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La forja de un nuevo capitalismo civil

Pau Llop / Pau Llop

Vivimos una época de mudanza, en esa tierra de nadie entre fronteras en el que algunos creen vislumbrar el fin de una era económica y social, precedida de una huida hacia adelante del capitalismo tal y como lo conocíamos hasta hoy. Un tiempo gaseoso en que la calle se llena cada día y en el que cada día son más los que se interesan por una economía que no encaja en el molde (neo) liberal ni mucho menos en el marxista, aunque tiene la nariz del padre y los ojos de la madre.

Y no es algo que vaya a ir a menos. “El maltrato económico está empeorando, desde las instituciones públicas se está haciendo algo que va 180 grados en contra de lo que demanda la ciudadanía y de lo que se necesita”, explica el economista Arcadi Oliveres, quien señala que, no obstante, a la sociedad aún “le falta voluntad colectiva” para salir del todo de la fase “irracional” del consumismo. Eso sí, para todo hay medicinas. En este caso, el consumo colaborativo, que “fomenta el acceso a los bienes y servicios en vez de su posesión, lo que permite limitar las adquisiciones a aquello que te resulta realmente útil la mayor parte del tiempo”. Lo explica uno de los impulsores del concepto, Albert Cañigueral. Si nos ponemos, se está desarrollando también hasta el Commons Marketing, del que hablaremos en futuros posts.more

Aunque en cuanto a concienciación social y formas de financiación, producción y consumo aún no se ha llegado a una meta que tampoco nadie conoce, algo palpita. Poco, pero se oye el latido. El pasado miércoles 23 el presidente de la Fundación Fiare, Peru Sasia, daba, en el marco del encuentro sobre innovación social #Lohacemos2012, algunas cifras de la marcha de este inicio de banca ética civil en España. Ya alcanzan un capital social de 3,2 millones de euros aportado por 2.612 socios y gestionan 29 millones de euros de ahorro, tras conceder 27 millones en préstamos, todos ellos a proyectos de economía social: emprendimientos sociales, cooperativas, empresas de inserción, etc. Y tienen perspectivas de seguir creciendo a muy buen ritmo: “En muy poco tiempo estaremos en condiciones de ofrecer productos bancarios típicos como cuentas de ahorro y tarjetas de débito”

¿Es condición sine qua non que la banca tradicional se moje para financiar este tipo de emprendimientos o incluso para financiar familias? Como vemos, ya no, y las comunidades autofinanciadas son otro ejemplo: en España, hay ya más de 60 grupos de personas que se financian entre sí, directamente, y que en total ya se han dado 5.200 pequeños créditos, de 400 euros de promedio, movilizando cerca de 2 millones de euros. Lo explica Jean Claude Rodríguez-Ferrera, fundador y director de ACAF, además de fellow de Ashoka: “Los créditos se destinan básicamente a cubrir necesidades básicas de la gente. El 60% de los socios de las CAF dicen que su grupo es la única red social de confianza que tienen”.

Con un tesoro público tiritando y las subvenciones a las ONG asistenciales casi en barbecho, y con una banca digiriendo la comilona, sin ganas de bailar, parece natural que en relación a vías de financiación para cualquier emprendimiento, sea una empresa o sacar adelante una familia, se busquen nuevos timbres a los que llamar, aunque suenen parecido. En el caso del emprendimiento social, y más aún en el sector tecnológico, se abren camino figuras transmutadas de conceptos 100% neocapitalistas como el capital riesgo (y su alter ego en el procomún, el 'capital riego', o también el capital riesgo filantrópico) o los Business Angels. Hace unas semanas se presentaba en Madrid Ueia, la primera “aceleradora de empresas sociales de base tecnológica”, como se define, capitaneada por el inversor TIME José Martín Cabiedes, entre otros.

La directora del Postgrado de Emprendedores Sociales de la Universitat Oberta de Catalunya y autora del libro ‘Capitalismo 2.0’, Patricia Sáez, cree que esta ‘fusión’ del mundo empresarial y de la economía social es muy positiva y considera que “el campo del emprendimiento social necesita muchos más perfiles ejecutivos del mundo de la empresa” para lograr ser exitoso y escalable. Algo en lo que coincidía la directora del Instituto de Iniciativa Emprendedora del ESADE, Luisa Alemany, el pasado día 23 en  #Lohacemos2012, dejando claro por su parte que “un emprendimiento social debe aspirar al crecimiento, pues cuando mayor tamaño tenga, mayor será su impacto social”.

Y esta es otra de las vaporosas realidades que podemos contemplar hoy: las tradicionalmente ortodoxas escuelas de negocio, desde el propio ESADE (que además lidera junto al BBVA el programa de apoyo al emprendimiento social Momentum Project) al IESE (que también se alía con la banca, en este caso La Caixa), pasando por el Instituto de Empresa (que se junta con una aseguradora), ofrecen ya incentivos y formación específica para estos perfiles y dedican cada vez más recursos a la investigación del fenómeno. Algo que, no obstante, levanta ciertas ampollas en un sector en el que ni siquiera hay un acuerdo claro respecto a qué es un emprendimiento social.

En un documento de la Comisión Europea publicado a finales de 2011 y destinado a proponer hasta 11 medidas clave de apoyo a esta área, se define a la empresa social como aquella cuya acción comercial tiene como razón de ser “un objetivo social de interés común”, cuyos beneficios principalmente “se reinvierten en pos de ese objetivo” y tienen un régimen organizativo y de propiedad “orientados hacia la justicia social”. Ese mismo documento indica que la economía social empleaba ya en 2009 a más de 11 millones de personas en toda la UE (dos veces el número de parados del país con más parados de Europa, adivinen) y que representaba ya el 6% del emp leo total. Y todo parece indicar que esas cifras se han quedado pequeñas en solo dos años, pese a la crisis, o gracias a esta.

Varias organizaciones han aportado a partir de este documento, como por ejemplo UpSocial, que promueve directamente cambios legislativos y ejerce desde Catalunya un auténtico lobby cívico-social. Y precisamente en ese documento se ha basado también la novísima Asociación Española del Emprendimiento Social (Aeeso), presentada el pasado día 21 de mayo, para definir este concepto. La cita desbordó el aforo del Hub Madrid (un lugar a tener en cuenta respecto a la innovación socioeconómica en la capital) y se prevé que este lobby cívicoeconómico eche definitivamente a andar a partir de octubre.

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