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Los disparates de Goya

Juan Manuel Gil

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Los hallazgos de obras de arte son todo un género. Casi todos soñamos con abrir un desván y encontrar un guerrero de terracota, hacer un cursillo de submarinismo y hallar un ánfora romana, plantar un ficus en el jardín y toparse con una docena de monedas de oro, o rebuscar en un viejo archivo y descubrir un ejemplar de el Lazarillo firmado por Philip Roth. Sabemos que es difícil, pero aún así no perdemos la esperanza. Porque a veces ocurre. A veces se desploma un falso techo de la casa familiar y te cambia la vida.

El Consell Comarcal del Garraf, la Obra Social Caixa Penedés y la investigadora de la Universidad de Barcelona María Rosa Vives vienen a demostrarnos eso. Vienen a contarnos que han encontrado en la Masia d’en Cabanyes, en Vilanova i la Geltrú, doce estampas inéditas de la serie Disparates de Francisco de Goya. Nos acaban de decir que son auténticas. Que no se puede apreciar la marca de agua, el número de serie y la fecha de calcografía, pero que no hay duda, que son de Goya.

Según Europa Press, el estudio al que han sido sometidas concluye que son “pruebas de ensayo de una primera tirada” y que nunca antes habían sido analizadas. Puede que hubieran estado colgadas para hacer trabajos de edición sobre ellas, de ahí que se hayan apreciado determinados retoques en puntos muy concretos. Este hallazgo, que estaba incluido en el legado que la familia del poeta Manuel de Cabanyes había donado al Ayuntamiento de Vilanova i la Geltrú, es de una calidad altísima, según María Rosa Vives, que comparó estas estampas con las depositadas en la Biblioteca Nacional. Por su parte, el historiador Xavier Puig Rovira cree que estos grabados fueron adquiridos por el militar Joaquim Cabanyes en uno de sus viajes a Madrid.

Cualquier descubrimiento, cualquier capítulo de la historia de los hallazgos nos invita a tener los ojos muy abiertos. Porque todo está ahí. Cerca. Muy cerca. A menos de metro y medio bajo tierra. Escondido entre la chatarra. Delante de nuestras narices. Sólo hace falta saber mirar. O eso quiero pensar yo. Que siempre estamos a pique del hallazgo.

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