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ENTREVISTA

Baye Masse Mbaye, sociólogo: “No todos los migrantes africanos quieren venir a Europa”

Mbaye Baye Masse, en Casa África.

Alicia Justo

Las Palmas de Gran Canaria —

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Lejos de las imágenes de los cayucos que llegan a las costas canarias y de los migrantes que saltan las vallas de Ceuta y Melilla, hay otra realidad migrante africana. Las movilidades humanas dentro del continente supusieron 16 millones de desplazamientos en 2022, según la Organización Mundial de las Migraciones, mientras que ese año llegaron a las fronteras del sur de Europa cerca de 133.000 personas procedentes de África, de acuerdo con datos de Frontex. Una de las rutas con mayor dinamismo dentro del continente africano es la que une Rosso (Senegal), Nuakchot (Mauritania) y Casablanca (Marruecos), cuya historia de intercambios comerciales comenzó hace siglos y donde hoy miles de migrantes subsaharianos contribuyen a su crecimiento económico sin ninguna pretensión de lanzarse al mar. 

“Hay muchas personas que prefieren mil veces instalarse en Mauritania y Marruecos y no arriesgarse a atravesar el mar para llegar a Canarias”, sostiene el socioantropólogo senegalés Baye Masse Mbaye, autor del libro Socioantropología de la inmigración subsahariana. Entre 2021 y 2023, el investigador y profesor de Sociología de la Universidad de Saint Louis (Senegal) se camufló entre los trabajadores subsaharianos que trabajan entre estos tres polos, donde constató que esta ruta no es únicamente un desierto caluroso y seco, sino que también es un corredor lleno de vida. “Es un desierto rico donde sus trabajadores han construido infraestructura. Son albañiles o personal de carga en los puertos y en los mercados. Verdaderamente la mano de obra subsahariana hace maravillas”, subraya. Su trabajo, que ha obtenido el Premio de Ensayo de Casa África en 2024, sirve también para ampliar el foco y dejar de reducir las migraciones africanas al sueño europeo. “Los países africanos que son atravesados por este corredor constituyen un verdadero destino del sur. No son necesariamente países de tránsito. Y no todos los migrantes quieren necesariamente venir a vivir en Europa”, revela. 

Mbaye Baye Masse.

Para el sociólogo, estos migrantes están construyendo África. Se mueven no solo entre las tres principales localidades del corredor, sino también por los puntos de tránsito como Guerguerat, Nuadibú, Dajla y Agadir. El investigador desgrana que la cercanía a sus lugares de origen es un factor con mucho peso a la hora de migrar dentro del continente, ya que saben que pueden regresar en cualquier momento para ver a sus familias y en cada festividad religiosa. Si vive en Europa, el migrante debe pensar en el papeleo indispensable para moverse, como la tarjeta de residencia y añadir el coste del billete de avión. Además, el profesor agrega que cuando ya están bien instalados traen a sus familias. “Ellos viven el dorado africano. Quería mostrar que hay migrantes que triunfan en África, que son ricos en África, que traen a su familia y que cuidan a sus padres en la distancia”, matiza. 

La mayoría de las personas que han migrado a lo largo de este corredor ya tenían un oficio en sus países de origen. Eran albañiles, profesionales de la mecánica, pintores, diseñadores o pescadores. Uno de los perfiles profesionales más destacados es el de los transportistas, que llevan en sus grandes camiones minerales, como los fosfatos a lo largo de carreteras invadidas por las arenas del desierto. Los migrantes del corredor son de Senegal, Mali, Níger, Costa de Marfil y Guinea y tienen entre 15 y 35 años. Que los migrantes subsaharianos presentes en esta ruta pertenezcan a esta franja de edad desmonta el mito de que todos los jóvenes africanos quieren venir a Europa. Además, tal y como apunta el profesor, pudo preguntarles qué harían en el caso de que tuvieran una visa para venir a Europa: “Si la embajada de España les ofreciera una visa, ¿se irían a trabajar? Y me dijeron que partirían pero para regresar. Sería solo para diversificar el comercio y encontrar otros mercados, pero no para recomenzar de cero en España, ni rehacer su vida, ni los papeles”, cuenta. 

“Hay que hacer hablar a las cifras”

El trabajo de Masse se inscribe en el campo de la sociología decolonial. Para realizar esta investigación quiso alejarse del enfoque clásico de las estadísticas en los estudios sobre el fenómeno migratorio entre África y Europa: “Para mí las estadísticas son las cifras, pero hay que hacer hablar a las cifras”. Para ello, se vistió como los trabajadores de esta ruta y se adentró en el terreno para hacer una “observación participante”, gracias a la cual pudo obtener la información necesaria de manera directa, bruta y sin filtros.“Es la etnografía multisituada, que ya ha sido hecha por muchos investigadores, que se plantea de manera discreta, a largo plazo y que incluye tomar fotos, mantener conversaciones, observar las escenas”, apunta.

Entre conversaciones y comidas pudo descubrir, por ejemplo, la figura del migrante de reemplazo. Se trata de aquel joven que ha llegado a Casablanca y Nuakchot con el objetivo de sustituir a un trabajador familiar o amigo que ha sufrido algún percance de salud. “Quise mostrar que el migrante, cuando está herido, no piensa: ay, me voy a ir a Europa, que allí hay mejor sistema sanitario, sino que prefiere hacer venir a un vecino o a su hermano pequeño para que ocupe su puesto y reciba un salario. Es la solidaridad entre migrantes”, incide.

Fronteras actuales africanas y la colonización

La historia de la circulación dentro del corredor no es nueva. Masse explica que ya en el siglo VIII los camellos transportaban piezas de valor, joyas, libros en árabe, sal y goma árabe hasta Rosso, en la frontera entre Mauritania y Senegal, para realizar intercambios por esclavos negros. En esta zona siempre hubo intercambios y migraciones sin fronteras. Sin embargo, la llegada de la colonización sacudió la zona y la transformó sin tener en cuenta a sus poblaciones. Francia se hizo con el control de Marruecos, Mauritania y Senegal y definió sus fronteras. Esta delimitación se hizo sobre los mapas, pero en el día a día de las personas africanas la situación es otra. “En la psicología de las personas de esta zona y de los migrantes no hay fronteras; la frontera es para el estado, para los militares. La historia, las relaciones, los conocimientos, la religión es lo que nos une y eso es más fuerte que la jurisdicción del estado o el arsenal de control. Por eso hasta hoy la política estatal ha fracasado ante la realidad social y cultural de esta zona”, enfatiza. 

Mbaye Baye Masse, en la presentación de su libro 'Socioantropología de la inmigración subsahariana. En el corredor de Rosso, Nuakchot y Casablanca', ganador del Premio de Ensayo Casa África 2024.

Este trabajo transfronterizo también le ha permitido sacar conclusiones sobre el funcionamiento de los límites geográficos y políticos: “Cuanto más cerrada es una frontera, más creativa es la gente para encontrar soluciones para pasar”. Masse apunta que, aunque a priori se puede pensar que una frontera cerrada puede desmotivar a una persona, él ha comprobado todo lo contrario: “Cuanto más musculosa, más dura y haya más tasas para pasar, la gente va a encontrar más alternativas. Esto quiere decir que no se puede hacer nada contra la voluntad del hombre; cuando él quiere vivir no se puede limitar. Y eso es algo humano, no algo africano”, destaca.

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