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“El Estado parece que tiene menos fuerza que los narcos y eso es muy grave”

Colectivos sociales convocan este jueves ante la oficina del Defensor un acto "de apoyo y reconocimiento" a Chamizo

Juan José Téllez

“En la lucha contra la droga, lo hemos dicho muchas veces, interesa más el seguimiento del dinero negro que el de la misma droga. Ahí es donde nos la jugamos. Si se ataca el dinero, la gente que trafica se retraerá. Si seguimos solo cogiendo hachís y cocaína en embarques y desembarcos, seguirán creciendo, son riesgos asumidos. Es verdad que hay en marcha operaciones fiscales que pueden acorralar la contabilidad de los narcos pero la investigación del blanqueo sigue siendo un tema pendiente de resolver. Jurídicamente se ha resuelto pero la policía especializada es muy poca. Se necesita un seguimiento y unas pruebas muy contundentes para que los culpables sean condenados. No es fácil seguir el dinero entre toda la maraña empresarial del tráfico de drogas y de armas, sobre todo si no se cuentan con los medios adecuados. Recursos técnicos y recursos humanos”.

Quien habla así es José Chamizo de la Rubia. Fue Defensor del Pueblo de Andalucía entre 1999 y 2013. Dejó el cargo como entra un elefante en una cacharrería pero la gente aún recuerda su compromiso activo con la sociedad civil. Lo tuvo antes de y sigue en ello después de pasar por el coche oficial con el que recorrió dos veces todos y cada uno de los pueblos andaluces. Ahora, lidera Voluntarios por otro Mundo, una ONG en la que sigue haciendo lo mismo. Ejercer la defensa propia de los más débiles.

Cuando era un cura cuarentón, a comienzos de los 90, este jubilado melenudo que guarda cierto aire con el Dios de la capilla Sixtina, se convirtió en uno de los principales rostros en la lucha contra el narcotráfico en el Campo de Gibraltar. Y en la tarde del jueves 17 volvió a Algeciras para brindar un chute de sentido común y de esperanza para una comarca, la del Estrecho, desesperanzada por la soberbia de los narcos, cada vez más resueltos a marcar su territorio, enfrentándose a las fuerzas y cuerpos de seguridad y al propio Estado para implantar el suyo. Lo que la mafia hizo siempre, se llame como se llame y radique donde radique: “El Estado también les ayuda cuando no protege a los ciudadanos, cuando les condena al paro eterno, a la pobreza endémica. En estos días, por ejemplo, se habla mucho del Brexit. Como no andemos finos a la hora de negociar, puede costar otros ocho mil puestos de trabajo para una tierra que no está sobrada de ellos”.

“Niñatos para los que por encima de todo está el negocio”

Veinticinco años atrás, Chamizo lideraba a las coordinadoras contra la droga, que habían empezado en La Línea a partir de las mujeres –madres en su mayoría--, que decidieron echarse a la calle para clamar en el desierto porque aquella zona era un cementerio de jóvenes con un pico de caballo demasiado puro o mezclado con estricnina o polvo de ladrillo: “Hay varias diferencias entre entonces y ahora; la primera y para mi muy importante, es que la mayoría de estos narcos tenían hijos adictos a la heroína y venían a buscarme para ayudarles a rehabilitar a los hijos. Era posible un dialogo y aunque se dedicaban a lo que se dedicaban cabía la posibilidad de hablar en tierra de nadie. Es verdad que muchos cambiaron el hachís por el tráfico de heroína y que era gente que te amenazaba para asustarte pero tú intuías que jamás se produciría un ataque, un asesinato, salvo que perdieran la cabeza. En tercer lugar, yo creo que hay algo muy importante y es que socialmente estaban mal vistos en general salvo en alguna parte del territorio donde subvencionaban ciertas actividades. La cocaína ha cambiado todo. Los adictos a heroína pueden ser narcos o no, pero las reglas del juego han cambiado. Te encuentras aparte de todo gente muy joven, muy inexperta y muy cercana a la psicopatía. Niñatos, por llamarles de alguna forma, para los que por encima de todo está el negocio y el único objetivo es que ellos triunfen. Evidentemente eso nos acerca a un perfil más peligroso. Es imposible dialogar con ellos. Aunque tienen problema de droga no piden ayuda o lo hacen fuera del Campo de Gibraltar. Y, por último, ahora mismo, ser narcotraficante es una extensa capa de la población parece que no está mal visto”.

Chamizo también asume que ha cambiado el esquema de las organizaciones del narcotráfico. En otro tiempo, el contrabando de tabaco y la estructura de los gayumberos, los estibadores que descargaban las cajas en la playa linense de La Atunara, a plena luz del día, dio lugar a pequeñas bandas que terminaron entrando en el transporte de hachís desde Marruecos, conectándose poco a poco con mayoristas que no residían en la zona. La llamada galleguización del Estrecho abrió las puertas a los colombianos, las ribs (rigid inflatable boats) se guarecían en Gibraltar, huyendo de la legislación española que limitaba la potencia de sus motores. A menudo, el negocio quedaba reducido al ámbito familiar, sin otras ramificaciones que el toma y daca de la carga y del dinero. Ya entonces, aparecieron las guarderías: lugares fuera de sospecha cuyos dueños podrían percibir 12000 euros por mirar hacia otro lado cuando un garaje servía para guardar ilícitos. Ahora, las bandas son más sólidas, exceden de los clanes y cuentan con conexiones de mayor alcance a escala estatal e internacional.

