Andalucía prueba en Cádiz el protocolo ES-Alert para poder responder a una alerta de tsunami en menos de tres minutos

En el colegio San Rafael, en el barrio de la Viña de Cádiz, siempre suena al inicio de la jornada escolar una canción. Este jueves le ha tocado a Rocío Jurado y su ‘Como una ola’. Ha sido la manera de asumir con buen humor esta jornada tan especial, en la que la capital gaditana ha sido escenario de un simulacro histórico, “el mayor realizado nunca en España”, según la Junta de Andalucía. A las 10:14 los móviles de toda la costa de Cádiz han recibido un mensaje anunciando este ejercicio, en la que ha sido la primera prueba del protocolo Es-Alert, que tanta polémica causó en la DANA de Valencia. El plan andaluz contempla que el visto bueno final al envío de esos mensajes masivos lo tenga que dar el consejero de Presidencia de la Junta, ahora también de Sanidad, Antonio Sanz.

El ejercicio formaba parte del mayor simulacro de maremoto y tsunami organizado nunca en España, con Cádiz como escenario principal y más de 20.000 personas implicadas. A las 10.00 había empezado la ficción: un terremoto de magnitud 7,6 al suroeste del cabo de San Vicente, réplica del que destruyó Lisboa en 1755. Cuatro minutos después llegaba la alerta masiva de tsunami. Tres minutos más tarde, el protocolo debía estar ejecutado: orden, mensaje, instrucciones claras y una ciudad moviéndose. Ese margen —apenas 180 segundos— es lo que convierte el ES-Alert en un mecanismo decisivo. La Junta quería comprobar que podía activarlo en tiempo récord, con un sistema que ya no depende de ocurrencias, dudas ni consultas, sino de un procedimiento preestablecido y automatizado.

Y en ese engranaje, la última palabra es del consejero de Presidencia, Antonio Sanz, como confirmó él mismo tras el simulacro, consciente de la responsabilidad y también de la expectación. “Hemos elaborado una orden de desarrollo del ES-Alert, porque nació sin protocolo. Nosotros hemos hecho el nuestro y tiene instrucciones claras que desembocan en una decisión final: decidir que se active. El nivel de comunicaciones que tenemos es pleno: compañías telefónicas, satelitales, Starlink, red digital de emergencia”. Pero, ¿qué pasaría si Antonio Sanz no estuviese comunicado? Su respuesta fue clara. “Ese escenario que plantea no se baraja”.

Preguntado sobre esta responsabilidad de presionar el botón rojo, sobre todo tras lo ocurrido con la DANA de Valencia, Sanz lo tiene claro. “No es que me dé vértigo. Lo que tengo es un gran equipo. El ES-Alert hoy tiene un protocolo de activación prácticamente automático. Lo único que corresponde es dar la orden de que se haga o no se haga. Alguien tiene que asumir la responsabilidad en una emergencia. Me corresponde a mí la dirección del plan y yo lo tengo que asumir”. Sanz ha explicado que recientemente ha firmado una orden para que todo esté casi automatizado, con el trabajo adelantado, para que su OK final sea una decisión que se pueda tomar en menos de tres minutos.

Evacuados en 20 minutos

Tras el aviso recibido, se activó el desalojo de decenas edificios entre colegios, empresas, hoteles, sedes públicas, un centro de mayores... Más de 20.000 personas movilizadas, además de mil efectivos entre cuerpos de seguridad, emergencias, sanitarios, la Unidad Militar de Emergencia, arquitectos, psicólogos, Cruz Roja y otras instituciones. En la playa Santa María del Mar se ensayó el rescate de unos surfistas. En la Zona Franca se practicó cómo actuar en un edificio derrumbado. En el muelle de El Puerto de Santa María se ensayaron otros rescates. En Rota fueron desalojados también los escolares. Según Sanz, el simulacro “ha sido un éxito” por la capacidad de movilización y porque, aunque haya habido errores, estos servirán para mejorar son “imprescindibles para aprender”.

Entre las cosas que no se han hecho ha sido contar con las campanas de las iglesias de la ciudad para dar aviso a la población. “No nos han consultado”, han respondido en el Obispado, inmerso, además, en la polémica sobre el aún obispo Rafael Zornoza por la denuncia por abusos. Tampoco han sonado sirenas ni megafonía externa. “Estamos con los trámites de la compra”, ha explicado el alcalde, Bruno García, quien ha anunciado dos o tres simulacros al año para mejorar esta preparación.

Según los servicios de emergencia, desde que se da la alerta a la población hasta que llega la ola debe haber un margen de una hora para que la gente se ponga a salvo. La evacuación de los colegios a zonas no inundables, con más de 2.500 niñas y niños, terminó en 20 minutos.

El de San Rafael llegó a su destino, la plaza de San Antonio, en 16 minutos. Su jefe de estudio, Javier García Muñoz, explicó que su alumnado estaba avisado y preparado. También animado por la canción ‘Como una ola’ que había sonado desde temprano. Allí estaba una de sus estudiantes de Infantil, Olivia, portando un estandarte de la Virgen de La Palma casi más grande que ella. Llegó con él por la mañana y se lo llevó hasta el punto seguro. Cuenta la leyenda que el párroco de La Palma sacó ese estandarte en el maremoto de 1755 y que esa acción paró de inmediato las aguas, como reza una placa en el barrio a pocos metros de la puerta de la Iglesia. Olivia, que por su corta edad no sabe quién es Antonio Sanz ni que él es quien debe presionar el botón rojo de la alerta, repetía a petición popular agarrada a su estandarte las palabras pronunciadas supuestamente por aquel cura hace 270 años. “Hasta aquí, madre mía”.

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