2 de la Marca España.

5. Cuidarás también cómo lo dices

Casos más sonados: el cateto y el careto, el 'atrazo'

Pecadores: Diego Valderas, Daniel Filmus

Exactamente igual de mal puede salir expresar las cosas como no deberían expresarse. Las formas son importantes, sobre todo porque Twitter es al fin y al cabo un medio escrito. Y porque queda por escrito; algo malo para las reputaciones. “Ayer lo vecinos de Saavedra nos plantearon su preocupación por demoras del Polo Educativo 3 años de atrazo. Miles de chicos y jóvenes esperan”, escribió en abril de 2011 el exministro de Educación argentino Daniel Filmus. La falta ortográfica se convirtió en sensación, como la chabacanería del vicepresidente de la Junta de Andalucía, Diego Valderas, al escribir “quieres quitarte el huevo, cateto, y poner tu careto”. Mala ortografía o malas maneras no son formas.

6. Cuidarás las fotos sobre todas las cosas

Casos más sonados: el 'sexting' de Weiner, el teléfono de la Vázquez

Pecadores: Anthony Weiner, Paula Vázquez

Si se es político o persona pública, es conveniente abstenerse de practicar el sexting, esa curiosa perversión que consiste en tontear por las redes sociales y que incluye el envío de fotografías más o menos explícitas o sugerentes, lo que costó el cargo (dos veces) al estadounidense Anthony Weiner; un político antaño prometedor. Las fotos en Twitter pueden jugar muy malas pasadas si no se tiene cuidado. Y si no, que se lo pregunten a la actriz y presentadora Paula Vázquez, que tuiteó un documento que contenía nada menos que su número de teléfono móvil. Inmediatamente empezó a recibir llamadas, muchas de las cuales no eran precisamente apropiadas. Por desgracia la culpa era suya y sólo suya: el descuido fue personal. Para colmo, y como veremos después, Vázquez complicó el asunto violando además el décimo mandamiento: no te calentarás. Y la reacción se extendió como la pólvora. Moraleja: las fotos pueden ser un peligro eterno. Antes de enviar hay que pensar.

7. No utilizarás datos falsos para apoyar tus puntos de vista

Casos más sonados: Denuncias por violencia de género, los antifascistas, los privilegios de Otegi

Pecadores: Toni Cantó, en reiteradas ocasiones

Virtuosos: Toni Cantó, que después de cada metedura de pata pide perdón

Lo del actor y diputado de UPyD Toni Cantó parece un mal vicio o una insana costumbre. Cantó ha sido pillado en varias ocasiones haciendo uso de información manifiestamente trucha a la hora de apoyar sus lapidarias (y a veces peculiares) opiniones. Así se tragó el punto de vista de una asociación de padres separados y divorciados afirmando tajantemente que “La mayor parte de las denuncias por violencia de género son falsas, y los fiscales no las persiguen”, lo que resultó no ser cierto.

Otra vez cayó en uno de los más viejos tópicos de Twitter al sentenciar que “Los antifascistas, serán los fascistas del futuro”, una frase reiteradamente atribuida a Winston Churchill y que es falsa. “¿Todos los presos en España tienen las mismas facilidades que Otegi para tuitear y hacer propaganda desde su celda? Pregunto” provocó una airada explicación de las condiciones en las cárceles (no hay móviles) y la aclaración de que Otegi dictaba sus tuits, que eran escritos por otra persona fuera del recinto.

En abril de 2013 el diputado Cantó anunciaba “Muere Albert Hofmann, con 102 años”, aunque el científico suizo murió en 2008. Aunque como comentamos, y a diferencia de otros políticos, Toni Cantó no borra sus errores y pide perdón, la solución es sencilla: Google. Si se puede tuitear, se puede googlear el dato antes, y así evitar inconvenientes.

8. Tendrás mucho cuidado con los 'hastags'

Casos más sonados: #YoCreoenRajoy, #VotaPP, #vencerlapobreza

Pecadores: PP, PSOE

El hashtag es esa etiqueta que se coloca en el tuit precedida de un cuadradillo (#) y que permite agrupar conversaciones con facilidad. Un modo normal de utilizarlos es crear uno nuevo para que se pueda seguir un acto, o una campaña si se es un político. Esto da lugar a situaciones de 'guerra de hashtags', cuando un partido lanza uno para que el de enfrente le conteste con otro diferente.