Los colombianos seguían allí

“Los datos que se están dando sobre el número de personas que participan del narcotráfico en el Estrecho son aproximados. Creo que la Asociación Unificada de la Guardia Civil habla de tres mil personas implicadas y de treinta bandas organizadas. Me temo que esto habría que matizarlo. El número de personas parece adecuado pero hablar de treinta bandas me parece excesivo. De hecho, se ha tendido a unificar bandas para tener más poder que a diversificarlas. Quizá en un principio estuvieran atomizadas pero ahora no. Eso si, no se si sería mejor treinta bandas que diez perfectamente organizadas en plan mexicano o colombiano. Sea como fuere el número de personas implicadas es preocupante para el Campo de Gibraltar, aunque tan solo corresponda a una minoría de la población”.

Cuando despertamos del sueño de que el narcotráfico estaba controlado en el Estrecho, los colombianos seguían allí: “Han vuelto a detectarse, pero siempre han estado aquí, desde cuando vinieron los gallegos. Los capos gallegos, no hay que olvidarlo, son una sucursal de los colombianos. Ahora han aparecido con más poderío. Según me dicen no viven en el Campo de Gibraltar sino en la Costa del sol. Están más cerca de Estepona, no tan metidos en el cogollo; otra cosa es que tengan una casa para dormir en el Campo de Gibraltar. ¿Crees que se van a mezclar tanto con estas bandas locales?”.

En el narco, también hay clases sociales. Y modos de operar. Como la extraña situación que vive la Costa del Sol durante el último mes, sin que falten asesinatos, heridos y tiroteos. La mafia siempre prefirió el silencio porque el ruido de los sucesos era perjudicial para los negocios, pero algo debe estar ocurriendo para volver a los tiempos de los ajustes de cuentas en una zona donde conviven –es un decir-- bandas rusas, irlandesas, italianas, portuguesas, marroquíes, turcas y, por supuesto, españolas.

“La única solución no es la policial, pero tiene que haber un numero adecuado de policías, guardias y vigilancia aduanera. Lo que no podemos es volver a finales de los 80 cuando teníamos que empujar al landrover de la Guardia Civil porque no tenía ni gasoil. No hay numeros suficientes de agentes de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. Otra cosa es que no sea solo una solución policial lo que se necesita. En el término medio está la virtud. Hay quien teme que una mayor presión en el Campo de Gibraltar, puede provocar que emigren a otras provincias cercanas como Huelva o Málaga. En la Costa del Sol, están todos los narcos y los blanqueadores. Y lo estamos viendo en el escándalo de los últimos días de asesinatos en plan mafia absoluta. Ya están en la costa. Que pueden irse a otros lugares, ¿Huelva?, es posible, para eso están las formas de acción conjunta de los cuerpos y fuerzas de seguridad. Pero no por eso vamos a dejar de tener aquí un número de efectivos suficientes. Sobre todo, en una zona como esta, donde hoy el estado parece que tiene menos fuerza que los narcos y eso es muy grave”.

Conociendo a Chamizo, el periodista no puede por menos que enarcar las cejas y preguntar con cierto retintín que es eso de acción conjunta de los cuerpos y fuerzas de seguridad. ¿Desde cuándo existe?

“Debería haberla pero creo que todavía hay muchas fisuras entre los cuerpos y así no se puede. Es muy importante la unidad de los partidos políticos para que nos dejen de vender la moto partidaria. Y es imprescindible la unidad de toda la sociedad. Eso lo vivimos y conseguimos objetivos hasta los años 90. Tenemos que volver a ese esquema con los matices propios de la situación distinta que ahora afrontamos”.

La fianza de Messi

También parece existir fisuras en la judicatura cuando se impone una fianza de apenas 1500 euros al grupo de Los Castañitas que liberó en masa a un preso en el hospital de La Línea o tan sólo 80.000 a Messi, uno de los narcos más célebres de la zona, cuyos compañeros de fatigas tuvieron que afrontar 25000 para ser de nuevo provisionalmente libres. Poco dinero, a fin de cuentas, ya que pueden amortizar dichas cantidades con una simple operación de desembarco.

“Hay fisuras en la aplicación del código penal, totalmente. Hoy es mucho más caro pegarle a un guardia en el País Vasco que en el Campo de Gibraltar.  Me parece que tendrán que corregirlo, dentro de las pautas del estado de derecho. La gente está horrorizada de que narcos de prestigio eludan la prisión con 80.000 euros. Otros chavales, por nada y menos, les ponen cuatro años. O tienen que afrontar un año y medio de prisión provisional por lo de Alsasua”.

