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Sobre este blog

Amnistía Internacional es un movimiento global de más de 7 millones de socios, socias, activistas y simpatizantes que se toman la lucha contra las injusticias como algo personal. Combatimos los abusos contra los derechos humanos de víctimas con nombre y apellido a través de la investigación y el activismo.

Estamos presentes en casi todos los países del mundo, y somos independientes de todo Gobierno, ideología política, interés económico o credo religioso.

¿El color importa?

Una mujer en una manifestación contra el racismo en Manaus, Brasil

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Prácticamente la misma semana que los duques de Sussex denunciaban el supuesto racismo de varios miembros del Palacio de Buckingham, el Ayuntamiento de Minneapolis acordaba por unanimidad el pago de la mayor cuantía concedida en un caso de derechos civiles en el estado (27 millones de dólares) a la familia de George Floyd como acuerdo prejudicial para que ésta retirase la demanda interpuesta el pasado verano tras su homicidio a manos de un policía local. Todo el mundo había visto lo sucedido: las redes sociales se hicieron eco de los ocho minutos y 46 segundos de opresión que impuso el policía sobre él mientras hincaba su rodilla en su cuello, haciendo oídos sordos a su súplica ‘No puedo respirar’. Innumerables personas a lo largo y lo ancho del mundo se han preguntado si lo mismo hubiera sucedido tratándose de una persona blanca.

Su asesinato desembocó en una ola de protestas entre mayo y junio de 2020 que exigían justicia para Floyd y denunciaban, una vez más, la violencia sistémica del racismo en Estados Unidos. Minneapolis se convirtió en el epicentro de unas manifestaciones que se propagaron por todo el país y el nombre de George Floyd fue añadido a una lista interminable de nombres de hombres y mujeres cuyas vidas han sido truncadas por culpa de la discriminación racial. Y cuando, hace pocos días, se cumplió el aniversario de la muerte de Breonna Taylor, que falleció tras recibir ocho disparos por parte de la policía en su domicilio de Louisville, el en el marco de una operación contra el narcotráfico (a pesar de que en su domicilio no se encontraron restos de drogas), el mundo volvió a preguntarse lo mismo: ¿el color importa?

La discriminación racial no es nada nuevo. Lo único que ha cambiado con respecto del pasado es que ahora estas atrocidades se documentan y comparten con un solo click en nuestros teléfonos móviles. Así fue como las protestas atravesaron las fronteras estadounidenses y se esparcieron por el resto del mundo. Sin embargo, Estados Unidos está lejos de ser el único país donde este tipo de acontecimientos suceden.

¿Acaso no hay discriminación racial en el resto del mundo?

Brasil es el país no africano con mayor población afrodescendiente del mundo. Y, mientras las protestas de Black Lives Matter copaban los telediarios en todo el globo, en Brasil la lacra atávica del racismo volvió a mostrar su cara más dura. Solo en el contexto de la pandemia de COVID-19, el riesgo de que una persona negra o parda muera a causa de la enfermedad es un 62% superior al de una persona blanca. Pero este tipo de desigualdades y discriminaciones no son coyunturales en el gigante latinoamericano.

Como ya documentó en su momento Amnistía Internacional, la estrategia brasileña de “guerra contra las drogas” en las favelas de las principales ciudades del país no solo ha fracasado, sino que se ha llevado por delante la vida de muchos jóvenes negros. Un informe de 2015 de la organización cifró que entre 2010 y 2013, el 79,1% de las víctimas de intervenciones policiales con resultado de muerte, era población negra. Además, este pasado 14 de marzo, se cumplieron tres años del asesinato de perpetrado contra la defensora de derechos humanos y concejala de Río de Janeiro Marielle Franco, discriminada por varias razones, entre ellas su color de piel. Su crimen y el de su conductor, Anderson Gomes, aún no esclarecido.

En la otra orilla del Atlántico, en nuestro continente, también encontramos flagrantes casos que a menudo pasan mucho más desapercibidos que los casos de discriminación racial acontecidos en los Estados Unidos.

En Francia, la población se movilizó de igual manera y con el mismo espíritu para exigir justicia y reparación al grito de: Justice pour Adama! en referencia al caso de Adama Traoré, un joven de origen maliense que falleció en circunstancias sospechosas en julio de 2016 en una estación policial de Persan (Francia). Pero la familia de Adama aún sigue esperando justicia. En el país galo, por ejemplo, los varones jóvenes negros o considerados norteafricanos tienen 20 veces más probabilidades de sufrir controles de identidad por la policía. Además, en el territorio europeo, la discriminación racial y hacia minorías se ha acrecentado durante la pandemia de COVID-19. En la gran mayoría de países europeos, controles policiales siguiendo perfiles de discriminación racial, aumentaron. Por poner un último de los muchos ejemplos posibles, en el Reino Unido, el porcentaje de población negra que fue sometida a operaciones de registro aumentó aproximadamente un 33%. También en Canarias, donde en los últimos meses se han incrementado las llegadas de personas migrantes y posibles refugiadas, hemos visto episodios de racismo, aunque también otros de solidaridad.

Así que sí, por supuesto, el color es importante: las vidas negras importan. Todas. No solo cuando sucede una desgracia, ni cuando se conmemora un día como hoy para acabar con la discriminación que sufren.

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