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Cuidado, te va a salir chepa
El otro día me pasó una cosa muy curiosa. Iba en el autobús, en mi mundo, siendo observada con desdén por el pañuelo que llevaba en el cabeza mientras escuchaba música y estaba perdida en mis cosas. Qué irónico, es posible que la persona que no podía dejar de mirarme con cierto estupor pensara que era una mujer musulmana, musulmana velada, por ende, sometida, porque claro, la única que puede reapropiarse (y empoderarse) de la imagenería espiritual es Rosalía en su nuevo disco. Quién sabe si por blanca, por occidental o por cristiana, o por todo junto, y a la vez.
Bueno, pues de esta maraña de pensamientos en los que iba absorta salí cuando entre pista y pista musical escuché a un padre decirle a su hija que se pusiese recta, que si se encorvaba sentada le iba a salir chepa. Y claro, instintivamente, me senté bien también, como acabas de hacer tú, porque no me había dado cuenta de que estaba encorvada. Aunque no era la única en ese lugar móvil.
Es cierto que, si me conoces, no es raro verme con una mochila a hombros hasta los topes, andando acostumbrada a llevar 15 kilos a la espalda; llena de libros, libretas, bolis, agua, la batería portátil, un portátil, algunas alegrías, pocos planes y muchas preocupaciones.
Me preocupan entre muchas cosas el sistema que sostiene las cárceles, que pase como si nada, o insuficiente, no sólo la apertura de la cárcel para inmigrantes, conocidos formalmente como Centros de Internamiento de Extranjeros (CIEs), el más grande de España en Algeciras para seguir vulnerando los derechos humanos, sino que tanto en Nouakchott como en Nouadhibou (Mauritania) se han abierto dos cárceles, perdón, centros, inspirados en los Centros de Atención Temporal de Extranjeros (CATE) de las Islas Canarias y donde admiten que, a diferencia de España, privarán de libertad también a menores de edad, incluidos bebés en edad lactante, un punto que la legislación española prohíbe, según las investigaciones de la Fundación porCausa y El Salto diario.
Pasé la vista en un autobús lleno, pero tampoco demasiado, y esas corvaduras, o jorobas, estaban presentes en casi todos los cuerpos, quienes tenían cara de haber pasado la noche en postura fetal por haber perdido aquello que más querían.
O puede que Encarni simplemente esté encorvada porque lleva toda la vida limpiando camas, habitaciones y escaleras, trabajando en la cosecha, cosiendo trajes, etc., y sus manos no pueden más del dolor aunque, como buena mujer, haya normalizado la artritis
Quizás la mujer que tenía delante, a la que voy a llamar Charo, tampoco se había dado cuenta de que estaba encorvada. Puede que estuviese ocupada intentando no alarmarse porque pudiera ser una de las 2000 mujeres afectadas por el error de los cribados de cáncer de mama, puede que no quiera que la vean como una miedica y eso la esté estresando más aún.
Quizás Swara estaba encorvada por la enésima traición al pueblo saharaui o por la pornografía visual en torno al genocidio en Sudán.
O Redwan, que aunque quiera aparentar seguridad, le preocupa ser el próximo Nordin Workout, quien pasara tres meses en la cárcel por una acusación falsa de yihadismo, con el impacto individual y colectivo que tienen en la salud mental estas prácticas racistas.
Quizás Luis está preocupado por los recortes en educación pública en favor de la privada, como ocurre con la sanidad.
O puede que Encarni simplemente esté encorvada porque lleva toda la vida limpiando camas, habitaciones y escaleras, trabajando en la cosecha, cosiendo trajes, etc., y sus manos no pueden más del dolor aunque, como buena mujer, haya normalizado la artritis.
O puede que todas, por tantas y tantas mochilas que llevamos a las espaldas que ni nos damos cuenta, tampoco somos capaces de compartirlas para pensar e imaginar nuevas formas de estar, de respirar en paz.
Así que, ponte recta, que te va a salir chepa.