Interior pregona las plusmarca de aprehensiones de droga y de detenciones de lancheros, paleros, camellos, gayumberos y otra caza menor. Sin embargo y a pesar de que hay algunas investigaciones en marcha, apenas se le sigue la pista al dinero:  “Eso lo hemos dicho muchas veces desde las coordinadoras –asevera Chamizo--. Interesa más el seguimiento del dinero negro que la misma droga. Ahí es donde nos la jugamos. Si se ataca el dinero, la gente que trafica se retraerá. Si seguimos solo cogiendo hachís y cocaína en embarques y desembarcos, las redes de los narcos seguirán creciendo. Es verdad que hay en marcha operaciones pero el blanqueo es un tema pendiente de resolver. Jurídicamente se ha resuelto pero la policía especializada es muy poca. Se necesita un seguimiento y unas pruebas muy contundentes para que sean condenados. No es fácil seguir el dinero para toda la maraña empresarial del tráfico de drogas y de armas”.

¿Y de donde vienen las armas? El mismo día que más de cuatro mil personas se concentraban en la Plaza Alta de Algeciras para hacer piña contra los narcos, la policía desmantelaba una vivienda en la barriada de La Piñera de Algeciras, donde los agentes encontraron un arsenal, desde pistolas a catanas, aunque el operativo apuntara a otro delito ajeno al narcotráfico. También en las últimas horas se quieren marcar distancias con el contrabando de drogas en la muerte de Manuel, el niño de 9 años arrollado por una lancha el pasado lunes y que incrementó la tensión social hasta extremos felizmente insólitos. Representantes de las familias del agresor, que permanece detenido, y de la victima se reunieron de forma discreta para intentar ahuyentar el fantasma del ojo por ojo.

“Ya se blanquea en cualquier sitio”

“Las armas vienen del Este, generalmente. De distintas repúblicas del Este –repite Chamizo--. Hoy, en muchas barriadas es fácil encontrar un skalasnikov, el fusil de asalto soviético, que es el que más utilizan, aparte de pistolas de distinto tipo que se puede encontrar en más de un barrio de Andalucía. Ahora, otras gentes están mercadeando en este ámbito porque hay bastante demanda”.

Tras la detención de Sito Miñanco en Algeciras, donde había mudado su operativo, empezaron las comparaciones inevitables entre la sociología del narcotráfico en el Campo de Gibraltar y en Galicia. Aquí, al sur, los capos no tienen el protagonismo que en la sociedad gallega, por ejemplo: “Se saben los nombres de algunos, pero lo llevan bastante en silencio. Luego están los desahogados que presumen que están en una banda, pero no son los que deciden. Hay nombres de bandas, pero no de las personas que las dirigen. Ahí el poder se ha segmentado un poco. Hay un capo pero con unos adláteres que están preparados por si el capo cae y hay que mantener viva la banda. Hay nombres de grupos o de clanes, pero cambian a menudo o emergen con un caso en concreto y luego desaparecen. Podemos hablar de los Castañitas, de los Potito, etcétera, pero son nombres que aparecen a partir de una noticia y no quiere decir que eso sea así. O sea así del todo. Lo que es cierto es que los colombianos siguen estando y que si están los colombianos, están los gallegos. Y gente de Marruecos, por supuesto, con los autóctonos”.

La antigua relación de blanqueo entre los narcos españoles y el centro off shore de Gibraltar, parece haber desaparecido o menguado a partir de los mayores controles sobre operaciones financieras que acometió en su día el Gobierno de la Roca:  “Ya se blanquea en cualquier sitio. Y no creo que haga falta Gibraltar para nada –resuelve Chamizo--. La gente sigue hablando de Gibraltar pero aunque haya algo, el blanqueo ya está en cualquier sitio, desde internet a esos bancos que vemos en la Costa del Sol y que no parecen ni bancos. Se blanquea en la joyería, en la moda,  en empresas de todo tipo. En biitcoins parece que no, pero no sabemos. No diría yo que no”, ironiza Chamizo.

Al contrario que hace cuarenta años, ya no hay un ejército de zombies esclavizados por la heroína, aunque vuelva a crecer su consumo aunque, por ahora, de una forma hasta cierto punto discreta: “La heroína ha vuelto con mucha fuerza. Empezó siendo utilizada primero por los antiguos yonquis, a pesar de la metadona. Hubo siempre un reducto que ha seguido con la heroína, quemada o esnifada. Y luego se incorporaron a este grupo la gente del mundo de la cocaína. Llegó un momento del uso de la cocaína que quien la consumía necesitaba bajar los efectos de la droga y recurrió a la heroína. En EEUU se ha disparado por recetas médicas para cualquier tipo de dólor. Ya dejaron de recetar opiáceos y la gente pasó al consumo directo de heroína. En general, es gente que quiere probarla porque ha olvidado el daño que hizo la heroína a multitud de personas que murieron. Ese malditismo de la heroína ha desaparecido. Ya parece que es una droga limpia, pero lleva su historia manchada de sangre”.

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