Trincheras, barricadas, libros y bayonetas
El 30 de noviembre se celebrará por segunda vez en toda España El Día de las Librerías. Ese día las librerías (al menos las afiliadas a CEGAL, la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros) permanecerán abiertas hasta las diez de la noche y harán un 5% de descuento. Salvo que a alguien se le ocurra por primera vez una idea menos utilizada, nada podrá impedir la programación de actividades como lecturas, encuentros con autores y firmas de ejemplares, cuentacuentos, coloquios, teatro improvisado y recitales poéticos. Ha sido también inevitable que la Asociación Colegial de Escritores, a través de Antonio Gómez Rufo, haya hecho público un comunicado en el que “hace suyo el Día de las Librerías” y “reivindica esos hogares cercanos en donde se puede convivir con los libros y la lectura, y en donde siguen vigentes los conceptos de humanidad y libertad”. El tono de estas declaraciones podría asustar a los más pequeños, aunque los adultos ya estén más que acostumbrados a la truculencia alarmante con la que los plumíferos se emocionan hasta las lágrimas al hablar de sus cosas: “en estos momentos, las librerías son trincheras frente a la incultura. Allí donde permanezca abierta una librería no habrá miseria intelectual; allá donde un librero levante el cierre de su establecimiento para refugio de los lectores la vida seguirá su curso”. Menos mal, podemos respirar tranquilos: nadie va a resultar herido.