El problema es cuando el 'hastag' lanzado por el partido A a su mayor gloria es secuestrado por sus oponentes, que lo utilizan para hacer escarnio. Esto les ha ocurrido con mayor o menor frecuencia e intensidad tanto al PSOE, al que birlaron su 'hastag' #contralapobreza, pero también al PP, contra el que se han usado 'hastags' como #YoCreoenRajoy o #VotaPP. En todos los casos una conversación que se suponía debía convertirse en elemento de campaña propia se acababa transformando en un arma de ataque ajena. Esto es especialmente habitual cuando los tuiteros perciben un exceso de ironía en el uso de la etiqueta original. Ojo: nada molesta más que ser golpeado por el martillo propio.

9. No violarás la Ley de Godwin

Casos más sonados: innumerables comparaciones abominables

Pecadores: Jordi Sevilla

En su formulación más extendida, la Ley de Godwin, una de las más extendidas del ámbito digital, dice: “A medida que una discusión online se alarga, la probabilidad de que aparezca una comparación en la que se mencione a Hitler o a los nazis tiende a uno”. Tradicionalmente se considera que quien hace la comparación, automáticamente ha perdido la discusión.

Así que conviene evitar las comparaciones con nazis porque, si todas son odiosas, éstas lo son más. De ahí el fallo cometido por Jordi Sevilla al tuitear “Señalando lo obvio: juzgar colectivos (gitanos, judíos, políticos, parados, alcaldes...) es fascismo. Hasta en Nuremberg se juzgó personas!”. Dejando aparte el perdonable error de concordancia (los 140 caracteres son un tirano feroz), Sevilla concedió por derecho la discusión al violar a Godwin. No hay excepciones a esta regla, que se deriva del hecho de que es una comparación fácil y de que en el 99,9% de las ocasiones es muy inapropiada. ¿Realmente lo que sufrió Sevilla se parece a la noche de los cristales rotos, el Holocausto o la invasión de media Europa? Pues eso.

10. Y por encima de todas las cosas, no te cabrearás

Casos más sonados: abandonos con portazo, bloqueos masivos

Pecadores: María Antonia Trujillo, Fátima Báñez, José Antonio Monago, Paula Vázquez

En la cultura española, como en la tailandesa, perder los nervios es sinónimo de perder la discusión. Sólo hay una forma de empeorar el resultado de violar uno de estos mandamientos, y es pegar un calentón mental y demostrarlo. Es el equivalente de una rabieta en público, por algo que además casi siempre es culpa del interesado. Ser incapaz de soportar las críticas o las discrepancias no parece un indicio de vigor democrático. En general, ser incapaz de pedir perdón cuando se comete un error deja un alarmante poso de arrogancia.

Por eso sentaron tan mal y dieron origen a tantas burlas los bloqueos múltiples de sus detractores que realizó en su momento María Antonia Trujillo. Por eso el rechazo cuando Paula Vázquez cumplió sus amenazas y publicó los teléfonos de algunos de sus interlocutores telefónicos. Por eso el desprecio con el que se recibieron las bruscas y airadas salidas de Twitter que siguieron a las meteduras de pata de Fátima Báñez, José Antonio Monago o Jordi Sevilla.

La posibilidad de hablar directamente con los electores o los seguidores tiene esas trampas: para que el diálogo sea real, hay que ser capaz de aguantar también a detractores y perturbados. El margen de lo tolerable en la conversación inevitablemente se amplía, y hay que aprender a tener mayor tolerancia o se corre el riesgo de parecer altivo. Mención aparte merece la salida de Elena Valenciano; si bien con cierto nivel de portazo y tras alguna sonada metedura de pata, la razón aportada (amenazas creíbles a sus hijos) es más comprensible. Y, por tanto, disculpable. Aunque en general el portazo se considera como una aceptación tácita de incapacidad o rechazo a la discusión; un mal síntoma.

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