La desertificación avanza en Canarias: en Las Palmas el 97% es considerado zona árida y en Santa Cruz de Tenerife, el 87%
Por ahora no se vislumbra mejora posible o al menos eso es lo que indica o advierte, y además se hace con máxima solvencia técnica y científica, el amplio estudio sobre desertificación en España que ha dado a conocer la Universidad de Alicante, denominado Atlas de la desertificación en España. Se trata de un trabajo de investigación que analiza la evolución de la aridez en los distintos territorios del país, atendiendo a las escalas nacional, autonómica y provincial.
En ese informe, disponible a través de un sitio web oficial de la citada universidad, se identifican las trayectorias dibujadas entre dos periodos de treinta años (el más antiguo, 1961-1990, y el más reciente, 1991-2020) para ese fenómeno de marcado carácter climático y también de origen humano, entre otros factores influyentes, tanto para el territorio nacional al completo como para las comunidades autónomas e incluso las provincias.
En el caso de Canarias, los datos tampoco son halagüeños: desde finales de 1990 hasta el decenio actual, el que arranca en el año 2020, ha habido un empeoramiento claro de la situación, pues se ha pasado de un porcentaje del territorio canario con problemas de desertificación o con áreas consideradas áridas (la suma de cuatro modalidades: subhúmedo-seco -el 6,6% del total-, semiárido -33,6%-, árido -49,5%- e hiperárido -2,9%-) que representaba el 88,9% (en el país, el 63,1%) de los 7.105 kilómetros cuadrados de extensión de la comunidad autónoma al 92,7% (en España, el 67%). Ese indicador canario es el más reciente aportado por el mencionado estudio y se une a otros científicos en la misma línea.
Tras treinta años, Canarias es más seca o más árida, lo que se debe a su desertificación cada vez más acusada, con un aumento de la superficie afectada, de la extensión de sus zonas catalogadas como áridas, de casi cuatro puntos porcentuales, que es lo detectado entre la etapa 1961-1990, algo mejor, y la 1991-2020, la más cercana que aporta el Atlas.
Canarias es, por lo tanto, y siempre según lo reflejado a través de esa misma fuente, la segunda comunidad autónoma española con más superficie considerada árida, solo un porcentaje menor que Murcia, esta con el 99,8% de su territorio, todo, se puede decir. Canarias (92,7%) se halla entre Murcia y Castilla-La Mancha, la región de la meseta con el 90,5%; o sea, en el segundo lugar del ranking.
Si el análisis se realiza por provincias, La Palmas obtiene peor resultado que Santa Cruz de Tenerife, donde están las islas más húmedas (las que reciben más precipitaciones, en especial La Palma y luego El Hierro, La Gomera y la vertiente norte de Tenerife). En la provincia oriental, con Gran Canaria, Fuerteventura, Lanzarote y La Graciosa en su seno, que son las cuatro islas pobladas de Las Palmas, la extensión de zonas calificadas como áridas llega al 97,2%, por el 87% de la provincia occidental.
Esos son los indicadores relativos del periodo 1991-2020, con peor evolución en el caso de Santa Cruz de Tenerife, que pasa del dato del 79,1% en la etapa 1961-1990 al 87% (casi ocho puntos más). En cambio, Las Palmas solo aumenta en 0,3 puntos porcentuales su espacio con problemas de aridez.
Tal y como señala el estudio de referencia, “la desertificación es uno de los principales problemas medioambientales de España. Su gravedad y extensión no dejan de aumentar -del mismo modo que se expanden las zonas áridas- debido al proceso actual de cambio climático, a un uso insostenible de los recursos naturales y a la falta de actuaciones efectivas para atajar sus causas”.
El fenómeno de la desertificación se define por la Convención de Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación como la “degradación de las zonas áridas, semiáridas y subhúmedo-secas como consecuencia de variaciones climáticas y actividades humanas”, y se entiende por degradación “la pérdida de productividad biológica, económica y de biodiversidad”.
Ni problema futuro ni amenaza limitada: realidad presente en España
Como se expone en el prólogo de la misma publicación, “la desertificación no es un problema del futuro ni una amenaza lejana confinada en regiones áridas de continentes remotos. Es una realidad que ya está moldeando los paisajes, las economías y las comunidades de nuestro país”. Y añade con poco optimismo: “En España, uno de los países europeos más vulnerables a la degradación de la tierra, la desertificación avanza en silencio, pero con consecuencias palpables: pérdida de fertilidad del suelo, retroceso de la vegetación natural, incremento de incendios forestales, disminución de recursos hídricos y abandono de usos tradicionales del territorio”.
Frente a ese dramático escenario, “el Atlas de la desertificación de España nace con un propósito doble: documentar con rigor científico la complejidad del fenómeno y ofrecer una herramienta accesible, visual y actualizada para comprenderlo, anticiparlo y actuar”, enfatizan sus responsables. Este trabajo ha sido coordinado por Jaime Martínez Valderrama, científico titular de la Estación Experimental de Zonas Áridas del CSIC y especialista en Desertificación y Cambio Global, y Jorge Olcina Cantos, catedrático de Análisis Geográfico Regional en la Universidad de Alicante.
“España no puede permitirse ignorar la desertificación. Más del 70% de su territorio se encuentra en riesgo de sufrir procesos de degradación del suelo, y una parte significativa de él ya muestra síntomas preocupantes”, se deja claro como conclusión del estudio.
1